Nueva ley en bonos de carbono donde todos ganamos

Por Diana Hoogesteger 

Los bonos de carbono son un método de compensación de emisiones de dióxido de carbono (CO2), que permiten tanto a empresas como a individuos reducir el impacto de su huella de carbono. 

Los bonos de carbono son un mecanismo de lucha contra el cambio climático propuesto inicialmente en el Protocolo de Kyoto en 1997. Estos representan la remoción de una tonelada de dióxido de carbono (tnCO2eq) de la atmósfera terrestre.  

Los proyectos de bonos de carbono son aquellos que capturan o evitan que se emitan a la atmósfera distintos gases de efecto invernadero (GEI). Su objetivo principal es contribuir a mitigar las causas que generan el cambio climático

Las empresas pueden acceder a la compra de bonos de carbono para compensar las emisiones asociadas a sus procesos productivos. 

Una empresa carbono neutral es aquella que tiene un balance neto de emisiones igual a cero. En otras palabras, emite la misma cantidad de GEIs de los que compensa 

Estas son las normas internacionales según los protocolos y acuerdos que se han realizado para mitigar el cambio climático a nivel internacional. 

En México, la SEMARNAT (Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales) es la encargada de publicar las reglas para el sistema de “comercio de emisiones”, y tal como lo dice, este acuerdo internacional también es un “comercio”.

En el Estado de Querétaro se acaba de aprobar una nueva ley para la compensación de las emisiones de carbono, en donde el que contamina paga de manera obligatoria bonos de carbono a un “Fondo de Compensación de Emisiones”. Este fondo al que contribuyen tanto la sociedad civil (donde cada dueño de auto paga) como todas las industrias y empresas por sus emisiones de carbono incluyendo las emisiones de los gobiernos municipales y estatal (predicando con el ejemplo). El dinero recaudado se vuelven pagos para ejidatarios o dueños de tierras que se comprometen a cuidar y restaurar sus bosques. 

Para ello necesitan evitar cualquier forma de tala y sacar al ganado de sus bosques. Además, se comprometen a formar parte de las brigadas para prevenir y combatir los incendios forestales en su región. Estos pagos les reditúan mejor que la ganadería tradicional y la tala en los bosques, al mismo tiempo que se logran crear nuevas áreas de conservación. 

En todo el país, los bosques y reservas naturales siguen siendo saqueadas por tala de árboles legales e ilegales, así como prácticas de ganadería libre. En la Sierra de Santa Rosa, la tala para la producción de carbón sigue siendo un gran problema, igual que la tala por maderas lo es en la mayor parte de los bosques del país. 

El ejemplo de Querétaro es digno de réplica en todas las entidades del país. Con ello lograríamos la preservación auténtica de nuestra biodiversidad forestal, así como un nivel de vida digno de los habitantes de esas regiones. Recordemos que un bosque sano requiere de su biodiversidad, de suelos vivos, de vegetación en sus tres niveles (cobertura del suelo, arbustos y árboles) y que además de secuestrar carbono, retiene las aguas superficiales para manantiales, ríos y la vida sobre la tierra. 

Será un ganar-ganar para todos, porque además de retribuir a los pequeños propietarios, ejidatarios o comuneros por cuidar, también se estará educando (como sucede en Querétaro) sobre los ciclos naturales del carbono y del agua, que sostienen la vida, y se acompañará en la comprensión y actividad de ayudar a la naturaleza a restaurarse. 

Cuidando de los bosques y de su diversidad también cuidamos de nosotros, porque sin sus “servicios ambientales” la vida se acaba.