Por Rodrigo Díaz Guerrero
De manera casi intuitiva, podemos pensar que la salud infantil es bien atendida cuando se mantiene sanos a los niños con una buena y balanceada alimentación, asegurándose que duerman bien, se garantice su seguridad y se ejerciten lo suficiente. Además de estos puntos esenciales, es importante que las infancias tengan chequeos médicos regulares; un ejercicio que se convierte en oportunidad para monitorear su desarrollo más allá de lo que en su cotidianidad se pueda observar. Como regla básica de prevención, se recomienda llevar al médico —sobre todo a los menores en edad escolar— cuando se detecta pérdida o aumento importante de peso, cuando hay problemas para dormir o cambios de conducta, fiebre de más de 38.5°C, erupciones cutáneas o infecciones en la piel, dolores de garganta frecuente y problemas respiratorios.
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), las malformaciones congénitas, la gripe y la neumonía, y las lesiones se encuentran entre las principales causas de muerte en niños de 1 a 4 años; aunque, por otro lado, la carga de diarrea, neumonía, desnutrición y enfermedades prevenibles mediante vacunas disminuyó significativamente entre 2000 y 2015. Pero también es importante señalar (observa la OPS), que en la región de las Américas, los infantes y adolescentes se enfrentan a una triple carga de desnutrición: desnutrición como tal, deficiencias de micronutrientes y sobrepeso/obesidad.
Por otro lado, la afección más frecuente en los infantes son las enfermedades gastrointestinales, y cualquier persona que esté relacionada con los cuidados infantiles desde el nacimiento aprende y procura cuidar la higiene y la alimentación del infante precisamente con el objetivo de evitar el contagio de enfermedades vía microorganismos y bacterias. Por ello, y como en otras enfermedades infecciosas, se han realizado grandes esfuerzos en materia de salud para la prevención de las infecciones gastrointestinales, lo que ha supuesto una constante labor de investigación en las últimas décadas, teniendo en cuenta la importancia, que como causante de enfermedad y en casos graves de mortalidad, han tenido los patógenos intestinales en todo el mundo, especialmente en los países donde las condiciones sociosanitarias no son las mejores.
Son muchos los factores que determinan la prevalencia de una infancia sana en las sociedades, como el acceso al agua potable, los niveles de higiene, el cumplimiento en el sistema de salud de las entidades para disponer y aplicar las vacunas correspondientes, el tiempo y la influencia social de la madre para amamantar al niño o la niña, al menos los dos primeros años, entre otros. Lo que está en nuestras manos es concientizarnos, informarnos e integrar una cultura preventiva, para aplicar chequeos médicos con cierta regularidad a quienes de nosotros dependen; esto sin duda, es parte fundamental para abonar en el camino hacia una sociedad verdaderamente sana.