Por Luis Felipe Rodríguez
Los planes para instalar la fábrica textil iniciaron desde finales del siglo XIX, cuando la sociedad anónima recién constituida Romero Rodil y Sauto decidió incursionar en ese renglón de manera por demás tecnificada al pensar en la utilización de energía eléctrica para mover sus máquinas para la fabricación de hilados y tejidos.
Después de comprar los derechos de las aguas de la Ciénega de Landeta, almacenada en la presa de Los Batanes, y conocida como de Las Colonias desde los años cincuenta, se realizaron los trabajos técnicos para el diseño, adquisición y puesta en marcha de la entonces modernísima fábrica textil.
En 1903 se inauguró la colonia “Aurora”, obra del maestro Felipe López. Los trabajos formales se iniciaron en los últimos años del siglo XIX, y ya para el año de 1906 la cortina de la presa estaba totalmente adaptada a su nuevo uso, lo cual se corrobora de la placa de cantera que aún se conserva y que hace alusión a ese año. Entre las tareas importantes que se realizaron fue el diseño y construcción de los pilares de soporte para la tubería de construcción, la que requirió obra civil hidráulica de la mayor importancia en ese momento. El trazo para la conducción atraviesa lateralmente el cañón por el que se hundían las aguas de la Ciénega y la de otros arroyos de menor importancia, pero que contribuían a engrosar la obra.
Estos trabajos se conservan hoy en día y se puede corroborar el enorme esfuerzo realizado para conseguir llevar el agua hasta las turbinas de la fábrica, agua que hacía varios siglos usaban los batanes en el fondo del cañón. Gracias a las mercedes reales otorgadas a diversas personas, hoy quedan algunos muros que atestiguan las instalaciones en el sitio.
La pujante actividad industrial fue referida y obviamente constatada por innumerables visitantes y autoridades, quienes en su momento así lo señalaron en diversos documentos escritos y de los cuales hay evidencias. Don Adolfo Dollero señala en su libro:
“Visitamos varios lugares muy risueños de los alrededores, y la fábrica de hilados y tejidos de algodón La Aurora, pequeña, pero instalada espléndidamente con maquinaria inglesa de los últimos modelos conocidos. Dicha fábrica estaba movida por fuerza hidráulica producida por una gran presa de agua, y por un manantial que pertenece a la misma fábrica. En esos días estaban montando una turbina moderna marca Vorth que debía servir para aumentar la fuerza motriz.
La Aurora produce muy buen hilo, especial para rebozos y buena manta. En la fábrica había limpieza y orden absolutos y observamos que todos los obreros vestían con mucha pulcritud usando sombreros modernos en vez de los clásicos sombreros mexicanos de grandes alas”.
La vida de la fábrica continuó sin mayores percances hasta 1924, año en que cambió de dueño y decidieron de común acuerdo con el propietario de la presa levantar metro y medio más la cortina, a efecto de tener mayor captación de agua, pues se corría el riesgo de tener temporadas de lluvia de poca precipitación, con el consecuente peligro de insuficiente abasto de agua para las turbinas eléctricas. Por esas mismas fechas, como trabajos de mantenimiento, se cambió totalmente la tubería de conducción de agua.
Alrededor de 1928 […] como seguían los problemas de abasto de agua hacia la planta de generación eléctrica, se decidió, de común acuerdo con el propietario de la presa y tierras, hacer unos tajos para aumentar la captación de agua hacia la presa.
A mediados de los años 40, el elemento básico para la generación eléctrica, el agua, empezó a ser intermitente, por lo que la operación rutinaria se convirtió en un verdadero problema. A partir de ese momento, el uso inadecuado del agua en la zona de captación, al dejar de funcionar los bordos y presa, deforestación y el bombeo de agua subterránea sin control originó que se dejara de operar exclusivamente con base en la energía hidroeléctrica y se inició la generación simultánea de energía eléctrica con motores Diesel y se contrataron los servicios de energía eléctrica de la red municipal, el sueño de autosuficiencia económica industrial y agrícola había terminado.
La planta siguió trabajando con ese esquema hasta el 9 de abril de 1991, fecha en que se cerró definitivamente; la aportación por hidroelectricidad fue decreciendo paulatinamente, siendo al final la de menor cuantía. Actualmente, todavía se conservan las instalaciones, que muestran con orgullo las turbinas hidráulicas y equipos auxiliares de generación eléctrica, corazón de la fábrica de hilados y tejidos, aunque ahora esas instalaciones, albergan otras actividades totalmente distintas, en los rubros de las partes plásticas y comerciales.
Los últimos propietarios fueron los señores Garay: D. Manuel, D. Francisco y D. Rufino.
Fuente: El agua en San Miguel de Allende, Enrique García y García.