¿Es la marihuana legal en México?

Por Bernardo Moreno

Para explicarnos este polémico tema, entrevisté a un especialista, José Domingo Schievenini, Doctor en Historia por la UNAM y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Sus áreas de investigación se centran en la historia y políticas públicas sobre drogas. Ha publicado para revistas científicas como Social History of Alcohol and Drugs Journal publicado por The University of Chicago Press o en libros como Cannabis: Global Histories publicado por The MIT Press. Actualmente es Profesor-Investigador en la UAQ. Twitter: @DomSvn

BM: ¿Cuándo comienza a prohibirse el cannabis en México?

JDS: El cannabis llegó al continente americano con los españoles, en el siglo XVI. Le llamaban cáñamo. Se cultivó de manera completamente legal en diversas partes de México; de hecho, sembrarlo en las tierras aún no explotadas fue un mandato de la Corona Española. Se usaba como materia prima para textiles (ropa, cuerdas y velas para barcos). Esos cultivos acabaron extendiéndose por gran parte de la Nueva España, los más prósperos fueron los de Alta California y Atlixco, Puebla. Pasaron dos siglos y el cannabis se había adaptado perfectamente al suelo y al clima mexicano, provocando modificaciones fenotípicas en las plantas: especímenes más cortos de altura y con tallos menos gruesos, pero más frondosos, con mayor resina psicoactiva en sus flores. Los indígenas que trabajaban los cultivos de cáñamo se percataron de esas flores; lo cual era de esperarse siendo una población heredera de una milenaria tradición herbolaria: cortaban las flores, las llevaban a sus casas y experimentaban con ellas. Sobresale un brebaje: el pipiltzizintli (palabra náhuatl que significa “los niños más nobles”), preparado con cannabis y otras hierbas. Se bebía en rituales de tipo adivinatorio. La Santa Inquisición se enteró de estas prácticas indígenas y las reprimió por diabólicas, al igual que castigaban el uso de peyote, hongos alucinógenos (en náhuatl teonacatl que significaba “carne de los dioses”) y ololiuhqui (después conocida como “semillas de la virgen”). La represión inquisitorial —escandalizada por una hierba indígena supuestamente usada para tener contacto con el demonio— fue el inicio del proceso de estigmatización del cannabis en México.

BM: ¿Y cuándo se consolida ese estigma contra la marihuana?

JDS: A mediados del XIX, ya en el México independiente, cuando se le consideró un “vicio”, es decir, un defecto moral. Los periódicos publicaban notas quejándose de los “marihuanos”: vagos, pobres, mugrosos, desempleados que con sus ojos rojos espantaban a las familias decentes y a las señoras cuando iban a hacer su mandado al mercado. Se relacionaba la marihuana con la pobreza y con los vicios sí, pero también con la locura y la violencia: “mató a su abuela con un machete después de fumar la diabólica hierba de la marihuana” es un ejemplo del tono que se podía leer en la prensa. Esas notas aceleraron la estigmatización y como consecuencia vino la prohibición nacional en 1920 por ser una planta que, literalmente, “provoca vicios que degeneran la raza”. Luego, a mediados del siglo XX, las prácticas de comercio ilegal de drogas se convirtieron en una problemática criminal y el cannabis entró en la misma bolsa que heroína, opio y cocaína. Desde entonces se ha tratado de una planta inmoral e ilegal que —de acuerdo a los discursos hegemónicos— ensancha uno de los problemas más agudos de la historia contemporánea de México: el narcotráfico.

BM: ¿Esa estigmatización está cambiando en el presente?

JDS: Sí, ligera y paulatinamente. Empezó a cambiar en 2015, por dos razones: primero por el reconocimiento mediático de los beneficios medicinales; siguiendo la pauta de la regulación en USA, los noticieros nacionales mostraban en televisión abierta casos de personas que mejoraban notablemente su salud. Lo cual, aunque parezca un asunto poco trascendente, no tenía precedentes en los medios masivos de comunicación mexicanos, que llevaban más de siglo y medio satanizando el cannabis. El primer caso y más sonado fue el de la niña Grace Elizalde, en Monterrey, quien sufría decenas de ataques epilépticos cada día y con gotas de cannabis mostró una mejoría enorme. La segunda razón para hablar de un proceso de desestigmatización fue una decisión de la Suprema Corte, reconociéndole a un colectivo llamado SMART (Sociedad Mexicana de Autoconsumo Responsable y Tolerante) su derecho a cultivar cannabis para consumo personal. SMART eran solamente cuatro personas, pero ese antecedente jurisdiccional del 2015 fue la primera grieta al paradigma prohibicionista en México. Medios de comunicación, activistas y algunos académicos comenzamos a presionar para que esa decisión de la Corte tuviera mayor impacto. Esa presión sin duda ha influido en la opinión pública y, además, derivó en varios casos más, similares al de SMART, que incidieron positivamente en la percepción social del cannabis y provocaron modificaciones a las leyes nacionales. 

Continuará…