Catorce años como Patrimonio Cultural de la Humanidad

Por Luis Felipe Rodríguez

“El estudio que fundamentó el expediente para la postulación de la Villa protectora de San Miguel el Grande y el Santuario de Jesús Nazareno de Atotonilco para ser incluido en la lista de Patrimonio Mundial abordó una revisión exhaustiva, minuciosa y rigurosa de este complejo histórico, basado en fuentes documentales de archivos históricos locales, regionales y nacionales de México y España. La investigación atendió precisamente a la especificidad y carácter original de San Miguel el Grande como Villa protectora del Camino Real de Tierra Adentro, uno de los primeros itinerarios culturales abierto por los españoles en el interior del continente americano, y como ciudad media situada en la compleja urdimbre del Bajío mexicano” (Dr. Francisco López Morales).

San Miguel de Allende constituye un ejemplo representativo de un racional desarrollo territorial y urbano en Nueva España, asociado a la protección de una de las rutas reales comerciales más importantes del Nuevo Mundo, la que unía las ricas minas de plata de Guanajuato y Zacatecas con la capital mexicana. La ciudad prosperó en el siglo XVIII con la construcción de notables edificios religiosos y civiles.

La ciudad y el santuario, íntimamente relacionados, han jugado un importante papel en los procesos de independencia de México que tanta repercusión tuvieron en toda América Latina… A partir de 1521 los españoles establecieron una red de caminos que unían las diferentes regiones de lo que en tiempos de la conquista se denominaba el virreinato de Nueva España. Entre ellas sobresale por su importancia económica el denominado Camino Real interior, que saliendo desde la propia Ciudad de México llegaba hasta lo que hoy es el sur de los Estados Unidos, uniendo las ciudades más importantes y los centros mineros de mayor producción. A lo largo de este Camino Real se fueron fundando ciudades como potenciales núcleos de defensa y colonización del territorio.

En 1542, el franciscano Juan de San Miguel fundó el poblado indígena de San Miguel. En 1555 este poblado sirvió de referencia para la fundación española de San Miguel el Grande, cuyo enclave se eligió en función de sus posibilidades de visibilidad del territorio y del aprovisionamiento del agua, lo que constituía con el sobrenombre el Bajío. Estas amplias llanuras forman una de las regiones más ricas del país gracias a sus recursos naturales, a su tierra fértil y a una clemente climatología. Todas estas condiciones favorecieron el desarrollo de las actividades mineras, avícolas, ganaderas, comerciales e industriales durante los primeros años de la colonización. La región del Bajío actuó como un imán favoreciendo el intercambio de razas y culturas y convirtiéndose en la primera y mayor entidad capitalista de la Nueva España.

En el siglo XVIII, el virreinato de la Nueva España conoció una recuperación económica provocada no sólo por el incremento de la riqueza minera sino también por un crecimiento demográfico permanente. La urbanización de las ciudades del Bajío en este siglo fue un fenómeno que no tuvo lugar en otras regiones de Nueva España. La ciudad de San Miguel lo experimentó también en su crecimiento y organización urbana… A comienzos del siglo XIX, San Miguel jugó un importante papel en los procesos de independencia mexicana. Uno de los principales protagonistas de dicha independencia fue Ignacio de Allende, natural de la entidad, hoy bautizada con su nombre. A lo largo de este siglo se construyeron nuevos edificios que tradujeron la evolución de los gustos en materia de arquitectura, como el Teatro Ángela Peralta y el parque Benito Juárez. El centro histórico de San Miguel fue clasificado como Zona de Monumentos Históricos en el año de 1982.

(Fragmento de la Declaratoria de Patrimonio Mundial).