Retrato de la adolescencia ucraniana estrena en cines mexicanos

Por Jeffrey Sipe y Nina Rodríguez

En su Opera Prima de ficción, la documentalista ucraniana Kateryna Gornostai observa a un grupo de adolescentes ucranianos a punto de graduarse de la escuela mientras luchan contra las incertidumbres y dudas que invaden a los adolescentes de todas las nacionalidades. Sin embargo, no se trata de John Hughes, quien tanto en Breakfast Club como en 16 Candles logró crear personajes realistas y creíbles en la tradición del cine americano, asegurándose de que sus problemas y dudas fueran divertidas para la audiencia. Mientras tanto, en Detengan la Tierra (Título Original Stop-Zemila), la experiencia documental de su directora se refleja en una verosimilitud que solamente se puede encontrar en el cine independiente.

Los problemas a los que se enfrentan los adolescentes ucranianos no son tan diferentes de los que afrontan los adolescentes en otros lugares del mundo. Viven retos relacionados con las emociones, las relaciones, la salud mental, la identidad sexual e incluso se cortan, que no es exclusivo de Ucrania. Pero en lugar del humor que Hughes y otros actores utilizan a veces en sus personajes, Gornostai trata a los suyos con profunda seriedad. Al fin y al cabo, la adolescencia es efímera, pero eso para nada reduce la importancia de las victorias, decepciones y la confusión que se vive al borde de la madurez.

Parcialmente escrita y parcialmente improvisada, la historia de Detengan la Tierra es contada por medio de actores no profesionales, que en su mayoría interpretan a sí mismos en las situaciones que el director ha definido para ellos. Los directores suelen recurrir a actores no profesionales para interpretaciones más naturales que, en el caso de Detengan la Tierra, anulan en gran medida cualquier artificialidad. Es fácil creer que estos «actores” no están inmersos en sus personajes, sino en sí mismos. Y, en muchos sentidos, lo están.

Detengan la Tierra sigue a Masha, una inconformista independiente, y a los espíritus afines que reúne a su alrededor como amigos. Sin embargo, por muy autosuficiente que sea, Masha acaba aprendiendo que esa fortaleza no mitiga el dolor y la confusión de un amor no correspondido. Sus amigos Yana (Yana Isaienko) y Senia (Arsenii Markov) están ahí para apoyarla. En esta escena tanto como a lo largo de toda la película, Senia aporta una sutileza impresionante y sincera, desmintiendo el cliché del chico malo que los demás le han puesto.

Hay humor, por supuesto. Como todo lo demás en Detengan la Tierra, fluye naturalmente de los acontecimientos retratados. La directora no emite juicios ni interpretaciones. No importa si se llama naturalismo o realismo. Los acontecimientos de la película, representados a través de las impresionantes interpretaciones de sus actores no profesionales, se desarrollan con la misma naturalidad que en la vida real.

Detengan la Tierra no tiene un argumento como tal, ni puntos de inflexión, ni siquiera un clímax. Al igual que la adolescencia, la película no es una sucesión de escenas alimentadas por revelaciones y presagios con tramos de emoción entre medias. Es divertida y triste, pero eso forma parte del crecimiento, por doloroso que sea. Gornostai le toma el pulso a la adolescencia y nos informa con asombrosa claridad.

Después de su estreno mundial en Berlinale, la película llega a salas mexicanas como parte de la Muestra de la Cineteca Nacional y se proyecta en el Compartimento Cinematográfico de San Miguel de Allende. Para más información, visita nuestra página de Facebook: https://www.facebook.com/compartimentocinematografico/