Seguridad Alimentaria y Cambio Climático

Por Alejandro Angulo 

Lea aquí la primera parte de esta historia.  

El Director de la División de Ciencias Biológicas y Ambientales, el Dr. Javier E. García de Alba Verduzco, explicó que los suelos degradados producen menos alimentos, pero también afectan la regulación del clima y la pérdida de biodiversidad. Y agregó que para hacer un centímetro de tierra fértil, la naturaleza se tarda cerca de 100 años, pero la mayoría de los agricultores realizan procesos de producción agroalimentaria de manera tradicional que propician la desertificación, y sólo cinco por ciento a nivel mundial cuidan el suelo para evitar su desertificación.

Es ya consabido que los suelos degradados disminuyen su productividad y de ahí, de acuerdo con un estudio realizado en el CUCBA, que la mayoría de los agricultores abusan de los agroquímicos, y cuyo precio ha incrementado hasta cinco veces más desde el año 2000, lo que aumenta, por ende, el precio de los alimentos.

Asimismo, el Director Regional de la Comisión Nacional de Zonas Áridas (CONAZA) en el Centro Occidente, el ingeniero Jorge Luis García Rodríguez, señaló que “en México 175 millones de hectáreas, aproximadamente 89 por ciento del país, tienen procesos de degradación de la tierra en diferentes niveles; 59 por ciento tiene degradación de tierra específica, lo que significa la pérdida de carbono orgánico y de su productividad. Uno de los estados más afectados es Jalisco, especialmente en Los Altos”.

Consideremos, además, que la erosión extrema del suelo, la creciente escasez de agua y el incremento de la temperatura hacen más difícil expandir la producción agrícola. A menos que podamos revertir estas tendencias, los precios de los alimentos seguirán incrementándose y el hambre continuará propagándose y eventualmente derribará nuestro sistema social.

En un estudio de la UNAM-Juriquilla sobre los suelos en el municipio de Querétaro, se asegura que “El crecimiento de la población y de la actividad industrial, el aumento en las necesidades de servicios y la aparición de nuevas áreas urbanas han impactado en las características intrínsecas y naturales de los suelos del municipio de Querétaro. Esta dinámica de crecimiento se ha traducido en la pérdida de terrenos de vocación agrícola y forestal, además de que ha ejercido una fuerte presión y degradación en las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo”. Y añade lo siguiente: El manejo inadecuado del suelo ha llevado a múltiples problemas con el agua, el aire y las plantas, que se reflejan en una productividad agrícola baja, en la erosión del suelo y en un aumento en la alcalinidad.

En una declaración a un medio local impreso, por una investigadora del Centro de Geociencias de la UNAM manifestó que “Querétaro cuenta con suelos delgados, con altos niveles de materia orgánica y son fértiles, pero tienen poco volumen de suelo, por lo que si se intensifica la labranza o se meten cabezas de ganado en exceso se presentará un proceso de erosión”.

Así también otra investigadora de la UNAM asegura que “Uno de los servicios ecosistémicos del suelo más amenazados en el estado es su papel en la recarga de los mantos acuíferos y en mantener saludables los cuerpos de agua, presas, bordos, ríos y arroyos. Esto se refleja en el avance de la desertificación, la pérdida de la salud del suelo-agua y aire, acentuada gravemente en los últimos años.”

Terminemos por decir que la seguridad del suelo ha sido definida como el mantenimiento o el mejoramiento de los recursos del suelo a nivel mundial para que puedan proveer suficientes alimentos, fibras y materias primas, agua dulce, contribuir a la sostenibilidad energética y a la estabilidad climática, mantener la biodiversidad y así, asegurar la protección ambiental y los servicios ecosistémicos.

Y al decir de la FAO, al mundo le quedan en promedio sólo seis décadas más de cultivos si continúa con la degradación del suelo.