Por Rodrigo Díaz Guerrero
Tras muchos años de exploración clínica mediante el estudio de la acústica y la percusión, se han logrado grandes avances médicos desde que en 1942 fueron introducidos los ecógrafos como medio de diagnóstico por el neurólogo y psiquiatra austriaco Karl Dussik, quien originalmente comenzó a usarlos para la investigación de anomalías cerebrales.
Derivado de estos estudios, hoy podemos contar con el ultrasonido como una de las tecnologías médicas más populares que se utiliza para la visualización de los órganos internos del cuerpo humano. Su uso es fundamental en diversas ramas de la medicina y pieza imprescindible en la detección y diagnóstico oportuno de múltiples afecciones, brindando seguridad a los pacientes —puesto que son estudios no invasivos— y posibilitando mejores tratamientos en los centros de salud. Dado que para la comunidad médica abril es el mes en que se focalizan los esfuerzos en los padecimientos infantiles, te hablaré de dos afecciones en las que el ultrasonido puede hacer la gran diferencia en términos de salud: la criptorquidia y la displasia de cadera.
La criptorquidia es una condición en la que los testículos de un recién nacido no descienden a su posición correcta en el escroto. En México, se reporta una incidencia de criptorquidia del 2% al 4% de los niños nacidos cada año. Aunque no es una condición grave, puede presentar complicaciones como la infertilidad, el cáncer testicular y problemas en el desarrollo sexual. Por lo tanto, es importante que los padres estén atentos a los síntomas y lleven a sus hijos a un médico pediatra para que realice un examen físico completo y determine el curso de tratamiento adecuado.
Por su parte, la displasia de cadera en neonatos es una condición en la que la articulación de la cadera no se forma correctamente. Esto puede provocar problemas en el desarrollo del hueso, la musculatura y el cartílago de la cadera, y puede desembocar en dolor y dificultades para caminar cuando el niño crece. Se estima que 1 de cada 1,000 niños presenta la condición en el nacimiento, y es más común en niñas que en niños. Los síntomas pueden incluir la pierna que se desliza hacia un lado o hacia atrás, o una articulación que parece estar floja o dislocada. El tratamiento temprano puede ayudar a corregir la condición y mejorar el pronóstico del infante, por lo que se recomienda un examen físico completo durante el periodo neonatal y visitas regulares al pediatra para garantizar que todo el desarrollo se esté produciendo normalmente.
El ultrasonido se ha convertido en una herramienta efectiva en la detección oportuna de la criptorquidia y de la displasia de cadera, brindando algunas ventajas para la detección de estas condiciones: no requiere radiación ionizante, lo cual lo hace seguro para el paciente, incluso en recién nacidos; es un procedimiento rápido y fácil de realizar, lo que permite una evaluación precisa del escroto y de la cadera sin generar incomodidades al neonato; ayuda a proporcionar información más precisa sobre la condición al ser más exacta que la evaluación física; en la detección de la displasia de cadera en neonatos puede ayudar a evitar pruebas o cirugías innecesarias, entre otros beneficios.