El duelo de María y las batallas que siguen entre EE.UU. y México  

Por Juan Hernández

María Soria Martínez, originaria de San Luis de la Paz, Guanajuato, perdió a su esposo migrante el 31 de diciembre de 2022 y, aunque ningún programa gubernamental logrará cubrir la ausencia de su ser querido, estar con ella en estos momentos tan difíciles es lo menos que podemos hacer. Mientras los dimes y diretes diplomáticos entre Estados Unidos y México continúan, tuve la oportunidad de entregar a María un apoyo del programa Camino Seguro. “Más allá de la ayuda económica que nos están dando, lo más importante es que no estamos solos”, me dijo María. Cuando nuestro gobernador, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, creó la Secretaría del Migrante y Enlace Internacional, lo hizo precisamente para contar con programas humanitarios que estuvieran a disposición de los guanajuatenses cuando más los requirieran. Quizás este espíritu de solidaridad es el que debería imperar cada que ocurra un desencuentro entre los gobernantes de Estados Unidos y México, y no los tuits como forma de negociación.

La arena de lucha política sigue animándose por los desencuentros entre las dos naciones. Ahora, la discordia es por el tráfico de fentanilo. La semana pasada, el presidente Andrés Manuel López Obrador recibió a legisladores demócratas y republicanos encargados de dar seguimiento al Tratado entre México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC). Si bien la agenda era para desahogar temas comerciales, el embajador norteamericano, Ken Salazar, dejó entrever que también se abordaron otros temas: “A veces hay inquietudes y desacuerdos pero sabemos que estamos unidos”, dijo al despedirse del presidente mexicano. Ken Salazar, por cierto, lo ha visitado en tres ocasiones sólo en la última semana para limar asperezas y tranquilizar los ánimos. No olvidemos que en política nada es casualidad y que el siguiente año ambos países se juegan sus respectivas presidencias, por lo que cada reunión o desencuentro puede impactar en los intereses de estas dos naciones que se aman como hermanos, pero que pelean con la misma intensidad.    

Al mismo tiempo que AMLO y los legisladores norteamericanos se ponían de acuerdo en materia económica, por su parte el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, cumplía en Estados Unidos con una encomienda igual de importante y estratégica: reunirse con los 52 cónsules mexicanos para lanzar una campaña de defensa de México, como el mismo gobierno federal la define. “No permitiremos que nos atropellen”, comentó Ebrard al explicarles que la campaña es para dar contrapeso a los dichos que algunos republicanos han hecho en los últimos días, y en los que culpan a nuestro país de la crisis que se vive en Estados Unidos por el consumo de fentanilo. Tal ha sido la escalada de este problema que, incluso, algunos legisladores republicanos exigen la intervención de su ejército en México. Los analistas políticos aún discuten sobre quién gana o pierde más con esta polarización entre ambas naciones que ha ido creciendo en las últimas semanas y que, al parecer, ha definido un objetivo en común en ambos países: no perder un ápice de terreno en las próximas contiendas electorales de 2024. 

Más allá de los desencuentros diplomáticos causados por diversos temas como la inseguridad, la lucha contra el narcotráfico o la migración, los especialistas ven que la bandera nacionalista que han adoptado ambos países puede ser definitoria en las elecciones presidenciales, tanto en Estados Unidos como en México. Por ejemplo, la aprobación en nuestro país de la reforma electoral, llamada Plan B, permite que el voto en el extranjero se realice vía postal, electrónica y presencial en los consulados con credencial del INE, matrícula consular o pasaporte. Si tomamos en cuenta que en EE.UU. radican cerca de doce millones de mexicanos de primera generación y que, con la reforma constitucional de 2021 (con la cual ya son más de treinta y ocho millones de mexicanos en el extranjero, sumando a los de segunda y tercera generación), la intención del voto más allá de nuestras fronteras podría decidirlo todo.

Ahora bien, si nos enfocamos en la carrera electoral en la Unión Americana, la cosa está que arde con el regreso a los escenarios políticos de Donald Trump y toda su campaña de odio hacia los migrantes. Por eso, cobran mayor relevancia las controversias que se han suscitado entre Estados Unidos y México en las últimas semanas. No olvidemos, por ejemplo, que Mike Pompeo cimbró al mismísimo canciller mexicano al asegurar en su libro que el programa Quédate en México se negoció tras bambalinas. ¿O qué podemos decir del llamado que el propio presidente de México haría a nuestros paisanos que radican en el vecino del norte para no votar por los republicanos, quienes han aprovechado la coyuntura para encender nuevamente el sentimiento antimexicano? 

La arena de lucha política sigue encendida; mientras tanto, en la Coordinación Nacional de Oficinas de Atención a Migrantes, CONOFAM, estamos de acuerdo en hacer a un lado los intereses políticos para seguir cumpliendo nuestra misión: ayudar a María, Guadalupe, José o cualquier migrante que necesite de nosotros.

Facebook @juanhernandez.org. Twitter @JuanHernadezS

Juan Hernández actualmente es el Secretario de Migración y Enlace Internacional del Gobierno de Guanajuato y colabora para el Periódico El Sol del Bajío; esta columna fue publicada con autorización.