Calendarios de horizonte, maravillas por develar

Por Arturo Morales

Los pueblos originarios de Mesoamérica, donde se incluyen los de la Frontera de Tierra Adentro en torno a la actual ciudad de San Miguel de Allende, basaron su desarrollo como tradición cultural a partir de la práctica agrícola en ciclos solares anuales.

Ésta, a su vez, se fundamentó en la observación de los astros, (diurnos y nocturnos) de este territorio. Para los pueblos originarios, el ciclo solar fundamentó el calendario agrícola – ritual, el cual, desde el liderazgo de los primeros sacerdotes-astrónomos, que además de la creación de mitos y rituales, diseñaron y compartieron entre otros iguales los registros y predicciones del paso solar a través de los 365 días del año y de esta forma, desarrollaron diferentes calendarios agrícolas a partir de ese ciclo y, para tener mayor precisión, contaron también con calendarios de la Luna, de Venus, de Marte, y otros planetas, tal como podemos constatar en códices prehispánicos como: el códice de Dresde, códice de Madrid, códice borbónico, etc. Al final, se tuvieron los calendarios agrícola-rituales como centro de la dinámica en la vida de las comunidades agrícolas mesoamericanas.

Estos conceptos se hicieron tangibles en los templos ceremoniales, y hasta en los centros urbanos ceremoniales, los cuales, extendieron su rango astronómico-ritual en sus horizontes respectivos (con picos y puertos en cerros y montañas), principalmente al el oriente y poniente de estos mismos y, en contraste, con marcadores, u observatorios centrales en el eje de estos mismos templos o centros ceremoniales.

Así, marcaron físicamente el paso de la temporada agrícola fértil a la temporada seca a través de los equinoccios, señalaron el día más largo y el comienzo de las tormentas francas a partir del solsticio de verano y, en oposición, la noche más larga con la oportunidad de observar con mayor tiempo la bóveda celeste nocturna en el solsticio de invierno. Pero existen otros dos puntos astronómico – rituales, de suma importancia para cada poblado agrícola dependiente del paso del sol por el cénit, el cual indicaba dos veces en el año solar la exactitud de haber transcurrido 365 días. Por la inclinación que tiene la tierra en su movimiento de rotación, principalmente, el sol en el cénit está a 90° de la superficie terrestre solamente dos días durante el año, pero esto varía de acuerdo a la distancia del ecuador geográfico de cada lugar, en estos dos días significativos la luz solar en el cénit no produce ninguna sombra en los objetos que está iluminando.

De lo argumentado en el punto anterior, tenemos que en el antiguo sitio arqueológico de San Miguel Viejo, considerado también el sitio de la primera fundación española en la zona, existen seis fechas astronómico-rituales significativas: el 21 de marzo: equinoccio de primavera, el 20-21 de junio: Solsticio de verano, el 20-21 De septiembre equinoccio de otoño y el 20-21 de diciembre solsticio de invierno; y los días del paso cenital el 23 de mayo y 21 de julio (con una diferencia de 64 días).

A manera de hipótesis, así como en los observatorios astronómicos prehispánicos de Xochicalco, Teotihuacan, o Monte Albán, en los edificios prehispánicos proto-toltecas de la tradición de patios hundidos que existen en la región de esta frontera de la tierra adentro, estas observaciones y manifestación de los respectivos registros se dieron en el propia diseño y construcción de los edificios astronómico-ceremoniales, así como en centros astronómicos-ceremoniales, tales como, los sitios arqueológicos de Cañada De La Virgen, la soledad de Cruz Del Palmar o el del cerro de las Tres Cruces, 5 kilómetros al sur este del Jardín Principal de San Miguel de Allende. Con el natural sincretismo, durante la dominación española, los templos católicos tanto en la ciudad como en las comunidades rurales, manifestaron estos registros calendáricos mestizos en los diseños de planta y fachadas de estos edificios, e incluso la decoración y parafernalia de sus interiores.

Para muestra menciono tres ejemplos: la fachada del templo de Nuestra Señora de la Salud, la fachada e interior de la llamada capilla de indios, o capilla de casqueros, o capilla familiar, de San Miguel Viejo, o el templo-calvario al sur de la comunidad de Cruz Del Palmar.

Por cierto, estos dos últimos con un natural calendario de horizonte tanto al oriente como al poniente de su ubicación, tal como ocurre en los sitios arqueológicos de Cañada De La Virgen, Cerro de los Tres Cruces, o el de La Soledad.

Con investigaciones por venir, por ahora baste observar las fachadas, el interior, y sus respectivos calendarios de horizonte en los templos mencionados en este relato y así, comenzar a desvelar los secretos de los mitos y rituales vivos de esta maravillosa Frontera de la Tierra Adentro.

Arturo Morales Tirado tiene más de 20 años como operador turístico, es gestor del patrimonio natural y cultural, conferencista y docente universitario.