Por Libera Lang
Aunque el crecimiento de San Miguel es inevitable, “no podemos seguir perdiendo la calidad de vida”. Esto lo dijo un cercano amigo, Enrique Orvañanos, en cierta ocasión que conversábamos sobre cómo encarar el crecimiento insostenible. Convencido de que, sin lugar a dudas, la recolección de agua de lluvia y la protección de zonas de conservación son las soluciones a la calidad del agua y los problemas de distribución en el municipio, reconoció que hay intereses particulares que evitan que esto se logre. “Pero también el sentido común, los medios y las redes sociales nos permiten a los ciudadanos expresarnos de manera propositiva”.
Orvañanos es promotor de bienes raíces y originalmente lo conocí como miembro del Club Rotario del Medio Día. “Me parece inaceptable que se faciliten permisos de construcción de manera ilegal en áreas no convenientes para el desarrollo urbano. Hay zonas en las afueras de la ciudad que pueden desarrollarse perfectamente porque no son ni para la agricultura ni para la conservación. Sí se puede construir de manera ecológicamente sustentable porque tenemos los recursos y las tecnologías. Esto implica también el respeto por parte de las autoridades a los planes de desarrollo”.
Comentábamos en aquella ocasión que los permisos y las regulaciones crean una enorme corrupción que dificulta la construcción. “Necesitamos hoy día leyes concretas que obliguen a los constructores al uso de las ecotecnias como la infiltración de agua de lluvia, sistemas de captura de agua de lluvia, los biodigestores y baños secos”.
Entre los desarrolladores hay dos vertientes. Orvañanos me explicó que persiste el típico enfoque de aprovechar al máximo la tierra, con la máxima densidad y cero calidad de vida. Pero también las propiedades más valiosas son las que respetan áreas verdes y propician una calidad de vida sustentable y sostenible. “Esta debería ser la tendencia prevalente pero todavía existe la vocación de sacar dinero”.
El rol del gobierno en términos de desarrollo y crecimiento debería ser el de un coordinador dentro una sociedad moderna. Orvañanos se refirió a los sectores de la iniciativa privada con líderes naturales que deben ser respetados y reconocidos.
Como miembro del Club Rotario, Orvañanos promovió la instalación de sistemas de agua de lluvia en zonas rurales, sin embargo, la mayoría de la población urbana de SMA, —me decía—, aún no entiende la importancia de la restauración de suelos y cómo esto sostiene los servicios ambientales que presta la cuenca alta a la ciudad. En aquella época ya se hablaba de cómo los suelos recuperados filtran el agua de lluvia a los mantos acuíferos y este es el enorme reto que enfrenta el municipio. Sin embargo, para que empresarios y particulares participen en este movimiento de restauración y conservación de la naturaleza tienen primero que entenderlo. Y esto requiere de un plan estratégico de comunicación.
“Estoy de acuerdo en que la sociedad activa debe comunicarse más. ¿Qué pasa? Que estamos desorganizados, incomunicados. Si nos comportamos como islas no se va a lograr la eficiencia que requerimos como sociedad madura y sostenible”.