San  Cristóbal de las Casas: Un mundo feliz y sus cuatro esquinas

Por Carmen Rioja

Chiapas, en el sur de México, es actualmente uno de los más fascinantes y peligrosos destinos del país y sin duda el más recomendable de visitar. Lo más relevante es su antigua sabiduría, reflejada en los vestigios y edificaciones que se remontan a época prehispánica desde el 10,000 a.C, siendo la región del Soconusco el centro geográfico de la cultura Mokaya, la más antigua de Mesoamérica ubicada en el año 1500 a. C. Y madre del esplendor maya durante el Periodo Clásico precolombino del 250 al 900 d.C.

Su arquitectura colonial monástica y civil transita por los siglos XVI al XIX, tal como el sorprendente Templo y ex Convento de Santo Domingo. También destacan las expresiones contemporáneas ricas en artesanías textiles, cerámicas, gastronómicas y artísticas, tanto como manifestaciones culturales paganas y religiosas de toda índole que conviven entre sí de forma milagrosa. Sin embargo pareciera que hoy día subsisten apenas ya que se encuentran bajo la sombra del narcotráfico, el crimen organizado, las mafias y las redes de pornografía asociadas al fenómeno de migración y a la extrema pobreza presente en su más cruda faceta en toda la región. Un caos disfuncional plagado de padecimientos, con un sistema de salud fragilizado, donde los servicios de educación y alimentación básica no están garantizados. Y pareciera volverse más peligroso en cuanto más cerca se está de la frontera con Guatemala donde la crisis humanitaria ha causado una crisis migratoria. De tal modo, Chiapas es un destino tan fascinante como peligroso, cuando hasta hace muy recientemente la gente podía confiar en el pueblo y los turistas exploraban la región con facilidad. 

Como en muchas de las fronteras  y zonas de contacto, el intercambio cultural y de mercancías, el comercio, el turismo, la producción de alimentos y artesanías finas, la exquisitez de ciertos insumos, piezas cerámicas, obras de arte, textiles, cacao, joyería y piedras preciosas, así como rarezas gastronómicas y recetas milenarias de la cocina tradicional, atraen no sólo a buenos feligreses dispuestos a invertir sus recursos en la región, sino que atraen también a oportunistas, ambiciosos empresarios, delincuentes de poca monta y criminales organizados internacionalmente.

En síntesis, en nuestra crónica de viaje de cuatro días de visita conocimos la grandeza del mundo maya a través de sus vestigios pero también a través de la cultura viva. Son falsas las declaraciones históricas de que los mayas se extinguieron. Sus descendientes —mayas obviamente— están presentes en todos los niveles. Son los desplazados: el repartidor de garrafones, el motociclista de la esquina, la cocinera en la fonda, el niño que corre descalzo en el arroyo de la calle, la tejedora en telar de cintura, el vendedor de cinturones tejidos en el andador. Hay también chamulas, lacandones, zoques, tzotziles, totonacas y chiapanecas, etc. Muchos aún hablan su lengua y recuerdan la línea de sus ancestros. 

También en esos pocos días, nos tocaron horas negras, como una balacera en el mercado a franca luz del día en el mercado de San Cristóbal de Las Casas, por lo que tuvimos que esperar un par de días para conocerlo. Lo que nos condujo a visitar San Juan Chamula, donde además del humo sagrado que purifica corazones, pasamos por donde recién ultrajaron —en multitud— a una mujer; una barbarie generada durante el carnaval, previo a las celebraciones religiosas. Por si fuera poco regresando en taxi a San Cristóbal, tuvimos que sacarle la vuelta en el semáforo de una crucero a la entrada de la ciudad,  al recién acribillado cadáver y al operativo con policías y prensa —era la presunta víctima de un ajuste de cuentas entre redes criminales. “Cada zona tiene su cartel”, nos explicaron; además están los carteles grandes, que se dedican ya no solo a las drogas sino al tráfico de migrantes y a la producción de pornografía y explotación sexual de las mujeres indígenas.

San Cristóbal de las Casas, se encuentra enclavada en Los Altos de la sierra, junto a la región del Soconusco, la más antigua habitada en Mesoamérica por pueblos mayas, y es de las pocas ciudades que aún albergan una cultura originaria con diversidad de grupos lingüísticos. Raro es que no haya sido declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad en todos los capítulos posibles. Sin duda este hecho responde más a la falta de recursos para la integración de un expediente y a la falta de voluntad política que a la muy merecida e innegable excepcionalidad y autenticidad de todo su legado arqueológico, histórico, en tantas de las artes y expresiones  artísticas de sus comunidades, que son sencillamente el resultado excepcional del sincretismo que los procesos sociales en estas nobles tierras  forjaron. 

Chiapas ha sido cruce de caminos y crisol cultural durante siglos. Las cuatro esquinas del universo parecieran cruzarse en la plaza principal de La Catedral de San Cristóbal de Las Casas. Por esto y mucho más Chiapas es actualmente el destino mexicano más fascinante y recomendable de visitar; con sus debidas precauciones.