Por Carolina de la Cajiga
Poca experiencia y capital, pero mucha determinación es lo habitual al emprender un negocio.
Entre 1990 y 2010, Efraín Castro decidió probar suerte al otro lado del Río Bravo. Se fue de mojado. Las dos primeras veces que se arriesgó no tuvo ningún problema. Una vez del otro lado, aprendió a aplicar películas entintadas y polarizadas en cristales de automóviles. Efraín enseguida se dio cuenta del potencial de llevar esta técnica a México. Los cristales polarizados reducen el reflejo de la luz solar, haciendo el manejo más seguro. Al volver, con la experiencia adquirida, abrió su taller «Polarizado de Autos Castro». En ese momento, era el único taller que ofrecía este servicio en San Miguel.
Efraín explica que la parte más complicada del proceso es polarizar los cristales traseros. Hay que cortar la película, replicando la curvatura del cristal. La aplicación, con la ayuda de una pistola de calor, requiere paciencia y precisión para que quede en el lugar correcto y no se arrugue o, peor aún, se rompa. «Poco después de abrir mi negocio, accidentalmente rompí el vidrio trasero de un camión, que es el más caro», dice Efraín apretando los puños con frustración. Afortunadamente, el cliente comprendió la situación y no me exigió el pago inmediato.” Castro le pagó a plazos. Al día de hoy, veinte años después, este cliente sigue llevando sus vehículos a polarizar y lo recomienda sabiendo que es de confianza.
Como en la mayoría de los negocios, los ingresos suben y bajan. En uno de esos bajones que se alargan y parecen eternos, desesperado, Castro decidió irse nuevamente al otro lado a probar suerte. Confiaba que su experiencia anterior le sería útil. Cerca de la frontera, unos delincuentes interceptaron la camioneta en la que viajaba con otros aventureros. Por una semana, todos estuvieron encerrados mientras negociaban la lana para el rescate. Nunca supo quienes lo secuestraron ni a dónde lo llevaron. «La angustia de no saber si volvería a ver a mi familia es indescriptible. Aún sigo atormentado.” Con pesar declara Efraín.
Con más deudas de las que tenía cuando se fue, pero vivito y coleando, regresó a San Miguel dispuesto a echarle todas las ganas. Con tiempo y esfuerzo, Efraín se recuperó económicamente, y su negocio ha ido creciendo año tras año. Además de los cristales de autos, ha ampliado sus servicios añadiendo la polarización en vidrios caseros y en comercios.
El esfuerzo y la dedicación a su negocio han hecho que «Polarizado de Autos Castro» sea el número uno en San Miguel. La satisfacción y las recomendaciones de sus clientes son lo que más enorgullece a Efraín. “Como cualquier pequeño emprendedor, uno tiene que ser malabarista para cubrir todas las bases: tener el espacio, el equipo, los conocimientos y, obviamente, los clientes. También hay que hacer promoción y publicidad. Y, volver al primer paso y repetir y repetir y repetir. Cuanto más lo hago, más eficaz soy y la clientela aumenta.” ¡Es buenísimo que los clientes me ayuden corriendo la voz!» En el futuro, le gustaría añadir la venta de accesorios y contratar a una o dos personas para seguir creciendo.
La recomendación de Castro a quienes quieran iniciar su propio negocio es prepararse y aprender lo más posible, ser constantes, no desanimarse cuando las cosas no funcionan de inmediato, o como uno lo imaginó. Pero sobre todo, hay que trabajar con honestidad y calidad. Con una sonrisa alegre y traviesa afirma: «¡ten paciencia y disfruta tus triunfos!
Puedes encontrar el local de Efraín Castro en Ánimas 41, Centro, 415 153 5713, y como «castro polarized cars» en Instagram y Facebook.
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