3 de mayo: Día Mundial de la Libertad de Prensa

Por Josemaría Moreno 

Este año conmemoramos el 30 aniversario de esta celebración que pretende defender los avances que, desde 1993, hemos alcanzado en materia de derechos humanos, libertad de prensa y libertad de expresión. Si bien la libertad de prensa es un derecho en gran parte del mundo, aún hay varios conflictos a nivel regional y mundial, además de desigualdades socioeconómicas y de género, que han limitado los avances democráticos que la ONU, mediante esta efeméride, pretende defender. 

La libertad de prensa es un derecho, decíamos, y como todo derecho, conlleva ciertas responsabilidades. En cuanto a derecho, el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos estipula que la libertad de expresión es un derecho fundamental, y este contempla el derecho a “recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. Es así como se puede sostener que la libertad de prensa es esencial para la paz y la democracia. Es la forma ideal, junto con el voto libre y secreto, de recordarle a los gobiernos su rol: garante de la seguridad y administrador de las instituciones que garantizan el bienestar de una población. 

No cabe duda que México es uno de los países más inseguros para practicar el periodismo. Por nombrar tan solo la estadística más escalofriante, Artículo 19 ha documentado 157 asesinatos de periodistas del 2000 a la fecha. Y la estadística empeora notablemente si se considera que muchos de estos asesinatos están relacionados directamente con el gobierno. Por ejemplo, durante el terrible sexenio de Javier Duarte, gobernante de Veracruz de 2010 a 2016, hubo 18 asesinatos de periodistas, algunos vinculados directamente con la exposición de los crímenes de su gobierno. Se recuerda especialmente el asesinato de Rubén Manuel Espinosa, fotógrafo y periodista de Proceso, que culpaba directamente a Javier Duarte de corrupción y vínculos con el narcotráfico. Rubén fue asesinado en la Colonia Narvarte, en la Ciudad de México, el 31 de julio de 2015. El trabajo de periodistas como Rubén es invaluable para nuestra sociedad, especialmente cuando los canales oficiales de comunicación están plagados de desinformación y propaganda. En México, como desafortunadamente en muchos otros lugares del planeta, la población depende del periodismo para denunciar y confrontar los abusos de poder.

Pero mencionábamos también que la libertad de prensa conlleva ciertas responsabilidades. Se suele decir que el periodista, en términos ideales, tan solo posee su nombre y reputación, y su objetivo es la verdad, sin medias tintas. ¿Pero qué decir de tantos periodistas que utilizan su plataforma comunicativa para desinformar o cuya plataforma está a disposición del mejor postor? Un caso ejemplar, que trascendió las fronteras de Estados Unidos, es notable. Recientemente, la cadena Fox News tuvo que pagar $787 millones de dólares para evitar ir a juicio por difundir mentiras acerca de la credibilidad de las elecciones presidenciales de 2020. Aunque se creía que las consecuencias de esta decisión no llegarían a más, sorpresivamente, el lunes 24 de abril, Fox anunció que cortaba relaciones laborales con su presentador estrella, Tucker Carlson. Las mentiras de este funesto presentador representaban el crisol más negativo del ejercicio periodístico en ese país: migración, derechos humanos, democracia; no había tema que este hábil manipulador no tergiversara para difundir miedo y avanzar la agenda de agencias y personajes impresentables: desde la Asociación Nacional del Rifle hasta Donald Trump.

En México, por décadas, los gobiernos federales reservaban grandísimas cantidades de dinero para pagar a periodistas por difundir la información sesgada que querían presentarle a la gente. Tan solo en el gobierno de Peña Nieto se gastaron $60 mil 237 millones de pesos en publicidad, de ahí, tan solo diez medios de comunicación se quedaron con el 48% de ese presupuesto y el resto se dividió entre otros 850 medios de comunicación. Es inadmisible que el ejercicio periodístico esté patrocinado o comprado por el gobierno al que se supone tiene que controlar y denunciar. A este respecto, la mañanera –un ejercicio de comunicación directa entre el gobierno federal y la población de México, que tiene mucho espacio para mejorar en busca de verdadera objetividad– representa un acierto innegable del gobierno actual pues eliminó estas partidas multimillonarias para los medios abriendo el micrófono a más canales de divulgación e información independientes –siguiendo la tendencia mundial hacia una apertura informativa en redes sociales–, y cimentando voces disidentes que, como debe ser en el periodismo, lo reiteramos y enfatizamos, denuncian los abusos de poder de nuestros gobernantes en curso. 

