Deporte para relegados, en la búsqueda de un espacio para la patineta en la ciudad de la piedra bola

San Miguel de Allende es un lugar donde se promociona constantemente el deporte. Ya sea el futbol o el basquetbol, la equitación o el ciclismo, siempre habrá un espacio público o privado. Sin embargo hay un deporte que de 15 años a la fecha ha incrementado el número de participantes que buscan, con mucha dificultad, cualquier espacio para poder llevarlo a cabo por varias razones: porque quien lo practica es usualmente mal visto por la sociedad, y porque no existen los lugares adecuados y las calles empedradas de San Miguel no lo permite: el skateboarding o andar en patineta.

Un espacio, con mucho trabajo

El INFONAVIT Malanquín es una de las colonias con mayores índices de casos COVID—incluso se colocaron lonas, indicando que se entraba a zona de riesgo. También es una zona donde frecuentemente opera el crimen, según las estadísticas de seguridad. 

Justo al final de la colonia se encuentra el parque recreativo, que oficialmente se encuentra cerrado por la contingencia; de hecho los tableros de las canchas de basquetbol no tienen aros. Los retiró la Comisión Municipal del Deporte COMUDE—para desincentivar que grupos considerables de gente se reúnan. 

Pero el parque es responsabilidad de los vecinos. Y personas como Florentino Pérez, presidente de colonos de la zona, prefiere que los jóvenes se reúnan ahí, en el espacio recreativo, antes que se escondan entre los múltiples andadores del Malanquín y consuman drogas, o “anden de pandilleros”, según sus palabras. 

Ahí es donde, con mucho trabajo, un grupo considerable de muchachos han encontrado un espacio para patinar, sin embargo se sienten rechazados . Los han echado del parque en la colonia Insurgentes, del Parque Juárez; los reportan en Malanquín—donde existe el único espacio para patinar—y son honestos: “sabemos que estuvo mal. Es porque estábamos bebiendo una cerveza, pero era un seis para 10 batos”. Y eso, indica Florencio Pérez, no es un buen ejemplo para las familias que llevan a sus niños. Por eso los ven mal. 

Lo cierto, es que el grupo de patinadores ha ido creciendo en los últimos meses, y sus integrantes han comenzado a modificar el espacio (con fondos propios) que se construyó hace unos seis años. El problema es que las alturas de las barras que instalaron no permiten la realización de los trucos; los bordes en la entrada a la rampa es inconsistente, “la construcción es mala”, dicen los skatos. 

Aseguraron que Javier Patlán, director de la Comisión Municipal del Deporte les dijo que sí, les construiría un espacio en algún parque, pero luego que le mandaron el presupuesto, nunca más volvió a contestar los mensajes, ni las llamadas. Patlán comentó que sí les contestó, incluso mostró en su celular a este medio, donde se asienta que el grupo de skaters envió el presupuesto el 18 de enero, y no en octubre del año pasado como comentaron éstos dijeron para Atención. 

Echados de aquí, corridos de allá

El grupo de patinadores, los que se conocen y se reúnen, puede llegar hasta 20; sin embargo Samuel Medellín asegura que puede subir hasta 50 muchachos. Él tiene 27 años, es arquitecto, y patina desde que tenía 10 años, aprendió imitando a sus hermanos. El día de la entrevista en el Malanquín trabajaba en trucos básicos. No siempre ha sido fácil, su cuarta fractura fue hace unos cuatro meses “fue una caída simple. Me fracturé el húmero”, dijo en una entrevista con Atención. 

Así que los últimos 17 años, Medellín ha ido de aquí para allá, con la patineta bajo el brazo. Del Parque Juárez los corrieron, porque no era espacio para andar en patinetas, según las autoridades dañaban las banquetas y guarniciones. De la Unidad Deportiva también los echaron, porque los espacios no están diseñados para este tipo de deporte. El único espacio en el que se les ha permitido patinar de manera oficial es en el Parque Clouthier “porque así son los políticos. Les pides algo, y hacen un concurso. Después ya no se acuerdan. Pusieron una rampa de madera y herrería. Nunca se le dio mantenimiento. Ahora está ahí, la madera hinchada, despintada. No funciona”, dijo Medellín. 

