Por Juan Hernández
El guacamole es una de las estrellas infaltables en cada Super Bowl. Tan sólo para la edición de este 2023 se estima que México enviaría 130 mil toneladas de aguacate. Consumir guacamole es ya tan tradicional en la Unión Americana como pedir una hamburguesa, y esto ha sido gracias a la influencia de los migrantes mexicanos en la cultura popular del vecino del norte. Pero poco ha servido para sus gobernantes lo que los migrantes (y los latinos en general) han aportado al país más poderoso del mundo. Las promesas de Joe Biden para mejorar su situación son, para los especialistas, “muy desabridas”. Apenas se centran en apoyos económicos a países vulnerables como los de Centroamérica para mitigar un poco sus carencias y que se desistan de buscar el sueño americano. Por un lado, nuestros paisanos migrantes le dan sabor al Super Bowl, pero, por el otro, las políticas públicas en EE.UU. no terminan de integrarlos.
La historia de los Estados Unidos está arraigada, por su propia naturaleza, a la migración. Pero si nos enfocamos a los últimos tiempos, podemos ver que los presidentes más recientes como Barack Obama y Donald Trump han tenido distintas reacciones para enfrentar los estragos provocados en su país por la migración indocumentada. No obstante, y para muchos líderes migrantes, los resultados han sido poco alentadores para pensar en mejorar su condición legal. Obama, por ejemplo, tuvo una gran conexión con los latinos, sin embargo, terminó siendo el mayor expulsor de migrantes en la historia de EE.UU. Y de Trump qué podemos decir: gestó su triunfo en las elecciones presidenciales gracias a su narrativa antiinmigrante.
Si nos enfocamos en la actualidad, el gobierno de Joe Biden se ha visto titubeante en sus políticas migratorias. Varios estados, por ejemplo, lo han desafiado (no olvidemos que el gobernador de Texas, Greg Abbott, envió camiones con migrantes indocumentados a ciudades gobernadas por demócratas, como New York). Algunos analistas creen que las acciones de Biden no son del todo contundentes y sólo maquillan la magnitud del problema migratorio, como la inversión que anunció su gobierno de más de 950 millones de dólares para tratar de disminuir la migración proveniente de Guatemala, Honduras y El Salvador. Si bien estos recursos serán destinados para la creación de empleos, financiar a pequeñas empresas y mejorar la educación, no son suficientes para contener la movilización masiva de personas que asfixia día a día la frontera entre Estados Unidos y México.
Otra de las acciones de Biden fue informar a la Corte Suprema que, posiblemente, la pandemia de COVID-19 expire en el mes de mayo, con lo cual se concluiría la restricción fronteriza conocida como Título 42, impulsada por Donald Trump. Aunque pareciera que se trata de una buena noticia para los migrantes, “esto es sólo un parche para un sistema migratorio que no funciona”, comentó Oscar Leeser, alcalde de El Paso, Texas, una de las ciudades fronterizas que se han visto rebasadas por los miles de migrantes que requieren techo, comida y servicios de salud. (Organizaciones de derechos humanos estiman que, tan sólo en El Paso, se dan hasta dos mil quinientos cruces de personas al día).
Estas acciones dan cierto contrapeso a las constantes críticas que ha recibido el actual gobierno de los Estados Unidos, sin embargo, los millones de latinos que viven en este país no cesan en sus reproches por la falta de una reforma migratoria integral. Si bien con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca se avanzó en la narrativa al ya no considerar “delincuentes”, “violadores” y “criminales” a los migrantes, no ha sido suficiente. Por si fuera poco, las iniciativas de reformas migratorias que se discutían en el Congreso de los Estados Unidos, y que ayudarían a millones de “dreamers” y trabajadores agrícolas, quedaron fuera del presupuesto para este 2023. Es decir: no se destinaron recursos para seguir peleando por la causa de los migrantes.
Y ante este panorama tan incierto para los migrantes, ¿qué nos toca hacer a los estados para darles un “empujoncito” a los gobiernos de Estados Unidos y México? Sin duda que el camino para lograr una movilización normalizada, ordenada y segura es a través de la gobernanza migratoria desde lo local. En Guanajuato llevamos dos años trabajando la estrategia “Contigo Sí”, la cual fue creada por el gobernador Diego Sinhue para sumar recursos, programas y proyectos de las distintas dependencias para que los guanajuatenses, incluidos los migrantes, tengan oportunidades de desarrollo y no tengan que dejar su hogar por falta de oportunidades. De igual forma, desde la Coordinación Nacional de Oficinas de Atención a Migrantes (CONOFAM) trabajamos de manera permanente, compartiendo las mejores prácticas y experiencias, para mitigar las necesidades de los migrantes.
Mientras las acciones de Joe Biden no terminan de trascender en la vida de los millones de indocumentados que viven en su país, los migrantes siguen apuntalando la economía de EE.UU. con su trabajo. (El 55% de las empresas con un valor de mil millones de dólares o más tienen al menos a un fundador migrante). Y ni qué decir de la comida mexicana, que la comercializan nuestros migrantes en cualquier lugar que se encuentren, y que ha servido de influencia para ponerle sabor a su evento deportivo más preciado con un sombrero de nachos en lugar de un casco de fútbol americano y un delicioso guacamole digno del Super Bowl.
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Juan Hernández actualmente es el Secretario de Migración y Enlace Internacional del Gobierno de Guanajuato y colabora para el Periódico El Sol del Bajío; esta columna fue publicada con autorización.