Algoritmos vs. voluntad

Por Rodrigo Díaz Guerrero, José María Moreno, y Bernardo Moreno

Insertos de lleno en la segunda década del milenio, hemos ido cambiando nuestros hábitos de consumo casi sin darnos cuenta y según, también, las transformaciones de la oferta. Hoy estamos perfectamente familiarizados con tecnicismos y dinámicas que hace algunos años —¡pocos años, realmente!— nos parecían más propios de la ciencia ficción. El algoritmo, ese conjunto de instrucciones y procesamiento de datos para dar solución a una tarea específica, se ha vuelto parte de nuestra cotidianidad, como si fuera un genio en miniatura —oculto en nuestra computadora, en nuestro celular— que se sumerge por nosotros en el inmenso océano de la web, para sortear entre las ofertas del mercado y dar con aquello, que según sus cálculos, es lo que nos interesa. En muchos sentidos es una herramienta poderosa: nos ahorra tiempo de búsqueda, pero también es un arma mercadológica que nos bombardea incansablemente y que, muchas veces, responde al mejor postor, colocándonos en una posición vulnerable en cuanto entramos al internet, convirtiendo nuestra experiencia virtual en una guerra, ya no solamente entre marcas, sino también entre lo que estos algoritmos eligen para nosotros y nuestra voluntad, gustos y preferencias. Como siempre, aquí les dejamos tres propuestas para reflexionar sobre este interesante tema.

Algoritmos de Spotify

En esta entrega decidimos flexibilizar nuestra recomendación musical para tratar el tema del proveedor de música más grande de la actualidad. Recientemente se ha hablado mucho acerca del algoritmo de YouTube y cómo puede fácilmente llevar a su audiencia menos precavida por abismos de desinformación y fanatismo. Pero un argumento similar se podría esgrimir en contra de Spotify. ¿Quién aún consume discos completos de alguna de sus bandas favoritas? ¿Es tu banda favorita o la reproducción más concurrida del momento? ¿Quién llega a nuevas bandas a través de revistas, conversaciones, posters pegados en las paredes de la ciudad? Sabemos que el algoritmo de Spotify privilegia a los grandes artistas —quienes son los únicos que realmente ganan regalías—  y reproduce en tus listas los artistas supuestamente más similares a los que pones una y otra vez, pero sería ingenuo pensar que esto no responde a tendencias de mercado y publicidad. No obstante, cualquiera podría fácilmente afirmar que en su recomendación semanal ha descubierto bandas que jamás hubiera escuchado de otra manera. El consejo de los hackers es que jamás dejes que el algoritmo escoja por ti, incluso si la canción en fila es la que más te gustaría escuchar. Teclea el nombre de la banda, escoge tu música, haz tus propias listas, no dejes que un algoritmo defina tu estilo.     

Black Mirror: Bandersnatch, David Slade, 2018

Black Mirror, serie de televisión británica que desde su debut con aquel capítulo donde un grupo anárquico secuestra a la princesa y exige que el primer ministro del Reino Unido mantenga relaciones sexuales con un puerco en vivo a través de una red social para liberar a la princesa, alza la mano como una de las grandes series de ciencia ficción: realidades distópicas, historias incómodas y fascinantes, gadgets a punto de ser inventados, sentencias de miles de años en prisiones de la mente, asistentes digitales personalísimos, conexión sensorial a videojuegos, descanso eterno viajando en el tiempo a tus más hermosos recuerdos, entre muchas otras ideas. La paranoia a la tecnología y cómo afecta al ser humano y a la sociedad es la esencia de Black Mirror. Bandersnatch, primer largometraje de la firma, va un poco más allá, te pone en los zapatos del personaje y decides qué es lo que va a hacer y así descubres a dónde lo lleva esa decisión, haciendo un guiño a esa literatura que te daba opciones para continuar la historia y a todos esos videojuegos laberínticos clásicos. Se sabe que vendrá una sexta temporada de Black Mirror, aunque aún no tenemos fecha de lanzamiento, la esperamos —no está de más decirlo— mordiéndonos las uñas.

Exhalación, Ted Chiang, 2019

Si queremos indagar sobre la tecnología y sobre su repercusión en materia de ética y humanismo ¿qué mejor que leer ciencia ficción? ¿Y quién mejor que Ted Chiang (Nueva York, 1967) para ello? Exhalación es la segunda antología de relatos de este formidable escritor, quien ha cosechado los más importantes premios en el género: Locus, Nébula, Hugo, Seium… y no es para menos. Lejos de ofrecernos historias distópicas, la narrativa de Chiang nos pone sobre la mesa algunos de los enigmas de la condición humana, enfrenta nuestra moral con una tecnología que nos desborda y fascina, nos provoca un delicioso vértigo con sus especulaciones y su innegable técnica. Acorde con nuestro tema, este libro tiene dos cuentos que queremos destacar: “Lo que se espera de nosotros” y “La ansiedad es el vértigo de la libertad”. Sin spoiler, el primero va de un inofensivo juguete que tiene un circuito con un retraso negativo del tiempo, enviando una señal en el pasado, dinamitando nuestra noción de libre albedrío; breve pero intenso relato. El segundo explora las consecuencias de poder entrar en contacto con versiones de nosotros mismos en otras ramas del espacio-tiempo. Ya imaginan la buena altura que este libro provoca.