Por Juan Hernández
Hace unos días, Joe Biden y López Obrador se reunieron en México y la migración sigue siendo, aunque no lo nombren así en la agenda de la Cumbre de Líderes de América del Norte, un tema de vida o muerte para muchas personas. Si bien la bomba ciclónica Elliot sigue azotando a los Estados Unidos como no se había visto en una generación, no es la única tormenta que enfrió la Navidad y la fiesta de fin de año de los millones de migrantes que viven en la Unión Americana. La Corte Suprema de los Estados Unidos decidió que el Título 42 (medida que permite rechazar a los migrantes que cruzan de manera ilegal la frontera con México, para prevenir posibles contagios por COVID-19) siga vigente hasta agotar los recursos legales que interpusieron los gobiernos estatales republicanos. Por si fuera poco, ahora las iniciativas de reformas migratorias que se discutían en el Congreso de los Estados Unidos, y que ayudarían a millones de dreamers y trabajadores agrícolas, quedaron fuera del presupuesto para 2023. Es decir: no se destinaron recursos para seguir peleando por la causa de los migrantes.
Este nuevo revés hace que analistas políticos se pregunten: ¿qué ocurre con Joe Biden y los demócratas que no terminan de cumplirles a los migrantes sus promesas de campaña? Uno a uno los intentos del actual presidente de los Estados Unidos caen como copos de nieve que terminan congelando cualquier intención de la presente administración de ayudar a los migrantes. Parte de la respuesta a esta pregunta la podemos encontrar en los resultados de las elecciones intermedias de noviembre. Como recordaremos, los republicanos no obtuvieron la victoria aplastante que muchos pronosticaban, pero sí terminaron de polarizar al país y todos los temas de gobierno, incluida la migración, resultarán afectados. “Con el nuevo escenario en el Congreso tras las elecciones, donde los republicanos recuperaron el control de la Cámara de Representantes, la reforma migratoria ya no estará en la regularización de indocumentados, sino en aquellos que buscan asilo”, comentó el especialista en temas migratorios de Univisión Jorge Cancino.
En este sentido, los propios demócratas aceptan que la discusión de las últimas iniciativas de reformas migratorias se han enfocado en quienes intentan cruzar y no en los millones de indocumentados que viven en la Unión Americana. Si bien con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca se avanzó en la narrativa al ya no considerar “delincuentes” a los migrantes y clasificarlos como “no ciudadanos”, los fantasmas de Donald Trump siguen merodeando y esperemos que no influyan en las decisiones que los republicanos tomen en los intentos legislativos que se hagan para impulsar una nueva reforma. Muchos líderes migrantes veían al 2023 como el año clave para consolidar alguna herramienta legal que les diera la ciudadanía, ya que en el 2024 todo se politizará y, como desafortunadamente ha ocurrido, los migrantes serán bandera de muchas promesas de campaña que en su mayoría no se concretarán. “Dios quiera que Biden ya cumpla con lo prometido, sino esto será una burla y una gran decepción para los que votamos por él”, me escribió al WhatsApp un líder migrante hace unos días, por ejemplo.
Como hemos visto, el presidente de los Estados Unidos no ha logrado empujar el tema migratorio a las prioridades legislativas de su país, por su parte, en México se anunció un recorte del 26% para la atención de mexicanos en el extranjero. Esta reducción presupuestal (174 millones de pesos) afectaría a la asistencia consular, a través de la cual nuestros paisanos que viven sobre todo en Estados Unidos acceden a matrículas, pasaportes, actas de nacimiento, así como orientación laboral, judicial y para obtener la credencial del INE. “Los consulados no se dan abasto, algo que nos preocupa mucho en medio de la política de contención migratoria impuesta por Joe Biden. En muchos casos somos nosotros, las agrupaciones de migrantes, las que nos organizamos para financiar y apoyar a los connacionales”, comentó en una entrevista al Sol de México Julio Carrasco, presidente de la Alianza de Mexicanos en la Unión Americana.
Algo es claro, desde ambos lados del Río Bravo el panorama de la migración es cada vez más complejo. Estamos ante un gran reto y, desde la Coordinación Nacional de Oficinas Estatales de Atención a Migrantes (CONOFAM), nos hemos fortalecido para superar tiempos difíciles. Tan sólo en los últimos tres años, a pesar de la contingencia sanitaria por el COVID-19, pudimos atender de manera oportuna a los migrantes. No olvidemos que los institutos, oficinas y las secretarías estatales realizamos las tareas esenciales durante la pandemia como el traslado de cuerpos o la entrega de despensas a las familias de los migrantes. Asimismo, varios estados como Guanajuato generamos protocolos de atención a migrantes en tránsito que posteriormente fueron replicados por otras entidades. Al respecto, y en el marco del Día Internacional del Migrante, nuestro gobernador, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, envió un mensaje para seguir sumando esfuerzos entre los distintos órdenes de gobierno del país para no dejar solos a los migrantes ni a sus familias.
Mientras la tormenta Elliot sigue causando daños sin precedentes en los Estados Unidos, los frentes fríos cubren ya gran parte del territorio mexicano. Los pronósticos se mantienen complicados, pero el 2023 será un mejor año para los migrantes. Lo sé porque unidos logramos salir adelante y unidos es como los seguiremos acompañando. Y aunque pareciera que la relación entre Biden y López Obrador es igual de fría que estos tiempos, quizás en su próxima reunión sea bueno pasarles el sombrero para juntar dólares y pesos que, con la mano de nuestros migrantes, podríamos multiplicar con un 3×1 y calentar un poco los ánimos de ambos presidentes.
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Juan Hernández colabora para el periódico El Sol del Bajío; esta columna fue publicada con autorización.