Por Fernanda Noriega
Unos magos llegados de Oriente fueron guiados por una estrella para que adorasen al recién nacido rey de los judíos
La noche del 5 de enero, miles y miles de infantes voltean al cielo con una tierna ilusión en su mirada: Esperan a los tres Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltazar que traen presentes a la niñez mexicana.
Muchos pequeños se han esforzado en aprender a escribir en una fecha como esta, con tal de poder expresar a los Reyes cuáles son sus ansiados obsequios bajo un singular encabezado, “Queridos Reyes Magos…” Y es tanta su emoción que algunos atesoran en sus recuerdos haber escuchado alguna vez los pasos de un elefante, un camello y un caballo en la sala de sus hogares.
En el Evangelio de San Mateo encontramos la única mención que la biblia hace de estos personajes, definiéndolos como unos “magos” que, guiados por una estrella, dieron con el paradero del Mesías que acababa de nacer en un Establo de Belén junto a sus padres María y José. Tras encontrar al niño y adorarle, le ofrecieron una ofrenda cada uno: Oro, el metal de los reyes; incienso, la ofrenda de los dioses; y mirra, como anuncio de sus futuros padecimientos. Fue entonces que, según la palabra de San Mateo, los tres magos fueron advertidos por un ángel de que no dijeran una palabra sobre esto a Herodes, ya que él buscaba acabar con la vida del recién nacido.
Como sabrás, esta es toda la información que se tiene sobre estos generosos personajes, es en los evangelios Apócrifos donde se han encontrado más detalles y, de hecho, se desveló que el término “magos” funge como un sinónimo de “astrólogos”, de ahí su conocimiento sobre las estrellas y los acontecimientos que éstas anuncian, esotéricamente hablando.
Volviendo a nuestros días, cada quinto del primero del año los niños colocan bajo el árbol navideño, además de su carta, un zapato que los identifique y una pequeña ofrenda para los Reyes como galletas o leche. Después, probablemente duermen menos que cualquier otra noche del año, esperando apenas el alba para correr a buscar sus obsequios, así como algún vestigio de que los Reyes Magos estuvieron ahí y, tal vez dejaron un poco de su magia para que, un año más, la niñez mantenga esa inocencia que con el tiempo se va, dejando solo dulces memorias.