Por Jeffrey Sipe y Nina Rodríguez
Gran parte del Cine Mexicano independiente se suele caracterizar por un realismo social que su vertiente comercial ignora. Basada en un loco intento para evitar el asesinato del legislador Luis Donaldo Colosio en 1994, ColOZio —producción del 2020 dirigida por el artista y cineasta Artemio Narro— rompe con esta tradición.
ColOZio es jubilosamente irónica de principio a fin, incluso en los créditos que aparecen alrededor de la mitad de la película. Si el clásico «Una película de» normalmente es seguido por el nombre del director, en ColOZio aparecen al menos una docena de nombres, y el del director no está incluido. De hecho, «Artemio Narro» sólo aparece en pantalla cerca del final de los créditos, con la mención «A pesar de».
Ambientada en 1994, la película gira en torno a una alucinante carrera para evitar el asesinato de Luis Donaldo Colosio, heredero priísta a la presidencia de Carlos Salinas de Gortari. La espera de su nombramiento creó grandes expectativas entre los Mexicanos, anticipando cambios concretos en sus vidas personales, con la clase burguesa ya especulando sus nuevas vidas profesionales. En una fiesta un hombre le cuenta a otro que se ha reunido con un amigo de un amigo de un amigo de un amigo de un amigo de un amigo de uno de los guardaespaldas de Colosio, quien le aseguró un puesto en la nueva administración. «Te llevaré conmigo», le promete a su compañero.
Mientras tanto, del otro lado de la ciudad, dos jóvenes pachecos acaban de meterse un ácido. Mientras están viendo el noticiero en la tele, perciben el aviso que Colosio será asesinado en un mitin de campaña en Tijuana tres días más tarde. En su viaje, deciden que no es alucinación, y lo que han visto y oído es real. Roban un coche —secuestrando sin querer a su propietario dormido en el asiento trasero— y se dirigen al norte para impedir el asesinato, lo cual están convencidos de que sin duda los convertirá en héroes de la patria.
En otras palabras, a pesar de la elevada retórica de Colosio sobre un nuevo México, las preocupaciones de sus potenciales electores realmente son egoístas. Incluso el título, ColOZio, está diseñado para reflejar eso —explica Narro que todos sus personajes realmente ven la oportunidad de salvar la política mexicana más bien desde el punto de vista de sus propias ganancias, muy parecido a los acompañantes de Dorothy en El Mago de Oz.
Y no sólo Oz, el viaje a Tijuana literalmente es una odisea, incluyendo encuentros con personajes de la mitología griega y con las brujas de Shakespeare. Referenciar obras clásicas es una pasión de Narro, entre sus cuadros recientes hay una serie de reproducciones de pinturas históricas de todo elemento visual excepto la sangre.
Entonces, ¿de qué trata ColOZio? ¿Será una metáfora del carácter contradictorio del México contemporáneo, con sus fortalezas y debilidades? Según el director, se trata de «una versión alterna del magnicidio desde los ojos de dos jóvenes sin mucho oficio ni beneficio a quienes se les une un tercer perdedor». Esa es, quizá, la ironía final de Narro y de ColOZio.Este miércoles, 26 de octubre, se realizará una proyección gratuita al aire libre de ColOZio como parte del ciclo «Más Cine Mexicano, por favor» del GIFF en el Compartimento Cinematográfico, Calzada de la Estación 59.