“Mirar con nuestros ojos de montaña” de Marcela Armas

Por Bernardo Moreno González

A través de múltiples disciplinas y tecnología, Marcela intenta responder a sus más sinceras y profundas inquietudes, acerca de la sociedad, el ser humano y su conexión con la tierra y todo lo que eso representa; esta es una entrevista a Marcela Armas, quien es una artista mexicana que ha exhibido su trabajo en México, Estados Unidos, Canadá, América del Sur, Rusia, China e India. Se está llevando a cabo una exposición retrospectiva con el fin de mostrar toda la trayectoria de Marcela Armas, que se inauguró el año pasado en el Museo de Arte Carrillo Gil y a partir del 3 de marzo y hasta el 4 de junio la podrás ver en el Museo de Arte e Historia de Guanajuato en la ciudad de León.

BM: ¿Cuáles son las preocupaciones que impulsan el trabajo que haces?

MA: Los primeros años de mi trabajo fueron una mezcla de preocupaciones, lamentos, reclamos y preguntas sobre cómo se organizan nuestros modos de vivir. Me refiero a estas formas de dependencia, desarraigo, olvido, que derivan de pensamientos y acciones que de raíz son violentos porque están basados en una lógica carente de afecto con la naturaleza, que se manifiesta contra nosotros mismos, bajo una forma de orfandad de madre-tierra, una carencia de vínculos y afectos elementales y fundamentos de vida.

Con el tiempo, aquellas miradas de hace casi veinte años se han transformado en intereses más claros y dirigidos hacia la exploración de fuerzas y maneras renovadas para abordar las crisis que vivimos, a través de la ritualidad, la oralidad, la escucha profunda y resonancia. También a través de la crianza, el dejar aparecer, explorar en compañía el infinito territorio de la imaginación y su íntima relación con el afecto, la expresividad y la esperanza, que no es otra cosa que la confianza en los procesos espontáneos y no predecibles de la vida.

BM: Son realmente distintos los últimos tres proyectos que has hecho. Vórtice es un mecanismo exacto que hace una crítica puntual a la educación, Implante es un proyecto geológico y antropológico a través de la extracción de tierra y el intercambio de la misma entre países, Tsinamekuta es hermoso y tecnológico, pero sobre todo humano y poético. ¿Crees que exista un hilo conductor entre ellos?

MA: Si, están unidos. Con estrategias distintas, los tres trabajos plantean ejercicios de exploración profunda, que revelan modos en los que nuestra sociedad se relaciona con sistemas vivos —que occidente categoriza como biológicos, geológicos o culturales pero que inter-existen—. Modos de operar que se rigen por una falta de reciprocidad, empatía o consideración y respeto, justificando desde esta óptica las diversas prácticas extractivistas, destructivas y de borramiento, o blanqueamiento que conocemos, como es el caso del archivo muerto en México, donde millones de toneladas de historias y vidas puestas en papel son minadas, trituradas, demolidas, blanqueadas para producir luego “actualizados” libros de texto, bajo el sello del greenwashing. En resumen, son distintas estrategias que nos permiten observarnos en nuestros modos de vivir y hacer, pero también arrojando posibilidades constructivas, sanadoras, de reconocimiento, en la búsqueda de recobrar aquella reciprocidad perdida y aquellos reflejos de nosotros mismos en el mundo. 

BM: Recién estás exponiendo “Mirar con nuestros ojos de montaña” en la ciudad de León, ¿nos puedes contar de qué va?

MA: Parcialmente he respondido esta pregunta en las anteriores, pero podría añadir que esta exposición es un acercamiento crítico a diversos modos de leer e interpretar nuestro ser Tierra, que invita a desplazarse desde el afecto más que desde el intelecto, para reflexionar en parte sobre la visión mecanicista, instrumental o maquinal del mundo occidentalizado, a través de una indagación en los propósitos de ciertas tecnologías, cuestionándolas o descolonizándolas, redirigiendo la intencionalidad de sus usos. La muestra ofrece también pausas, momentos de contemplación y resiliencia. Adentrarse a las profundidades de la Tierra, observar muy cerca o alejarse hasta la estratósfera para contemplar nuestra brutal pequeñez (1).

Es una muestra que reúne 16 proyectos de casi dos décadas de mi trabajo personal y algunas obras colaborativas. La curaduría es de Mauricio Marcín y es una colaboración del Museo de Arte Carrillo Gil en la Ciudad de México y el Museo de Arte e Historia de Guanajuato en la ciudad de León, con apoyo de la Fundación BBVA Bancomer. 

BM: ¿Estás trabajando en algo nuevo?

MA: Estoy comenzando Espejos del Holobionte, un proceso de trabajo documental, que plantea poner en diálogo dos tecnologías y ciencias de código abierto, que se han desarrollado históricamente de manera tangencial a los relatos dominantes de la ciencia ortodoxa y la tecnología: la iridología y la cromatografía de suelos. El propósito es observar y provocar una conversación interespecie sobre el estado de salud de dos diversos e interrelacionados cuerpos vivos: los suelos de la Tierra y el cuerpo humano. Este proyecto cuenta con el apoyo de la Fundación Jumex Arte Contemporáneo. 

Puedes ver y comprender el trabajo de Marcela Armas en www.marcelaarmas.net

  1. Parafraseando a mi gran amiga y cómplice Shaday Larios: http://www.titeresante.es/2016/03/la-fuerza-micrologica-procesos-escenicos-con-la-pequena-escala-la-columna-la-brutal-pequenez-de-shaday-larios/