En suma, la libertad de prensa es un ejercicio democrático fundamental y un derecho inalienable que tenemos que proteger y que, algunos, cientos de hecho, han defendido hasta la muerte. Pero también es un ejercicio que conlleva altos niveles de responsabilidad y ética laboral que, desafortunadamente, en muchos casos está a disposición del mejor postor.  

Preguntamos a Francisco Peyret su opinión sobre la libertad de prensa en México y esto fue lo que nos respondió: 

“Desde mi punto de vista, la libertad de prensa en México ha cambiado mucho; durante la segunda mitad del siglo XX los medios de comunicación estuvieron muy controlados por el Estado, por más de 70 años vivimos con la hegemonía de un solo país en el poder, era muy difícil encontrar información y espacios en los medios de comunicación. Con la llegada del nuevo siglo y la entrada de nuevos partidos en los gobiernos surgieron medios independientes, por lo que mejoró considerablemente la comunicación.

Sin embargo, la violencia en México comenzó a aumentar durante la presidencia de Felipe Calderón, del PAN, quien asumió el cargo en 2006. Calderón declaró la guerra contra el narcotráfico en el país, y esta lucha llevó a un aumento significativo en la violencia y el crimen organizado. La violencia también afectó la libertad de prensa en México, ya que muchos periodistas fueron víctimas de ataques y amenazas.

En 2012, el PRI regresó al poder con la elección de Enrique Peña Nieto como presidente. Durante su mandato, la libertad de prensa en México sufrió un retroceso. El gobierno de Peña Nieto utilizó la publicidad oficial y la compra de medios para controlar la información, y se registraron muchos casos de periodistas que fueron asesinados o amenazados. 

Actualmente, la violencia contra los periodistas no ha bajado; según las denuncias, han sido  víctimas del narco, empresarios corruptos y gobernantes, desafortunadamente los periodistas que han sido víctimas de la violencia son los periodistas reales, esos periodistas que con rigor profesional investigan y buscan la verdad de las noticias.

Lo que está pasando en México es que los medios y los periodistas que son más populares están totalmente capturados por dos fuerzas encontradas: el gobierno en el poder vs. un bloque opositor que tiene de su lado a los medios tradicionales, el espectáculo que nos toca sufrir a los ciudadanos es una batalla, ahora en medios electrónicos, de gritos y sombrerazos al instante, es un mundo paralelo donde las fuerzas políticas se erigen como los representantes del pueblo y la patria. En los congresos vemos cómo nuestros representantes gesticulan y gritan desquiciados con argumentos muy pobres y llenos de demagogia pura, en realidad están luchando por sus intereses propios.

La libertad de prensa en México no está funcionando para los ciudadanos, primero porque los verdaderos periodistas están en peligro de extinción y, en segundo lugar, en estos momentos la libertad de prensa se utiliza para hacer propaganda política en favor de uno y/u otro partido o grupo de interés que están buscando conservar su poder, la prensa que se produce está llena de frases cortas, ideas simplonas, muchas mentiras y odio por el que piensa distinto. 

Paradójicamente, los mexicanos nunca habíamos tenido acceso a tanta información, desafortunadamente esa libertad que tiene la prensa en México es utilizada para defender los intereses políticos y económicos que los benefician, en medio de tanta información resulta difícil encontrar a periodistas ecuánimes, sensatos y profundos. 

Para terminar, esta lucha de dos polos de poder utiliza a la prensa para promover su propia verdad, de una forma están secuestrando la libertad de expresión de los ciudadanos, cuando a estos se les ocurre manifestarse por cualquier causa, es cuando aparecen los medios de comunicación, los partidos políticos y todos los intereses relacionados para erigirse como nuestros representantes, sea la causa que sea, están dispuestos a secuestrar cualquier iniciativa ciudadana.