Por Diana Hoogesteger
Educación y Comunicaciones Vía Orgánica
Los abuelos eran más sanos que los padres, y los padres son más sanos que los niños. ¿Qué está pasando?
Es importante comprender por qué estamos en este gran problema de salud pública.
En una entrevista con la Dra. Michelle Perro, con más de 35 años de experiencia como pediatra, investigadora y escritora (www.gordonmedical.com), comenta:
“Cada uno de nosotros tiene el regalo divino de la salud y la capacidad de sanarnos, pero esto se ve entorpecido por la alta toxicidad en la que vivimos, además de traumas emocionales y nuestra genética”.
Son las cosas tóxicas la primera razón por la cual nuestros hijos están enfermos, por la toxicidad en la comida y en el ambiente.
En el tracto gastrointestinal se encuentran al menos 100 millones de neuronas que se comunican con el cerebro a través del sistema nervioso entérico; por lo tanto, lo que pasa en el estómago pasa en el cerebro. Por eso decimos: “Somos lo que comemos”.
Los productos alimenticios están directamente relacionados con la salud, particularmente del estómago.
Los problemas más comunes de enfermedad en los niños son gastrointestinales. Los niños aún no tienen la misma capacidad de desintoxicar su cuerpo como los adultos. Todo les afecta más.
Hace unos 25 años comenzó la expansión masiva de la agricultura con productos transgénicos (OGM- Organismos Genéticamente Modificados) y con ellos el herbicida del Glifosato. Hoy en día encontramos el glifosato en el aire, en la lluvia, en el agua, en los alimentos, en las vacunas, en la leche materna. ¿Qué quiere decir esto? Que al soltar este veneno tóxico al ambiente con el pretexto de combatir hierbas malas, nos estamos envenenando a nosotros mismos.
MONSANTO BAYER (principal distribuidor de transgénicos y glifosato) nos miente diciendo que no nos afecta porque no tenemos el mismo vehículo que las plantas, pero tenemos microbios que mantienen la salud humana y el glifosato es un antibiótico que mata los microbios intestinales. Su químico es muy parecido a la glicina y cambia, no se rompe, puede durar en el ambiente hasta 22 años.
Monsanto ha dicho muchas mentiras y ha recibido muchas demandas, hay libros sobre los crímenes de esta compañía, pero seguimos comiendo sus productos.
Cada vez hay que usar más químicos y más fuertes. Las hierbas se están volviendo resistentes y los cultivos alrededor de los plantíos también se contaminan.
La doctora y varios investigadores han visto un vínculo directo entre el glifosato y las siguientes enfermedades:
Autismo: 1 de 14 niños tiene autismo en algunos estados de USA.
Es un problema serio neurológico y un 90% viene del problema intestinal.
Problemas en el sistema de hormonas: problemas menstruales, aceleración en el desarrollo de niños y niñas.
Problemas metabólicos: diabetes, obesidad.
Asma: Argentina explotó en asma desde los cultivos masivos de soya; y en México 1 de 9 niños lo padece.
Nacimiento de bebés débiles: En Salina, California, mujeres que recibieron muchos pesticidas tienen bebés chicos y débiles o con hiperactividad.
Explosión de problemas en los riñones de los que trabajan con el glifosato.
Riesgos más altos de cáncer y de leucemia.
No solo es el glifosato, existen alrededor de 6 diversas toxinas en herbicidas, fungicidas y pesticidas que se usan en los cultivos convencionales. Hacen falta más estudios.
¿Qué podemos hacer?
Comer orgánico, libre de OGM y sin pesticidas. Comida fresca hecha en casa, no industrial. Conocer de dónde viene la comida y cómo se produce.
Las madres y los padres, las escuelas y las autoridades deben cuidar del ambiente interno y externo para reducir los tóxicos. También en los parques y espacios públicos.
- Limpiar el sistema interno (cuerpo) y el sistema externo (ambiente).
- Cocinar comida hecha en casa.
- Parar de comprar comida industrial, falsa, procesada.
- Evitar la soya, 90 % es transgénica y sólo se digiere bien fermentada.
- Más vegetales y frutas frescas orgánicas, no industriales.
- Todos deben aprender a cocinar su comida, también los hombres y los niños.
- La Sidra de Manzana ayuda a disolver/destruir el glifosato —añadirlo a sus dietas.
- La comida fermentada es muy buena para restaurar los microbios intestinales.
- Cambiar los aceites vegetales por aceites buenos: aceite de olivo, aceite de coco, aceite de ajonjolí, aceite de aguacate, por ejemplo.
- No fumigar jardines.
- No usar ingredientes tóxicos para la limpieza.
- Usar menos cloro y desinfectantes comerciales.
- Usar vinagre blanco para limpiar y desinfectar.
Cambiando nuestras dietas y el ambiente natural, cambiamos nuestra salud. Si sanamos nuestros espacios nos sanamos a nosotros mismos. Si envenenamos nuestros ambientes, nos envenenamos nosotros mismos.
Todos somos partícipes y entre más escogemos productos limpios y libres de toxinas, más ayudamos a dejar de producirlos y a elevar la producción de productos naturales libres de tóxicos.
Cuidar del bienestar de todos, está en las manos de cada uno de nosotros.