Centros astronómicos ancestrales: maravillas de la Frontera de Tierra Adentro

Por Arturo Morales Tirado
Con gran asombro, el día de hoy, a lo largo del territorio de la frontera de la tierra adentro en torno a la ciudad de San Miguel de Allende, podemos seguir observando ancestrales centros astronómicos que son, también centros ceremoniales, por si faltara algo, a la vez son centros administradores de las políticas, la economía y la sociedad; amen de ser generadores de la cultura en evolución por cientos de años. Lo anterior tanto en la época prehispánica de Mesoamérica, como en el virreinato al interior de las comunidades indígenas o de este origen, tanto en la zona rural como en la zona urbana de las ciudades como San Miguel de Allende.

De acuerdo a las hipótesis del doctor León Portilla donde considera seis grandes espacios en el planeta donde nacen las civilizaciones humanas en torno a la agricultura, y esta, en torno a los humedales de sistemas de ríos, arroyos y lagunas; Mesoamérica, junto con otras regiones en China, Egipto, Mesopotamia, India, zona andina, fueron las regiones donde el ser humano comienza a vivir en comunidades y pasa de ser nómada, o itinerante a ser sedentario viviendo en común unidades de agricultores.

En esta dinámica de adaptación a los ecosistemas riparios de humedales en diferentes partes del mundo, en la región de San Miguel de Allende, siguiendo la tradición mesoamericana, desde hace 2500 años a través de la tradición cultural Chupicuaro, surge la civilización en torno a los ríos y arroyos afluentes a el alto río de a Laja.

Es así, que en esta región norteña de los chupícuaro que surgieron en torno a la actual Río Lerma en la zona de Tarandacuau, Acámbaro, Puruagua, Jerécuaro y Nuevo Chupícuaro; en los arroyos del alto río Laja, principalmente en el río San Marcos-San Damián, el río de la Virgen, el río de Jalpan, el canelo-San Julián, el de Rancho Viejo, Arrastra Carretas, Gigantes, entre otros, se originó la agricultura y como una necesidad inherente a ésta, centros de observación astronómica para conocer las estaciones propicias para esta práctica durante la primavera y el verano, así como saber los alcances climáticos y cosechar antes de la temporada de secas en otoño e invierno.+

Con la llegada de los grupos étnicos Proto-toltecas, posiblemente antecesores de los posteriores mazahuas y otomíes, no solamente se desarrollan aldeas agrícolas sino, paralelos a estas, sitios con basamentos piramidales a los que se les nombra en la región: cuesillos. Para finales de la década de 1980, el arqueólogo Luis Felipe Nieto Gamiño (nativo de San Miguel de Allende) describía más de 100 sitios arqueológicos en lo que hoy es el territorio municipal de San Miguel de Allende; algo sobresaliente, en la mayoría de éstos, la tradición de edificios con basamento piramidal, y al frente, o lateralmente, los llamados patios hundidos, lo que ha llegado a conformar toda una tradición cultural en esta zona continental norteña en la frontera de Mesoamérica.

En otros sitios mesoamericanos del período clásico, Como Teotihuacan, Xochicalco, Montealbán, también se encuentran edificaciones con patios hundidos, estos, a su vez, con orificios para drenar el agua, posiblemente almacenada al interior de los mismos, con la hipótesis, de algunos arqueólogos, de haber sido usados como espejos naturales de agua para observar, con referencias físicas (a través de marcadores de madera o piedras), el paso de los astros más brillantes como: el Sol, la Luna, y los planetas (Venus, Mercurio, Marte, Júpiter, Saturno y Urano), así como estrellas, galaxias y la misma Vía Láctea.

De tal suerte, que muchos de los patios hundidos en referencia a los edificios elevados con basamentos piramidales, en gran medida, están orientados hacia el oriente, o bien hacia el poniente y con éstos, otros diseños urbanos como: calzadas, pequeños marcadores artificiales, en muchas ocasiones, referentes astronómicos en formaciones naturales como picos de cerros, montañas y volcanes.

A la llegada de los conquistadores españoles con gran cantidad de aliados indígenas mesoamericanos, los antiguos altépetls y patios hundidos, de alguna manera, adquirieron un nuevo diseño sincrético en capillas de indios y, en proporción a éstas, enormes atrios, generalmente con marcadores relacionados con la salida del sol en los equinoccio de primavera y otoño, así como los solsticio de verano e invierno. Un lugar sobresaliente en este sentido es el emblemático San Miguel Viejo, donde, además, podemos apreciar rasgos de sincretismo entre la milenaria columna cultural indígena mesoamericana y la no menos añeja columna cultural europea, con sus cargas greco-latinas, árabes y judeo-cristianas, que nos llegaron con los conquistadores españoles desde el siglo XVI.

Maravillas que son referencias vivas de nuestra riqueza natural y cultural milenaria al alcance de nuestro vocación de explorarlos, sentirlos y vivirlos.

Arturo Morales Tirado tiene más de 20 años como operador turístico, es gestor del patrimonio natural y cultural, conferencista y docente universitario.

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