¿Sabes cómo se encontraban algunas antigüedades antes de su exhibición?

3 restauraciones excepcionales

Por Carmen Rioja

En algunos casos, cuando se dedica especial interés y recursos a la preservación de los bienes artísticos, se alcanza una restauración excepcional. Una restauración exitosa es aquella que logra rescatar el mensaje material y espiritual o estético subjetivo, para conservarlo y asegurar su transmisión hacia las futuras generaciones. 

En México se conservan cantidad de obras de época virreinal, ya que la producción artística religiosa buscaba dar salida al mensaje mesiánico de las órdenes mendicantes y de los reyes católicos en las Américas. La época barroca fue intensa y cada vez más sofisticada dando lugar a la creación de talleres excelsos de pintura y maestros con un dominio de las artes compositivas que alcanzó gran belleza entre los siglos XVI al XVIII y principios del XIX.  

En el caso de México, el deterioro orgánico de los bienes artísticos y arqueológicos se vio acelerado por las guerras de conquista, la independencia, la revolución y el movimiento de cristeros, momentos históricos donde saqueos e incendio de templos y sitios históricos o arqueológicos fueron frecuentes.

Durante el siglo XX la desvalorización de ciertas obras, por la llegada de nuevas modas,  ideologías, objetos decorativos y anhelos futuristas prolongó aún más el deterioro. De modo que al final son muy pocas las obras que  a pesar de los embates lograron salvar los peligros y llegar hasta nuestros días.

Las iglesias aún albergan varias de estas magníficas obras. Se encuentran expuestas en retablos, pinturas al óleo y santos estofados, así como en pinturas murales, relicarios, grabados y artes aplicadas, de numerosas capillas, iglesias, conventos, museos con colecciones diversas a lo largo de todo el país. 

Sin embargo, el tiempo pesa sobre todas las obras de arte y es su peor enemigo. Los agentes de deterioro tanto químicos y biológicos que las dañan son innumerables, como pueden ser la humedad, el fuego, las plagas y aquellos daños causados por intervenciones humanas fallidas y mal manejo de las obras.

La UNESCO establece proteger obras de valor artístico y social auténtico excepcional “en peligro de desaparecer”. De ahí que sea un compromiso conservar el pasado artístico como un acto colectivo de la sociedad.

He aquí tres ejemplos de restauraciones exitosas en México:

  • Museo del Templo Mayor y Diosa Tlaltecuhtli, CDMX

Este museo alberga piezas que pertenecieron a la cultura de la gran Tenochtitlán, algunas de ellas fueron excavadas in situ en alguno de los entierros sagrados. Aunque anegados en lodo, se descubrieron restos de sus indumentarias, collares, orejeras, piedras talladas, vasijas cerámicas, arte plumario y una gran cantidad de fragmentos y restos de animales como aves, xoloitzcuintles, conchas de madreperla y caracoles, entre otros. 

Estas cajas habían permanecido ocultas bajo piedras y lodo, bajo varios derrumbes e inclusive entre los cimientos. Fue necesario el arduo trabajo de décadas de restauradores y arqueólogos para estabilizar los materiales en ambientes controlados de laboratorio. 

Hoy sabemos que en el caso de la gran pieza Tlaltecuhtli, pieza central del Museo del Templo Mayor, no podríamos conocer sus pigmentos y colores originales, o su complejidad simbólica  sin la intervención meticulosa y paciente de la Maestra en conservación Virginia Pimentel Chehaibar. 

  • Museo del Virreinato en Tepotzotlán, Estado de México.

La cantidad de pinturas al óleo sobre grandes lienzos que se despliegan por todas las salas del museo nacional del virreinato es extraordinaria. Vale la pena un tour solo para apreciarlas. Pero no siempre fue así, hubo un tiempo en que las iglesias y capillas estuvieron abandonadas, poco a poco se fue restaurando y ahora se puede visitar regularmente. Allí podrás encontrar la mayor colección de pintura de caballete así como los patrocinios de San José a la compañía de Jesús. Una imagen que los acompañaba a sus diferentes conventos o misiones, tal es el ejemplo en la escena de la fotografía de este artículo.

  • Santuario de Jesús Nazareno en Atotonilco, Guanajuato

A principios de 1994, el estado general de las capillas era deplorable con fuerte vandalismo, excrementos humanos en los pisos de las capillas abandonadas del Calvario. Pichones y murciélagos en las bóvedas y cortinajes. Girones de pinturas de caballete, sucias, cubiertas de telarañas y ya podridas amontonadas en el suelo. 

Algunas figuras de entre los doce apóstoles y escenas de la crucifixión habían sido saqueadas y destruidas. Jamás pudieron recuperarse. 

Gracias a las gestiones del Padre Fernando Manríquez y de la Asociación Atotonilco, Santuario de la Patria A.C., la compañía Ciencia y Arte en Restauración rescató el sitio bajo la dirección del prestigioso Maestro Restaurador Agustín Epinosa Chávez, –quien es también autor en el milagroso rescate bajo el lodo de la selva de las famosas pinturas murales de Bonampak– logró lo inimaginable al rescatar y restaurar de debajo de gruesas capas de pintura al aceite de los años 40 por intervención del pueblo que censuró con pintura color café oscuro las tres magníficas conchas del artesonado de las tres capillas absidales. Tras encontrar el método y la fórmula química perfecta, develó los originales de decorado barroco con versos escritos en hoja de plata y oro.