Los pequeños grandes emprendedores de San Miguel: María Isabel, granos y especias

Por Carolina de la Cajiga

Ya tiene varios años que me pregunto cuántas horas y días a la semana trabajan los pequeños comerciantes de San Miguel de Allende. No importa si voy temprano por la mañana o en la tarde, los vendedores están allí listos para atender a su clientela los siete días a la semana. Su empeño para salir adelante es encomiable, por ello me dedicaré a entrevistar a varios emprendedores sanmiguelenses para que nosotros, sus clientes, apreciemos y valoremos su esfuerzo. 

Platicando con María Isabel Muñoz Zamora que tiene su puesto en el mercado Ignacio Ramírez, en el corazón de San Miguel de Allende, me dijo que llega a las 7 de la mañana, los siete días de la semana, a barrer, trapear, acomodar la mercancía y estar preparada para cuando el mercado abre al público. Al oír la cantidad de horas y días que labora en su negocio, además de su trabajo como ama de casa, madre y esposa, lo primero que pregunté fue ¿y cuándo descansas?

Como la mayoría de los comercios en el mercado, el negocio de María Isabel no tiene nombre. Se encuentra en el primer pasillo, el más cercano a la zona de carga y descarga, hacia el fondo, vecino a las carnicerías. Se especializa en la venta de granos, cereales, semillas y especias; frutas de temporada y secas; además de una gran variedad de chiles secos, alimento para animales y más. 

Al terminar la secundaria, decidió dejar de estudiar. María Isabel reconoce que su papá le dio la mejor de las herencias que se le puede dar a una hija (o hijo), la apoyó para que adquiriera el local donde lleva 34 años aprendiendo, esforzándose y superándose. En esa época, el negocio era de frutas y verduras frescas y ella lo ha ido transformando a través de los años en busca de tener la mejor posibilidad de salir adelante.

Desde niña, ella y sus hermanos ayudaban a su papá que tenía una carnicería. Todos siguen en el comercio. Uno de ellos, en la carnicería, y el otro tiene una papelería.

Cuando voy a comprarle me saluda con una sonrisa, y si viene otro cliente con un pequeño guiño o un gesto amable hace contacto con ellos. Por las conversaciones, se nota que tiene años de conocerse con muchos. Este es un negocio que crece por recomendación, de boca en boca; no hace publicidad o está en redes sociales. El trato cordial y directo es lo que mantiene la relación con la clientela. Además de ser una emprendedora competente, para sobrevivir tiene que llevar bien las cuentas, ser avispada y gentil y con mucha fortaleza anímica y física. Nunca la he visto cansada, aburrida o enojada. Me pregunto de dónde saca la energía para hacer esto diariamente.

Hace pocos meses, cuando se retiró su vecino de enfrente, ella tomó el puesto y expandió su negocio. Algunas veces alguno de sus hijos la ayuda. La unión y cooperación de la familia es esencial para que un pequeño negocio como este funcione. Cuando cierra a las cinco de la tarde sale volando a su casa que afortunadamente está cerca y puede ir caminando. Llega a preparar la comida, limpiar y hacer el trabajo que requiere una casa y una familia. Hay días en que además tiene que ir a surtirse de nueva mercancía. No le queda tiempo para quedarse a descansar. Nunca ha tomado vacaciones. Aún con todo esto, María Isabel sigue disfrutando y está orgullosa de su trabajo y su trayectoria aunque ya empieza a pensar en dejar el negocio a sus hijos pero sólo si puede seguir siendo útil, tal vez en otro tipo de comercio que sea más relajado. Para nada se ve con los brazos cruzados.

Si andas en busca de deliciosos cacahuates salados o enchilados, canela, maíz para hacer pozole, hojas para tamales, flor de jamaica fresca y jugosa, visita a María Isabel…

Si conoces a alguien que te gustaría que entrevistáramos, por favor, envíanos sus datos a editorial@atencionsanmiguel.org