Viajes por el interior

Todo comienza en familia

Por Tanya Kawan

Las cosas son más fáciles en la teoría que en la práctica, por lo que, lo vivido tan intensamente hace unas semanas, ha servido para refinar mi aprendizaje. Como todos sabemos, conviviendo con la familia nos damos cuenta hasta qué profundidad hemos trabajado las heridas de la infancia.

Llevo practicando yoga y meditación más de 20 años; durante todo este tiempo me alejé de mi familia de forma intermitente, por situaciones que me afectaban a nivel emocional. Bueno, pues resulta que hace unos meses mi madre me dijo que le gustaría hacer un viaje para sus 80 años conmigo y mis hermanos (¿en serio?), donde conviviríamos diariamente por 3 semanas, todos bajo un mismo techo. Eso me llevó a preguntarme muchas cosas, ¿qué necesidad de ponerme en esa situación?, ¿qué pasa si no voy y es la última vez que podemos viajar juntos con mi madre?

Me gusta llevar una vida muy tranquila, mi paz interior es muy valiosa, me ha costado mucho trabajo de sanación el evitar mis dramas emocionales y alejarme del dramatismo ajeno. Dicen que la familia es lo único que no se puede cambiar, y para demostrar lo contrario, me adelante a los tiempos implementando la sana distancia entre ellos y yo. La inercia me llevó a cuestionamientos muy intensos para tomar la decisión de ir a este viaje. Simplemente supe que ahora sería el momento de la verdad, mi aprendizaje interior florecería.

La vida me ponía a prueba. Me gusta pensar y sentir que, al estar en un espacio de paz y amor, contagio de bienestar a la gente cercana. Pero para lograr eso con mi familia se requiere un doctorado con el cual no cuento, así que todavía me engancho en situaciones sin resolver.

Rápidamente comencé procesos interiores que todavía estaban pendientes por cerrar dentro de mí, para así ir lo más ligera posible (no aceptan más de 23 kilos de carga emocional, en el avión). Debo decir que, al haber tomado la decisión de viajar, me enfrenté a muchos miedos y procesos que tenía pendientes, como siempre que uno se la pasa bien, el tiempo voló, y sin darme cuenta ya estaba en medio de una dinámica familiar que no había vivido tan intensamente desde hace muchos años.

Les comento que se dieron dos que tres situaciones muy cargadas, emocionalmente, que logré navegar con éxito, no sólo sin drenar mi energía, sino también centrada en mi corazón radiando amor, mucho amor, muchísimo amor para mi familia. Como dicen, esto no se acaba hasta que se acaba; en otras situaciones vi reflejadas partes de mí que no me gustan, así que regresé con tarea para seguir en mi evolución interior.

Todas las experiencias en la vida son una oportunidad para ir profundo en nuestro ser y darnos cuenta de lo que necesitamos: trabajar en nosotros mismos para cambiar actitudes y hábitos, que no ayudan a vivir en armonía. Es una fortuna tener a estos grandes maestros que agradezco por aguantarme en mi largo aprendizaje.

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