Por Valeria Ascencio Gómez
Estamos parados frente a una sencilla puerta de madera desapercibida para la mayoría de los transeúntes. Es la casa-oficina del arquitecto Peter Van Lengen. Su esposa Verónica, nos recibe con cálida sonrisa y nos guía por un pasillo con dos hileras paralelas de bambúes, como soldados en la alfombra roja. Su oficina es un muestrario viviente de materiales naturales: muebles de madera y yute,
trastes de barro cocido, paredes con diferentes acabados como ladrillo al descubierto, adobe, tierra amarilla, roja y ocre, trabajadas de forma que al tocarla pareciera la superficie de la más tersa concha nácar. Éstos y otros materiales naturales han sido utilizados en edificios como Centro Imagina, espacio cultural de casi 3,500 m2 ubicado en León, Guanajuato, así como viviendas dañadas por los terremotos del 2017 en Hueyapan, Morelos.
Peter hace su entrada a la cocina en donde nos ofrecen café de olla. Es alto, camina con desenfado y usa ropa cómoda con chanclas de pata de gallo…un sutil guiño a la obra de su padre: “Manual del Arquitecto Descalzo”, libro considerado la Biblia de la Bioarquitectura.
Peter Van Lengen
Soy nacido en San Francisco, California, de padre arquitecto holandés y madre pintora y periodista brasileña.
Fui criado en la ciudad de México. De toda la familia soy el más mexicano. Mis otros hermanos no les pegó el sabor, pero yo me hice como Chabela Vargas…así: el mexicano nacido en California.
Johan Van Lengen y su libro
Es tan reciente la muerte de su padre que a Peter aún le cuesta hablar de él en tiempo pasado: “mi padre (Johan Van Lengen (1930-2021) es un… fue un arquitecto entrenado en Estados Unidos. El goza de cierta fama a nivel mundial, escribió este libro en 1980 y al correr del tiempo se volvió un libro de universidad pues a raíz de los diferentes problemas ambientales, de salud y los diferentes movimientos ecológicos, el interés por la Bioarquitectura es cada vez mayor.”
La historia de que un amigo tenía un arquitecto y lo corrió y compró el libro y terminó su casa solo con el libro es un clásico. Claro, como arquitecto eso a mí no me conviene porque están corriendo al arquitecto…jajaja .
El libro se tradujo al inglés, portugués, francés, turco y chino… lo curioso de esto es que su historia tiene mucho que ver con China y Mao Tse Tung: Parte de la cultura china, es acerca de cuidar su salud… todo lo ven a largo plazo… sus movimientos sociales son a largo plazo… por tradición… esto no fue por el comunismo… cuando los doctores salían del hospital tenían que salir al campo por dos años y enseñar a los campesinos a ser “doctores descalzos”, así los llamaban.
Mi papá al escuchar esa filosofía dijo -¡Ah caray… pues necesitamos arquitectos descalzos!
Se dio cuenta a través de todo su trabajo social, que con simples detalles la gente podía mejorar muchísimo sus viviendas. Su idea era escribir un libro fácil de entender, con dibujos…fácil para que cualquiera pudiera tener una mejor vivienda ecológica, muy natural y sana… siempre vamos a regresar al tema de salud porque tenemos como 100 años en los que cuanto más moderno es el modo de vida, más insanos somos… Vivimos más tiempo pero enfermos.
Rancho TIBA
Mis padres compraron un pequeño ingenio azucarero y lo convirtieron en un rancho ecológico. Ya tenían el libro y tenían el taller, ahora ponían en práctica todo lo que estaban haciendo en el día a día. Lo nombraron TIBA. (Tecnología Intuitiva y Bio Arquitectura).
La Tecnología Intuitiva es todo lo que, digamos, no se estudia, viene del subconsciente, de lo que haces naturalmente… como hacer un fuego.
En 2003 yo regreso con mi familia a vivir al rancho a ayudar a mi padre. Fue entonces que mi madre muere de cáncer… mi madre era una mujer sana, con una buena dieta y vivía en el rancho.
Es algo que le pegó muy fuerte a toda la familia… pero a nivel profesional y personal es cuando yo abracé esta idea de la Casa Sana. Me puse casi militar, super extremo en cuanto a que los materiales que se usaban debían ser 100% naturales y buenos para la salud. Ahora hago híbridos, pero en ese momento ni siquiera quería usar wi-fi.
Con la fama de mi padre pude invitar al rancho a los grandes de la arquitectura a nivel mundial a dar cursos, ya que la mitad eran sus amigos y la otra mitad lo quería conocer. Entonces pudimos subir la fama del libro y el rancho se colocó como “El Rancho Ecológico de Brasil”. Teníamos varios proyectos, no solo de arquitectura: domos, plantíos, reforestación, bambú, filtros biológicos y todo lo que implicara hacer una construcción sana.
Con la fama de mi padre pude invitar a los grandes de la arquitectura, el gran maestro del bambú, de la energía telúrica, Michael Reynolds, Simón Vélez, porque la mitad eran amigos de mi padre y la otra mitad lo quería conocer.
Ahí fue donde realmente hice mi maestría; cada vez que me gustaba un maestro lo invitaba y lo invitaba hasta que yo era un mini maestro de su tema. Me hice, no un experto de un tema en específico, sino un conocedor de todos en general. Con esa visión amplia pude ser muy útil a la hora de hacer los proyectos: desde la ubicación, el suelo, la reforestación, el impacto de la construcción… en fin, yo solo podía dar un muy buen diagnóstico de todas las áreas del proyecto.
Trabajo Social
He estado en varios proyectos sociales, al día de hoy, estamos haciendo más de 170 casas, centros culturales, clínicas, urbanizando aldeas indígenas en Marañón, Brasil. Ha sido complicado pero súper interesante. Es un trabajo bonito y de mucho desafío: es la jungla y te mueves en canoa, sacar agua desde el bosque, buscar la tierra apropiada. También nos sumamos a los arquitectos que fueron al sur de México a ayudar a los pueblos afectados por el terremoto del 2017, específicamente en Hueyapan, Morelos, un pueblo muy lindo, muy tradicional, todo de adobe. Cuando llegué al pueblo dije “Esto es lo mío, aquí me quedo” porque en las ciudades, el bluff, el concreto ¿Yo qué voy a hacer? Hay miles de arquitectos mejor calificados, pero en un pueblo de adobe tenía todo el sentido estar ahí. Era mi mero mole y podía aportar, podía ayudar a la gente. Yo traté de ser como el perito del adobe. Iba a las casas y daba sugerencias, veía en qué condiciones estaba la construcción.
Después de un año de trabajar en Hueyapan ganamos la beca “Levantemos México”, y con el dinero de la beca hicimos una casita para una señora que iba a todos mis cursos, se llama Laura, era mi fan #1. Le dijimos “en un mes regresamos para hacer su casa”, ella seguramente no me creyó, pero regresamos y la hicimos. Recuerdo a un aldeano en África, me dijo: “Güeritos como tú vienen todos los meses, nos hacen promesas y luego no vuelven.” Tenía razón, el dinero nunca llegó y no pudimos regresar.
Así que solo prometo lo que puedo cumplir.