Por Zaira Eliette Espinosa
Contemplemos una casa vacía, ¿vacía de qué? ¿Qué le falta a una casa para considerarse vacía? El vacío es la ausencia, el espacio cuando ya no tiene nada y resulta contener todo el recuerdo de lo que había o el imaginario de lo que nunca habrá.
Como en el poema “Yo soy mi propia casa” de Pita Amor, y si el vacío también es en el interior de nuestro cuerpo, las presencias se enmarañan con la memoria de las sensaciones.
También hay una manera de llamarle a la casa cuando aterra la soledad que dejan los hijos cuando se van: el síndrome del nido vacío.
La novela Casas vacías, de la narradora mexicana Brenda Navarro es una historia a dos voces de mujer unidas por el puente de la maternidad. Los vacíos se convierten en abismos llenos de preguntas, sobre todo una: ¿Dónde está mi hijo?
Navarro recrea con tremendo realismo los episodios emocionales por los cuales atraviesa una madre ante la ausencia de un hijo. Cada segundo que pasa en la incertidumbre es un camino de nostalgias, enojo, culpa, arrepentimiento, la autoestima enraizada a la femineidad más exigida: ser madre.
Por un lado, en un parque se encuentra la madre de un niño con autismo que inesperadamente desaparece y el tiempo se encarga poco a poco de carcomer las orillas de la paciencia y la cordura, así como el óxido devora a los objetos a la intemperie.
Por el otro, existe una mujer que desea ser madre y llena de ignorancia y desesperación por retener al hombre de su vida permite a sus ojos encontrar a la presa en un parque al cual nunca había ido.
El arrebato de vida se manifiesta cuando en vida es la muerte emocional la que impera. Para la madre del desaparecido, no tener a su hijo implica no saber vivir. Y al margen de su vida, hacer miserable la vida de los demás que la rodean.
Las mujeres que tienen a sus hijos desaparecidos también desaparecen. También, algunas mujeres que nunca pudieron ser madres sienten ser desaparecidas, sin nombre, sin identidad ante la falta de un hijo que las reivindique como mujeres.
Casas vacías hace una crítica a las expectativas que se tienen de las mujeres ante la maternidad, es una radiografía del sentir de una madre expuesta con un lenguaje íntimo y desgarrador.
Esas dos voces de mujer que narran episodios internos y externos de su vida con y sin hijos son las voces que en el vacío hacen eco de las innumerables temáticas sobre la maternidad, las consecuencias, los esmeros, las soledades.
Casas vacías es la gran novela de la mujer madre y los hijos que desaparecen, aparece esa delgada y fantasmal línea que existe entre la depresión y la lucidez, el dolor y su palpitar que te recuerda cada latido de vida.
La joven Brenda Navarro es ya una de las principales narradoras mexicanas que es preciso mencionar y seguir en el abanico de este boom de la literatura latinoamericana escrita por mujeres.
*Este artículo fue publicado con autorización de la autora. Para leer más, siga este enlace:
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