Por Juan Hernández
Las remesas son muestra del gran amor de los migrantes hacia sus seres queridos. Los recursos que envían son para que no falte alimento en los hogares que tuvieron que abandonar, son para que sus hijos vayan uniformados a la escuela, son para surtir los medicamentos de sus adultos mayores. Tan solo de 2019 a 2022, las remesas enviadas a México se incrementaron un 39%, colocando a nuestro país como el segundo receptor a nivel mundial. Este crecimiento ha servido, por una parte, para reafirmar el gran impacto que tienen los recursos que generan los migrantes. Pero, por otro lado, ha causado que la sombra de la sospecha caiga sobre estos números históricos: algunos especulan que el crimen organizado lava dinero a través de las remesas. Los expertos que yo leo dicen que es ridículo pensar que el dinero del narcotráfico se lave con envíos de 300 o 400 USD al mes. Todos tenemos algún familiar, amigo o conocido migrante que ha enviado dinero para reconstruir un templo, pavimentar calles e, incluso, para salvar vidas, no para ayudar a narcotraficantes a esconder su dinero.
Hace un año escribí mi primera colaboración para El Sol del Bajío y el tema fue: Las remesas, un bálsamo para la economía y el dolor. En aquella ocasión, la idea era destacar cómo estos envíos apoyaron a mitigar los estragos provocados por la pandemia de COVID-19. Como sabemos, los migrantes no sólo enviaron cantidades nunca antes vistas de dinero para sacar adelante a sus seres queridos, sino que, además, ayudaron a reactivar la economía local. Por si fuera poco, lo hicieron cumpliendo con trabajos peligrosos como lo son las actividades esenciales. Hoy, algunos afirman que de los 58 mil millones de dólares que enviaron los migrantes mexicanos en 2022, el 8% (4.4 mil millones aproximadamente) podría estar vinculado al crimen organizado. Alegan que el envío de remesas ha aumentado sobre todo en municipios que no se caracterizan por la migración pero que sí son dominados por el narco.
Si bien cada vez son más frontales estos señalamientos (se habla de una posible investigación por parte de los Estados Unidos al Banco del Bienestar por posibles “fallas” en sus protocolos contra el lavado de dinero), existen otras voces que afirman lo contrario. En su artículo Las remesas no son del narco, Viri Ríos, colaboradora de El País, destaca: “La pandemia cambió la manera en la que se envía el dinero. El cierre de la frontera en 2020 impidió temporalmente que los migrantes pasaran su dinero con mecanismos informales. Esto ocasionó una explosión en el uso de remesadoras y, probablemente, un cambio permanente cuando el migrante descubrió la seguridad del servicio formal”.
Asimismo, Pablo DeFilippi, vicepresidente ejecutivo de la Red de Inclusiv y fundador de la Asociación Nacional de Uniones de Crédito y Profesionales Latinos en los Estados Unidos, opina: “La industria de remesas es altamente regulada tanto por agencias públicas como por las instituciones financieras. La realidad es que la gran mayoría de las remesas son transferencias pequeñas, por lo general menores a los 400 dólares, las cuales no conforman el perfil para operaciones de lavado de dinero. Asimismo, el Banco Mundial y los Bancos Centrales buscan mecanismos para facilitar estos flujos, bajar sus costos y, al mismo tiempo, reducir su posible uso ilegal. Este último punto es de especial importancia y por el cual existe un consenso generalizado de que las remesas representan un bajo riesgo de lavado de dinero”.
Aunado a lo anterior, en 2002 el Diputado Federal de la Unión Americana, Henry Cuellar y su servidor, con el apoyo de los presidentes de México, Vicente Fox Quesada, y de Estados Unidos, George W. Bush, fomentamos el uso de la Matrícula Consular Mexicana para que los bancos Wells Fargo y Bank of América, así como la Asociación Nacional de Uniones de Crédito, la usaran como identificación para abrir cuentas bancarias. Hoy en día muchas instituciones financieras dan servicio a los migrantes y para nada han comentado que los 400 dólares en promedio que se envían sean del lavado de dinero.
Mientras la polémica sobre el origen de las remesas se resuelve, en Guanajuato nos enfocamos en estudiar su comportamiento. En la Secretaría del Migrante y Enlace Internacional hemos elaborado una serie de libros, entre ellos el titulado Las remesas migrantes durante la pandemia en el cual documentamos el impacto que han tenido en las comunidades de origen y nos ha servido para generar un efecto multiplicador que beneficie a las familias de los migrantes. Esta labor de investigación es en cumplimiento a la visión del Gobernador, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, quien creó la Secretaría del Migrante y Enlace Internacional no sólo para estar cerca de los migrantes y sus familias, sino, además, para ser epicentro del análisis migratorio, como las Naciones Unidas ya reconoce a Guanajuato.
Para finalizar esta colaboración, no puedo ser ajeno al dolor que provocó la tragedia ocurrida en Ciudad Juárez, Chihuahua, en la que murieron al menos 39 migrantes. No olvidemos que la migración es un derecho y que, como tal, en los estados de la república debemos procurar que se realice de manera segura, organizada y normalizada, tarea que realizamos desde la Coordinación Nacional de Oficinas de Atención a Migrantes (CONOFAM). Lamentablemente, lo ocurrido en Ciudad Juárez visibiliza la crisis migratoria que se vive en todo el mundo. (Cada semana vemos en los medios de comunicación tragedias de igual o mayor magnitud, como los 59 migrantes que se ahogaron en las costas italianas el mes pasado). Lo que nos debe quedar, más allá del amor, la sospecha o el dolor, es la certeza de que aún podemos mejorar la vida de los migrantes y esa, al menos para un servidor, es una misión de vida. Los migrantes no son parte del crimen organizado. Son nuestros parientes y amigos que están luchando porque México salga adelante a pesar de las grandes sombras hoy día en nuestro país.
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Juan Hernández actualmente es el Secretario de Migración y Enlace Internacional del Gobierno de Guanajuato y colabora para el Periódico El Sol del Bajío; esta columna fue publicada con autorización.