La salud del hombre

Por Oriol Bolaño

Mucho se habla sobre el tema de la masculinidad como factor diferencial en términos de salud entre hombres y mujeres: lo que “significa ser hombre” ha contribuido a que en casi todos los países del mundo, los hombres tienen mayor probabilidad que las mujeres de morir antes de cumplir los 70 años. 

Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), señalan que alrededor del 52% de las muertes por enfermedades no transmisibles (ENT) en todo el mundo se producen en hombres. En México, por ejemplo, la esperanza de vida de los hombres es alrededor de cinco años menor que el de las mujeres, según datos del INEGI. En nuestro país nacen y mueren más hombres que mujeres, habiendo diferencias desde los primeros años de vida: en 2016 hubo tres fallecimientos en hombres de 20 a 34 años por cada defunción de mujer en el mismo rango de edad, y estas diferencias se suman otras, que tienen que ver con las actitudes y estilos de vida, una a destacar: los hombres acuden a consulta médica y a chequeos con mucho menos frecuencia, además de su propensión notoria a fumar y a las bebidas alcohólicas. Es bien sabido que la alimentación y los modos de vida poco saludables, el consumo de tabaco y el consumo nocivo de alcohol son los principales factores de riesgo de las ENT, y se ha determinado que la subutilización de los servicios de atención primaria de salud por los hombres constituye un problema en muchos países. Las razones por las cuales estos factores de riesgo afectan desproporcionadamente a los hombres están relacionadas a menudo con las formas en que la sociedad nos educa para que comprendamos nuestra identidad y nuestras funciones como hombres y mujeres en relación con las responsabilidades familiares, la vida laboral, las actividades recreativas o la necesidad de acudir a los servicios de salud.

Estas normas de género varían según el contexto social y cultural, pero a menudo se asemejan entre los distintos países en lo que se refiere al comportamiento con respecto a la salud (8). Las inequidades socioeconómicas también influyen en la forma en que estas normas afectan a la salud, ya que las creencias y expectativas acerca del comportamiento de los hombres —por ejemplo, que los hombres deben ser el único sostén de la familia— pueden convertirse en factores de riesgo cuando se ven exacerbadas por la falta de oportunidades económicas y la marginación social y, por ende, pueden contribuir al comportamiento poco saludable de los hombres y a tasas elevadas de morbilidad por enfermedades prevenibles.

La detección oportuna de enfermedades específicas de los varones —como los cánceres de próstata y de testículo— así como otros padecimientos crónicos de importancia para ambos sexos, entre ellos hipertensión y diabetes, han sido objetivo de prevención entre las instituciones de salud. Como prevención es importante el perfil de lípidos, cada tres años a partir de los 30 y tres mediciones: glucosa en sangre, cada tres años a partir de los 45 años o de los 20, si hay sobrepeso, obesidad o algún familiar directo con diabetes; presión arterial, cada año a partir de los 30 o de los 20, si hay diabetes, sobrepeso u obesidad y colesterol, cada tres años a partir de los 45 o a partir de los 20, si hay obesidad o algún familiar con cardiopatía isquémica.

¡Saber cuidarnos es de suma importancia!