Por Libera Lang
Construir más infraestructura, presas, bombas y pozos no va a solucionar el problema del agua en San Miguel de Allende. Expertos en el tema de cultura del agua expresaron al unísono que una política pública vertical nunca funciona. “Cada casa y colonia debe tener sus propias estrategias de conservación, captación de agua de lluvia, reuso y tratamiento de aguas negras. Las comunidades deben ser autosustentables y eso no se está haciendo desde la política pública”, afirmaron Edgar Abelleyra Cordero y Madaí Fernández Correa, antiguamente funcionarios de la CONAGUA local en Guanajuato.
La crisis de la cultura del agua en San Miguel ha sido tema de discusión a lo largo de décadas. Cuando grupos de la sociedad civil se han reunido con expertos para puntualizar las soluciones, las palabras de especialistas con vasta experiencia en estrategias para la gestión del agua se escuchan como una voz en el desierto. Porque a nivel institucional la articulación entre las distintas áreas de desarrollo no se está dando. “Hay muchos programas de educación ambiental y cuidado del agua pero sin una línea que articule acciones”, explicó Abelleyra mientras que Madaí Fernandez aseguró que las políticas públicas de todas las dependencias de gobierno deben ser integrales, de lo contrario son esfuerzos aislados con poco impacto en la población.
La estrategia nacional en materia de cultura del agua evolucionó hace algún tiempo gracias a “la presión ejercida por la población y gobiernos locales”, reconoció Abelleyra. Asimismo, Madai Fernandez explicó que en los últimos años las políticas públicas en materia de agua haN tenido prioridad pero en la práctica los presupuestos no lo reflejan. Son muy escasos para promover una verdadera cultura del agua “mientras que son millonarios los fondos para financiar las grandes obras de ingeniería hidráulica, que es lo que impera en todo el país.”
Durante los años transcurridos como funcionarios de la Conagua se percataron de cómo la institución hace muchas cosas desde la visión del escritorio sin aterrizar los proyectos a la realidad de quienes necesitan ayuda. “No contemplábamos si las comunidades rurales tenían siquiera la capacidad económica para operar los sistemas de agua potable que les instalábamos. Estas estrategias se nos estaban revirtiendo y no hacíamos nada para remediar estos procesos”, comentó Abelleyra.
Al mismo tiempo, la voz de los grupos de la sociedad civil no deja de insistir en otro aspecto de las políticas públicas que determina la crisis hídrica nacional. Y tiene que ver con el abuso y explotación de los acuíferos a nivel federal. “Porque entonces seguiremos con ese 85 por ciento de agua extraída destinada a la agricultura. Y aunque en la ciudad de San Miguel de Allende logremos transformar el consumo humano y la gestión del agua, poco podemos hacer para cambiar ese nivel de extracción con fines agrícolas», como bien lo aclaró un funcionario amigo del gobierno municipal hace algunos años cuando el tema de la cultura del agua estaba en su apogeo.
Me explicó que la mayor cantidad del agua que se consume en el municipio se va a la agricultura, mientras que el consumo humano es una porción muy pequeña. Y el consumo industrial es todavía menor. De ahí que la CONAGUA y la Secretaría de Agricultura tendrían que repensar las políticas del agua a nivel nacional. Porque cuando la Ley de Aguas Nacionales marca que si un propietario tiene la concesión de un metro cúbico para consumo mensual, pero si ahorra y sólo se gasta medio metro cúbico, al cabo de cierto tiempo pierde los derechos del agua que ahorra. “Esta política de extracción está premiando el despilfarro, no el ahorro.”
Mientras que las políticas públicas marcadas en la Constitución Federal rigen el comportamiento de los agricultores, a los municipios sólo les corresponde lidiar con el agua para el consumo humano, es decir, mantener la planta de tratamiento, la red de distribución de Sapasma, los sistemas de captura de agua de lluvia en las zonas rurales.
Aunque San Miguel de Allende cuenta con una planta de tratamiento de aguas residuales desde el año 2000, es evidente que hoy resulta insuficiente para una población en crecimiento y una increíble cantidad de desarrollos residenciales que compiten por el agua. Además, esta planta biológica no tiene la capacidad para hacer la limpieza de aguas industriales y cuando las personas vierten productos químicos del hogar en el drenaje, tales como pintura, ácido muriático, soda cáustica, detergentes y aceite de cocina usado, se ve profundamente dañada.
La crisis de la cultura del agua abarca todos los ámbitos de la sociedad. Se ve reflejada en los hogares, los pequeños negocios, la industria y la agricultura. Un universo que requiere de cambios urgentes en todos los renglones.