El ser político: izquierda y derecha

Por Rodrigo Díaz Guerrero, José María Moreno, y Bernardo Moreno

¿De dónde vienen los conceptos izquierda y derecha en política, qué significa ser de derecha o de izquierda? Aparecieron por primera vez durante la Asamblea Nacional Constituyente que surgió de la revolución francesa en 1789 y en la que se votaría un artículo de la nueva constitución, el veto absoluto del rey a las futuras leyes emergentes de aquella nueva asamblea legislativa. Los diputados sentados a la derecha del presidente de la Asamblea, en su mayoría clérigos y nobles, apoyaban al monarca; sentados a la izquierda todos aquellos que no. Dos frentes amplios claramente opuestos, siendo los conservadores o nacionalistas los que apoyaban al soberano y los liberales o republicanos los que proponían una monarquía constitucional y limitar el poder del rey de manera significativa ¿Hoy en día con qué se alinean derecha e izquierda? La izquierda históricamente busca la igualdad social y un Estado de bienestar. Primero aunado al republicanismo del renacimiento de la democracia en Francia, después surgieron movimientos como el laborismo, el comunismo y la social democracia. La derecha ha estado más íntimamente ligada a la inevitabilidad del orden social, las jerarquías, el derecho natural, la economía y la tradición. Algunos de sus vértices son: el conservadurismo, entendido como conservar o mantener el status quo. Liberalismo económico, anticomunismo. Y el Nacionalismo que, según Karl Deutsch “es la idea en que la suprema lealtad del individuo va dirigida al Estado-Nación”. Es un tema en el que podríamos extendernos y tal vez al final estar de acuerdo o no, pero mejor les dejamos algunas recomendaciones reaccionarias.

En defensa de la intolerancia, Slavoj Zizek, 1998

Este texto fue publicado por el pensador esloveno a finales del siglo pasado, justo en el momento en el que la corrección política se cimentó en la cultura actual como una demanda de la etiqueta social. La premisa del libro es una crítica a esta postura —más invasiva aun en la actualidad— y avanza en cambio una constante de la tradición política europea de izquierda, cuyo lema más renombrado es aquella supuesta sentencia de Voltaire: “podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. Aunque Zizek le da una vuelta de tuerca polémica, que no pretende dar una solución, sino señalar un problema, y su postura se podría resumir así: se han difuminado las diferencias políticas reales entre izquierda y derecha, y la única lucha actual es por el reconocimiento económico de estilos particulares de vida. Más que tan sólo tolerar la opinión y la forma de vida de los demás, le corresponde a una reformulada izquierda confrontar en la arena política toda pretensión de reconocimiento, porque sólo el disenso y la discordia es capaz de enriquecer el espacio social —por naturaleza público, nunca privado—, es decir, de crear marcos comunes de derecho y libertad, en lugar de campos particulares y limitados de explotabilidad económica.

Manifiesto, Víctor Jara, 1974

Noveno disco del prolífero músico chileno, primero —de muchas producciones que después vendrían— de manera póstuma. Víctor Jara será siempre recordado por su guitarra y su prístina voz, por una lírica que denunciaba, buscando siempre justicia, y por su protagonismo en La Nueva Canción Chilena, La Canción de Protesta y El Folclore Latinoamericano, géneros que cobraron fuerza en las décadas de los 60 y 70, cuando el cono sur era sacudido por cruentas dictaduras y golpes de Estado, por una política convulsa que oscilaba entre derechas e izquierdas de manera violenta. Este disco, en particular, lleva una carga melancólica que surge inherente al recordar la historia de su creador: meses antes, en septiembre de 1973, el golpe de estado contra el presidente Salvador Allende se llevaba a cabo, sorprendiendo al cantautor en la Universidad Técnica del Estado, donde fue detenido junto con otros maestros y alumnos, llevándolo luego al Estadio de Chile (Estadio, hoy, con su nombre), donde fue torturado —rompiéndole los dedos, cortándole la lengua, sometiéndolo a simulacros de fusilamiento— y finalmente acribillado por 44 impactos de bala. Pero como bien dicen los Fabulosos Cadillacs: ¿Qué suenan?, son balas, me alcanzan, me atrapan, resiste, Víctor Jara ¡no calla!

Hater, Jan Komasa, 2020

Una película polaca que aborda temas turbios de la modernidad. Un estudiante de clase baja patrocinado por una familia rica es expulsado de la universidad por plagiar un trabajo. Obsesionado con la hija de sus “progresistas patrocinadores” encuentra un nicho muy interesante de trabajo en las relaciones públicas, más específicamente en el desprestigio de celebridades y políticos a través de redes sociales. Un perfil de empleo que, por mucho, pone los resultados por encima de cualquier mínima ética y lo lleva tan lejos para, por un lado, ser colaborador de la campaña política del candidato de izquierda y con base en su entusiasmo y carisma, ganarse la amistad del político recomponiendo la situación con sus “amigos de clase alta”, que también patrocinan a este político. Por el otro lado, espiar y encontrar cómo desprestigiar sin escrúpulos al aspirante, hasta convencer a un ultraderechista, fanático de las armas a hacer lo inimaginable. Una gran muestra del cinismo, la pose y lo cochino de la política.