El corredor interoceánico del Istmo de Tehuantepec

Por Francisco Peyret

Desde la primera mitad del siglo XIX, en el imaginario de los políticos mexicanos, se llegó a concebir la idea de que en el istmo de Tehuantepec se podría establecer un camino que facilitaría la comunicación del océano Pacífico con el Atlántico, lo cual ayudaría a que México entrara en la senda del progreso como consecuencia de las relaciones comerciales que establecería con las naciones más poderosas del mundo. A decir por la historiadora Ana Rosa Suárez, el istmo se convirtió en un objeto de deseo económico por su privilegiada posición, pues de esa manera se podía competir con Panamá y Nicaragua en el ámbito del transporte de mercancías de manera rápida y con menores costos. 

Ya para 1849, el empresario José de Garay poseía una concesión para la construcción de un proyecto en el istmo de Tehuantepec. Cabe recordar que apenas en 1948 había concluido la guerra entre Estados Unidos y México, con la dolorosa pérdida de territorio para nuestro país, por lo que no tardaron en aparecer empresarios norteamericanos con la intención de hacerse de esta empresa. Inicialmente hubo una batalla entre los empresarios Albert G. Sloo y Peter A. Hargous, siendo este último quien comprara la concesión a José de Garay.

El empresario fundó la Tehuantepec Railroad Company para cumplir con el objetivo, pero desafortunadamente chocó con políticos mexicanos que argumentaban que el país estaba corriendo el riesgo de perder más territorio. Al interior del país se vivía una intensa batalla por el poder entre conservadores y liberales, encabezados por Benito Juárez. Tal parece que estas disputas llevaron a Hargous a perder la concesión (1851) y que dos años después, Albert G. Sloo a la obtendría, gracias a las buenas relaciones que mantenía con algunos funcionarios mexicanos, motivo por el que creó la Compañía Mixta-Tehuantepec Company, lo cierto es que Sloo consiguió convencer al presidente Comonfort (1855) de que su empresa debía ser la elegida para construir el camino.

Por otra parte, también existían intereses encontrados entre países que buscaban invertir en el istmo, los franceses y españoles relacionados con los conservadores y los norteamericanos más cercanos a los liberales mexicanos, con la llegada de Benito Juárez (1857) y la urgente necesidad de reconocimiento a su gobierno, ayudó para que el proyecto del istmo cayera del lado de los Estados Unidos con la firma del Tratado Ocampo-McLane. Hubo una furibunda reacción contra Juárez y su ministro Ocampo por parte de los conservadores, pero estos argumentaron que con la llegada de James Buchanan al gobierno norteamericano (1857) había que contener sus ambiciones expansionistas.  

La llegada de Buchanan al gobierno norteamericano significó un cambio en la política hacia México, pues este presidente buscó comprar la Baja California, Sonora y parte de Chihuahua, además de que quería que se le concediera tránsito indeterminado por el istmo. Finalmente los proyectos empresariales sufrieron terribles problemas financieros y el Tratado Ocampo- McLane no sería ratificado en Estados Unidos como consecuencia de las rivalidades partidistas y regionales que desencadenarían, unos años más tarde, la guerra de secesión.

Las empresas francesas fracasaron también en su intento de construir el Canal de Panamá, proyecto que fue retomado por los norteamericanos (1914) y el resto es historia. Ahora bien, no sabemos qué hubiera sido de México y del sur del país si el camino del istmo se hubiera cristalizado, evidentemente el uso de los recursos naturales habría sido muy diferente y la suerte de las comunidades, otra totalmente. 

De acuerdo con la información del Gobierno Federal, el corredor interoceánico de 20,000 millones de pesos (US$1.000 millones) está diseñado para crear una plataforma logística entre el puerto de Salina Cruz, en el estado de Oaxaca, en la costa del Pacífico, y el puerto de Coatzacoalcos, en Veracruz, en el golfo de México, para competir con el canal de Panamá. Pese a que el corredor del istmo de Tehuantepec es estratégico para EU, son las empresas chinas las que están llegando a invertir en la zona. Algunos historiadores mexicanos argumentan que con mucha suerte y gracias a la guerra de secesión en EU, Juárez y Ocampo lograron contener los impulsos expansionistas extranjeros, paradójicamente, a casi 150 años, le toca al Presidente López Obrador, liberal devoto, impulsar un proyecto objeto del deseo del comercio internacional por muchas décadas que definitivamente va a impactar en gran medida la composición económica, social y ambiental del sur de México.