Por Alejandro Angulo
La crisis mundial del cambio climático está directamente relacionada con la disponibilidad de los recursos hídricos. El aumento de la variabilidad del ciclo hidrológico es uno de los principales efectos del cambio climático, por lo que asegurar que todos tengan acceso a servicios de abastecimiento de agua y saneamiento resilientes y sostenibles es una estrategia crítica de mitigación al cambio climático. Ante la necesidad de adoptar un enfoque integral del cambio climático y la gestión de los recursos hídricos, surge la necesidad de contar con indicadores que permitan evaluar estos efectos.
Ante este escenario, se vuelve indispensable para el país y el Estado adoptar un enfoque integral del cambio climático y la gestión de los recursos hídricos, tanto en la formulación de políticas públicas como en la planificación climática estatal. Para lograr esto se deben mejorar y fortalecer las prácticas de gestión del agua, para que así las autoridades puedan tomar decisiones seguras e informadas.
Estas decisiones tendrán como propósito incrementar la resiliencia climática de los recursos hídricos a fin de reducir el riesgo a desastres relacionados con el agua. Es decir, la gestión de los recursos hídricos debe analizarse desde la perspectiva de la resiliencia a los efectos del cambio climático, entendiendo resiliencia como la capacidad de un sistema de adaptarse a nuevas situaciones y condiciones operativas con el propósito de mantener su funcionalidad.
En el Bajío, las consecuencias del cambio climático que ya se pueden observar son: el aumento de las sequías, baja en las precipitaciones y mayor frecuencia de eventos extremos de precipitación. Ante esto se vuelve esencial para las autoridades contar con infraestructura que se adapte a estas condiciones, para asegurar en los próximos años que todos tengan acceso a servicios de agua y saneamiento sostenibles y resilientes, por lo cual, esta es una estrategia crítica de mitigación y adaptación al cambio climático.
Ahora bien, para ello, se sugiere contar con un Índice de Resiliencia compuesto por dos subíndices: el primero corresponde a un subíndice de funcionalidad que busca evaluar el nivel de servicio entregado por la red hídrica ante la ocurrencia de un evento disruptivo, y el segundo que corresponde a un subíndice de vulnerabilidad topológica, el que busca evaluar la dependencia de los nodos de consumo de fuentes vulnerables y no vulnerables a través de las conexiones de la red.
Por otro lado, el índice de resiliencia depende directamente del parámetro de vulnerabilidad que se asigna a ciertos nodos de la red, con base en los efectos del cambio climático. Por lo anterior, se propone realizar un estudio detallado de estos efectos, a fin de evitar la incertidumbre de los modelos climáticos globales y asegurar una correcta asignación de la vulnerabilidad, evitando en consecuencia una subestimación o sobrestimación de la resiliencia del sistema.
Es necesario señalar que los nodos de la red hídrica se pueden agrupar según su función dentro de la red. La caracterización mencionada se presenta a continuación:
Nodos Fuentes de Agua que corresponden a la representación de los cursos de agua que alimentan a la red hídrica de la ciudad.
Nodos de Consumo que representan a los distintos usuarios de la red. Dependiendo del uso que se le dé al agua, a estos nodos corresponderá el consumo residencial, comercial, industrial, del riego de áreas verdes y de riego para la agricultura.
Nodos de Plantas de Tratamiento, los cuales representan las plantas de tratamiento de agua potable, plantas de tratamiento de aguas servidas y las plantas de tratamiento de agua industrial.
Nodos de Distribución que corresponden a nodos de transporte de agua potable dentro de la red.
Nodos de Colección que corresponden a nodos de recolección de aguas servidas dentro de la red.
Nodos de Descarga que simbolizan los cursos de agua donde se descargan las aguas tratadas y/o donde llega el agua infiltrada proveniente de la agricultura y riego de áreas verdes.
Tal como ya se conoce, el grado de vulnerabilidad es diferenciado por sector y también por su localización en la zona metropolitana de Querétaro.
Asimismo, a las distintas fuentes de agua (superficiales, subterráneas, transportadas como aquellas de acueductos, embalses o bordos y plantas de tratamiento) se les debe asignar un valor de vulnerabilidad estimado, el cual se fija según el riesgo probable que enfrentan estos nodos ante la ocurrencia de un evento de precipitación extrema o de sequía.