El grupo de patinadores, de todas las edades, también se mueve hacia el parque del fraccionamiento Insurgentes. Ellos construyeron unas estructuras que almacenan en la casa de uno de ellos. Son muy pesadas, pero no las pueden dejar ahí porque también ahí, la gente los ve feo. Los denuncian a la policía. El área está sola casi todo el tiempo, pero a la hora que llegamos, las señoras sacan a sus niños para que no nos dejen patinar. También llaman a la policía. Piensan que somos cholos. Como en todos lados a donde vamos hay gente que fuma marihuana, bebe alcohol de más, pero no somos nosotros. Pareciera que de verdad quisieran que estuviéramos en otro lado haciendo lo que piensan que hacemos en vez de estar haciendo deporte.” 

Sin permiso oficial, por escrito

Rocco es oriundo de Portland, OR. Con su apoyo y liderazgo el grupo construyó, sin permiso oficial, por escrito, dos rampas adicionales en El Malanquín.

Rocco llegó a San Miguel en noviembre del año pasado. Ya su familia vivía aquí. Era productor de audio y video comercial allá. Luego vino la pandemia, y quedó sin trabajo. Vivió antes en ciudades de playa—patina desde los siete años. Y cuestionando en Sayulita, si en San Miguel había un parque para patinar, encontró contactos que lo llevaron al Malanquín. 

En su país, construyó igual espacios para patinetas sin permiso oficial, por escrito, pero nunca ha tenido un problema. Aquí, en el Malanquín, ha mejorado las instalaciones con dinero que amigos y donadores le han entregado vía Gofundme. Lo que sí, es que ya se estaba invadiendo el área de tolerancia de la cancha de basquetbol, y por eso se les llamó la atención. 

Promotor del deporte

Florentino Pérez, presidente de colonos de El Malanquín, nos contó que hace unos once años, los jóvenes de la colonia tenían peleas constantes con personas de otros vecindarios. Eran territoriales. 

Él siempre ha sido promotor del deporte. Integró el primer equipo femenil de fútbol, y ha trabajado con jóvenes los últimos 25 años. Fue él quien comenzó a promover los concursos de graffiti, y luego construyeron el parque de patinaje. 

“Prefiero que los jóvenes estén patinando, que estén haciendo algo, sobre todo ahora en tiempo de pandemia, antes que estar en los andadores consumiendo drogas, o grafiteando las casas. Allá tienen el espacio”. Lo que sí, sentenció, es que quienes vayan al parque del Malanquín, sean o no de la colonia, deben comportarse; y es que ya hay tres grupos detectados, uno de ellos es el de los patinadores, que alguna vez ha llegado a consumir alguna cerveza, al final de la patinada, sobre todo en época de calor. Y eso no es buen ejemplo para los niños. Si es necesario removerlos con la policía, se hará. Dijo. 

Sobre el hecho de que se hayan construido rampas sin autorización del comité de colonos dijo: “yo lo veo bien. Porque es para mejorar el espacio. No importa si había o no permiso. Lo que sí, es que si comienzan a invadir otros espacios, vamos a tomar la decisión y se derruirán las estructuras; quieran o no. Tendrán que seguir la orden”. 

“Siempre faltará dinero”

Javier Patlán, director de la COMUDE, reconoció que el skateboarding es un deporte. Y que de hecho en México ya hay asociaciones bien organizadas. Pero no existe ninguna oficial en San Miguel. Reconoció también que el año pasado se reunió con algunos patinadores. A ellos se les solicitó un proyecto, y lo entregaron, pero fue en enero, 2021. 

Aunque el tiempo no importa. Patlán aseguró que sí se harán las rampas que los patinadores quieren. Sería en un parque público, donde tendrían que ajustarse a los horarios de entrada, de salida, a evitar el consumo de bebidas embriagantes, etc. 

Negó que nunca haya contestado los mensajes al grupo, y de hecho pronto tendría una reunión para ponerse de acuerdo con ellos y ver la manera de que sí haya el espacio. “Ya sea que pongamos nosotros el material de construcción, y ellos la mano de obra, ya veremos” acotó. Sobre si hay o no dinero para la construcción éste indicó “dinero siempre faltará, pero vamos a encontrar una solución. Pronto nos reuniremos”, concluyó. 

Coral, Fausto, Mauro, Gabriel, Fabián, Samuel, contrastan en las edades. Van desde los 17 hasta más de 40. Se conocieron “por el deporte”, comenzaron a patinar desde niños. Presumen sus patinetas. Mauro dice que el precio puede ir desde 500—solo la tabla—porque luego debes comprar los ejes, las ruedas, y los balines. Entonces el precio aumenta. “En la mía he invertido unos 2,000 pesos. Es profesional. No es como la primera que tuve. Me la compraron en la Bodega Aurrerá”. Por otro lado, Rocco asegura que una buena tabla puede llegar a costar hasta cinco mil pesos.

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