Vida de Don Zeferino Gutiérrez Muñoz

Por Luis Felipe Rodríguez Palacios

Parte I

En 1765, las Madres Concepcionistas ocuparon su magnífico convento a pesar de no estar terminado el templo anexo. Décadas más tarde, Don Zeferino Gutiérrez, por encargo de su capellán, el R.P. Pedro Sandi Valdovinos, fue quien levantó el interior del templo que carecía del crucero y presbiterio. Así, conforme se reunía el dinero suficiente, fue tomando la forma que hoy conocemos de “Las Monjas”. El 8 de febrero de 1880 se terminaron las paredes del crucero y el 15 de agosto de 1882 se bendijeron las bóvedas del crucero, del presbiterio y del altar mayor. 

          Sin duda alguna, una de las obras más atractivas de Don Zeferino Gutiérrez es la cúpula de Las Monjas. El Dr. Atl consideraba que es similar a la de Los Inválidos de París donde descansan los restos de Napoleón. Seguramente, como en otras obras, contó con la maestría de Don Estanislao Hernández y sus oficiales, prestigiosos canteros sanmiguelenses. En la base de la cúpula se encuentra una cantera que tiene la siguiente leyenda: “Se empezó este enladrillado el día 1º. de mayo y se terminó el 9 de junio de 1891”. Paralelamente construyó el altar mayor del templo de San Juan de Dios. 

          Con estos antecedentes y en virtud de que la torre barroca de la parroquia de San Miguel Arcángel presentaba peligrosas fallas estructurales, el primer obispo de la Diócesis leonesa, Don José de Jesús Diez de Sollano y Dávalos, decidió que se derribara esta torre y encargó el nuevo pórtico pseudo gótico de la parroquia a Don Zeferino. Esta misión, dice Don Pepe López, fue todo un reto por sus proporciones y magnitud, la carencia de materiales adecuados, falta de equipo técnico, la ausencia de mano de obra especializada y, por si fuera poco, la falta de dinero. Don Zeferino y el RP don José Ma. Correa, C.O. vencieron las dificultades y dejaron para las futuras generaciones de sanmiguelenses una obra que sin ser “una obra maestra”, ha servido y servirá como símbolo de grandeza de San Miguel de Allende. 

          A finales del siglo XVII, se construyó la antigua parroquia de San Miguel Arcángel, cuyo cuerpo fue construido en forma de cruz latina, orientado hacia el norte, con capillas laterales, la primera para el Señor de la Conquista y enfrente para Nuestra Señora de los Dolores; su autor fue el Arq. Marcos Antonio Sobrarías. Más adelante, en 1709, se le colocó una torre de dos cuerpos en su lado poniente y en 1740 una de tres cuerpos en el lado contrario. 

          A Don Zeferino se le acusa de haber eliminado retablos barrocos para colocar en su lugar retablos de cantera de estilo neoclásico pero, en todo caso, fue cumpliendo encargos solicitados por quienes en ese momento eran las autoridades eclesiásticas. Fue un derribo necesario pues el cura de entonces, el R.P. José María Correa, citado por Don Pepe López Espinosa, dice que la fachada “amenazaba ruina” pues estaba cuarteada y tuvieron que ser retiradas las campanas. Don Zeferino adosó la nueva torre a la antigua construcción a manera de ensamble para evitar mayores daños. Vista lateralmente se aprecia lo anterior.

          Es un error arquitectónico, dice don Francisco de la Maza, y continúa: no encaja con el ambiente y la arquitectura sanmigueleña, además de que su tosca factura no tiene nada de la gracia y finura que distinguen al verdadero gótico, destruyendo la hermosa visión colonial de la plaza. Aunque finalmente lo disculpa cuando manifiesta: no es culpa del ignorante e ignorado albañil-arquitecto Don Zeferino Gutiérrez, sino del abominable gusto artístico que privó durante casi todo el siglo XIX. Otro especialista de origen tapatío, Don Guillermo García dice: “…le faltan 20 metros de altura y le sobran cientos de toneladas para alcanzar la esbeltez ojival, pero es encantadora en su candidez. La parroquia de San Miguel simboliza inmejorablemente el talento nuestro para nacionalizar estilos”.

          En el siglo pasado, el señor cura Enrique Larrea construyó la capilla de Nuestra Señora del Carmen y el señor cura José Mercadillo la de Nuestra Señora del Rosario. Tuvo la iglesia parroquial una puerta lateral hacia el poniente que sería reubicada hacia el norte al construirse la capilla del Carmen. Finalmente el pórtico es seguramente el edificio más fotografiado de la ciudad y es un ícono que identifica a la ciudad internacionalmente.

          El atrio también fue modificado con altos pilares que pretenden ser góticos y unen las antiguas rejas; por el lado poniente aún se conservan tres o cuatro de las nobles columnas de antaño, en cuyas oquedades, en forma de nichos, había un vía crucis pintado al templo en graciosas figuritas llenas de colorido. 

Continuará…