Por Francisco Peyret
En la Historia de México hay cuatro momentos particularmente especiales que han dado rumbo a la conformación de nuestra nación: la Independencia, la Reforma (nacimiento del Estado Laico), la Revolución Mexicana y la Nacionalización del Petróleo. Estos pasajes de la historia mexicana paradójicamente se dieron en correlación a eventos históricos importantes por la que pasaban nuestro opresores, por decirles de alguna manera. Digamos que los “opresores” en ese mismas etapas de la historia pasaban por momentos difíciles que provocaron y, al mismo tiempo, permitieron que nuestro héroes nacionales se manifestaran.
Por dar el primer ejemplo, la Independencia se originó en una medida importante porque en ese tiempo Napoleón invadía a España, impuso a su hermano José Bonaparte (en julio de 1808), designado como rey José I, derrocando al rey Carlos IV y a su sucesor al rey Fernando VII. En el caso de la Reforma (1861) se pudo cristalizar gracias a que Juárez y Ocampo tuvieron margen de acción, recordemos que en ese tiempo los Estados Unidos vivió la Guerra de Secesión (1861-1865), los norteamericanos nos habían invadido y quitado el 55 por ciento del territorio nacional recientemente (1846-1848).
En la actualidad, la historia se está convirtiendo en algo fascinante. Gracias a la información que actualmente nos llega por distintas fuentes de Internet estamos recuperando y reescribiendo nuestra propia historia. Durante muchas décadas el Gobierno Federal fue el encargado de contar la historia oficial, de forma a veces ficticia, siempre unidimensional y aburrida.
Si nos hubiéramos quedado con la historia oficial, personajes como Allende e Iturbide estarían injustamente calificados por los mexicanos; Allende siempre apareció como el personaje secundario de Miguel Hidalgo, pero gracias a historiadores como la Dra. Guadalupe Jiménez, que han seguido encontrado nuevos manuscritos, estamos descubriendo una historia de México más coherente y cercana a lo que realmente pasó.
Una mejor historia cuenta que en 1808, la noche del 15 de septiembre sucedió el golpe de Estado en la Nueva España, llevado a cabo principalmente por los comerciantes de la Ciudad de México, con la destitución del virrey José de Iturrigaray. Este hecho, apenas dos meses después iniciada la invasión de Francia a España, sentó un precedente para que surgiera la idea posible de la autonomía de la Nueva España, que después tomó forma como la lucha por la Independencia.
Parece que la idea de los primeros Insurgentes, como Hidalgo y Allende, nunca fue ir contra la Corona Española, era más una idea de un gobierno autónomo que no tuviera que depender tanto de la Corona, que con la llegada de Carlos IV (1788) como rey de España, le había cargado la mano a la Nueva España con excesivas medidas impositivas. Al principio los Insurgentes estaban pensando en que llegaría el ejército francés, por lo que habría que prepararse, pero en la medida que se debilitó la España Peninsular con la invasión francesa, estos mismo conspiradores veían más clara la oportunidad de volverse autónomos.
Para luchar contra los franceses, los españoles de provincia se organizaron tomando como base una suerte de ejércitos de guerrilla llamados Juntas, ese mismo principio de organización es el que principalmente promueve e impulsa el mismo Ignacio Allende, que llegó a contar con una Junta de unos 60 miembros Insurgentes, estos se lanzaban a otras ciudades a promover las noticias en torno al movimiento. Dice la Dra. Guadalupe Jiménez que el hombre que armó la estrategia, que estableció la organización de mando y que era el personaje que convencía a todos era Allende. Todo indica que el lugar que la historia de México le debe a Don Ignacio Allende debe ser aún más grande.
Personajes como Allende e Hidalgo estaban promoviendo un concepto de la libertad, pero no estaban pensando en ningún momento en el rompimiento con la Corona, su idea era la autonomía territorial para tomar decisiones, administrar la Nueva España y, de paso, librarse de cargas impositivas excesivas. Tuvieron que pasar un par de años para que José María Morelos dictara los Sentimientos de la Nación (noviembre 1812-febrero 1813), documento donde ya se habla de un país con leyes propias.
En 1814 terminó la guerra entre España y Francia, se instaló Fernando VII que llegó a derogar la Constitución de Cádiz (1812) que apostaba a consolidar una monarquía constitucional, la separación de poderes, tanto para los gobiernos de España como para los de América Latina. Esa derogación trajo de regreso a América a militares experimentados que habían estado en la guerra contra Francia.
A partir de este momento, el movimiento de Independencia se dio no solamente en México, sino en casi toda América Latina, se convirtió en una batalla entre ejércitos más preparados donde unos buscaban una constitución encabezada por la Corona y los otros estaban pensando ya en una república: Realistas vs. Insurgentes. ¡Y así la historia!
Fue en 1821 cuando, después de la victoria del Ejército Trigarante, el primer gobierno del México independiente ―la Junta Provisional Gubernativa, conformada por Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria y Agustín de Iturbide― declaró al 16 de septiembre como día de fiesta nacional. Ya como Presidente de México, Guadalupe Victoria en 1825 decretó e institucionalizó el Día de la Independencia con una celebración a toda gala. Recuerdo que en mi niñez todas las familias acostumbraban a celebrar la Independencia con una cena el 15 de septiembre para antes de dar el “Grito”; esta cena no desmerecía a la navideña en cantidad y calidad. Al día de hoy la tradición ya es diferente, todo mundo busca lugares emblemáticos dentro del país para ir a beber y después dar el “Grito”.
Como sea la historia y la tradición, en San Miguel debemos estar orgullosos del hijo pródigo de nuestro entrañable municipio, disfrutemos de estas fiestas patrias con la consciencia de que Allende, de acuerdo a lo que dicen los historiadores, ya tiene un mejor lugar en la Historia de México.