Por Jeffrey Sipe y Nina Rodríguez
Teorema de tiempo plantea cuestiones de todo tipo sobre la naturaleza del cine, el cine documental, la memoria y la presentación de autopercepciones que al final tienen poco que ver con la realidad. Como este último punto es una parte integral de la vida en San Miguel, debería dar a la película un impulso extra aquí.
El director Andrés Kaiser, cineasta ya consolidado en México, descubrió cientos de rollos de película rodados por su difunto abuelo, un industrial aristócrata que renunció a sus ambiciones como artista cuando aceptó la insistencia de su familia a emigrar de Suiza a San Luis Potosí (después de llevar una vida de artista en Nueva York) para dirigir el negocio de imprenta familiar.
Lo que a primera vista parece una colección de películas caseras filmadas con un ojo algo caprichoso, resulta ser un tesoro de conocimientos una vez que se quita el suave barniz de las realidades emocionales del clan Kaiser.
Gran parte de la verdadera historia de esta familia ocurre off screen y no vemos nada del tipo de abusos que conocemos en otras cintas en este material, sin embargo la desconsideración y la ambición del patriarca resultan casi igual de devastadoras como si hubiera un abuso físico directo.
La mayoría de los fragmentos en Teorema de tiempo parecen películas caseras: imágenes de los niños, de las vacaciones y de las visitas a las capitales europeas. Sin embargo, por medio de una voz en off, Kaiser pone énfasis en el hecho de que por muy documentales que sean las imágenes, las películas de su abuelo presentan una realidad totalmente construida, en la que los matrimonios son perfectos y las familias intactas. La verdad real, dice el cineasta, viene a través del contraste de las imágenes idílicas con los documentos burocráticos que detallan nuestras vidas de la manera más desapasionada posible. Ahí, dice, es donde está la verdad ineludible sobre nosotros mismos.
Al terminar la película queda mucho por reflexionar, sobre todo acerca de cómo interpretamos las imágenes en movimiento, especialmente cuando se supone que documentan la vida de otra persona. Aunque la imagen en sí misma pueda contar una historia, puede que no sea la verdadera.
Vale la pena recordar algunas de las citas del provocador y director de cine Jean Luc Godard sobre la forma de arte que eligió para dominar. «El cine», dijo una vez, «es el fraude más hermoso del mundo», refiriéndose a las construcciones artificiales utilizadas para contar historias. Más tarde se le citó diciendo que «el cine es como un diario personal, un cuaderno de notas o un monólogo de alguien que trata de justificarse ante una cámara», observación que bien podría aplicarse al abuelo de Andrés Kaiser y su encaprichamiento con la cámara de cine. Y, sin embargo, a pesar de todo su aparente cinismo, parte del cual es claramente fabricado, Godard se rindió a los fundamentos del cine con su cita más famosa: «El cine es la verdad 24 fotogramas por segundo».
Teorema de tiempo recibió el Premio al Mejor Largometraje Documental y el Premio de la Prensa en su estreno durante GIFF 2022 en julio. Tendrá dos funciones gratuitas en Mezcal Art San Miguel de Allende este 24 y 26 de noviembre, como parte de la «Muestra de Patrimonio Audiovisual» del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE).