Por Carmen Rioja
El solsticio de verano nos trae una ola de calor, más lluvias y días de fantásticos paisajes con nubes iridiscentes y verdes matizados que cubren todo el campo. Hay que salir de la ciudad, de la cueva del hombre, de pensamientos banales y aprender en la naturaleza -me dije. Y así organizamos una pequeña salida por la carretera a Atotonilco, en búsqueda de carpinterías y tiendas de viejo al estilo pueblo fantasma.
Recorrimos varios kilómetros y muchos tejabanes, bodegas y cobertizos llenos de cachivaches, interesantes piezas de hierro, cantera o madera vieja. A veces sorprende más un gatito de carpintería o una vieja tina de baño que se ha convertido en estanque. En esta ocasión, lo más impresionante fue descubrir desde uno de los patios, un cactus de 3 metros de altura que parecía abrir las espinas y estirarse a recibir las gotas de agua del cielo.
Aquel árido paisaje de huizaches grises de polvo donde hace un mes todo yacía inerte, de pronto recibía señal de una vara mágica para la transformación. Las tormentas de verano.
Tanto como lo describiera en siglo XVIII el padre Luis Felipe Neri: Fue Atotonilco, en sus principios, como un páramo, o desierto, que sólo espinas producía Pero nuestro Soberano Dios misericordioso para que sobreabundasse la gracia, donde abundó la culpa, ha hecho de este desierto un améno Parayso (sic).
Nada tiene que ver esto con tiempos electorales, que son los tiempos de los hombres, o con alguna religión, sino con las cuatro estaciones, el cactus se abre para recibir y se estira buscando la luz cuando ha crecido bajo las ramas de algún huizache, porque sabe que se acerca a lo que necesita.
El derecho a crecer y superarnos como individuos, a estudiar, a educarnos es uno de los derechos fundamentales de los seres humanos, adoptado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicana en su artículo 3ero. y nadie debe renunciar a este derecho ni ser acusado de egoísmo por buscar su garantía: La educación se basará en el respeto irrestricto de la dignidad de las personas, con un enfoque de derechos humanos y de igualdad sustantiva.
Yen la carta internacional de derechos humanos de la ONU, el Artículo 26 dice: 1. Toda persona tiene derecho a la educación. |2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
La paz; un derecho fundamental. Crecer en libertad, con protección a la salud, derecho a un trabajo digno y derecho a desarrollarse, parecieran fáciles de entender y de alcanzar. Todo estamos de acuerdo. Pero la realidad es mucho más compleja, supera a la fantasía y más en tiempos de pandemia. Muy pocos aún tienen la fortuna de gozar de todos sus derechos inclusive aquellos que el Estado está obligado a garantizar. Como el de seguridad e integridad de la persona. Sin embargo, esta no es razón para dejar de luchar juntos para que así sea; no hay razón para ser conformistas. En tanto todos nos ayudemos, todos mejoramos. Eso es una regla de la lógica que no requiere de ningún discurso político.
En otras latitudes del país. Comunidades lacandonas proponen crecer tejiendo redes de apoyo y solidaridad ciudadana. Abandonados por todas las instancias, carentes de recursos, optaron por embarcarse hacia otras tierras hacia otros mundos. También construyen en tierra formas novedosas de organizarse, contribuyendo a un sistema progresista de bienestar real e inmediato, fruto de la unión comunitaria. Y se hacen a la mar no para la conquista del otro, no para convencer al otro de ser como ellos, sino para encontrar el diálogo, el arte de la conversación. Para asegurarnos educación de calidad juntos, estirarnos hacia la lluvia y crecer, necesitamos el diálogo y el respeto al derecho de desarrollo socioemocional. El goce de las expresiones culturales de todos los pueblos y todas las artes es la lluvia que nos alimenta.
https://www.caminoalandar.org/post/ese-otro-mundo
http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf_mov/Constitucion_Politica.pdf
https://www.un.org/es/about-us/universal-declaration-of-human-rights
Carmen Rioja, es artista mexicana especializada en la restauración de materiales arqueológicos y talleres de creación artística. Le gusta escribir cuentos y poemas para arrojaros en botellas imaginarias al mar. Ella ha publicado los libros La Muerte Niña y Rojo 43.