Por Josemaría Moreno
Mostapha Romli es un artista contemporáneo nacido en Touissit, Marruecos; es fundador de la Bienal Internacional de Casablanca y de la Fundación Maroc Premium.
La Biblioteca Pública de San Miguel tuvo el honor de contar con su presencia para ofrecer un conversatorio sobre su obra. Comenzó como periodista de denuncia, y luego críticamente agregó distintas técnicas a su trabajo: serigrafía, pintura e incluso instalaciones.
Hoy en día su obra es reconocida en todo el mundo, pero tuvo un momento de inflexión en su carrera: su trabajo –retratos de mujeres desnudas– no podía ser expuesto en su país debido a las prohibiciones religiosas, por lo que quemó su obra como protesta ante la cámara, pero antes se fugó con rabia y militancia. En Marruecos, según la constitución del país, cuando naces automáticamente eres musulmán: sus leyes y su rey son un punto kafkiano que conjuga la modernidad, la nobleza y la hipocresía.
En el conversatorio —que tuvo su sede en el Teatro Santa Ana—, nos platicó de la crítica que implica su trabajo. Él no es güero, pero no es negro, él se siente como una tela llamada wax: de origen holandés pero identificada como original de África, que también integró como material en su obra. Romli es una persona amable que nos contó acerca de su punto de quiebre. Comenzó a retratar en fotografía cuerpos humanos, específicamente femeninos. Su obra fue censurada. La prohibición lo llevó a quemar su trabajo, como ya lo comentamos, lo cual llamó la atención de occidente: un artista marroquí más se pronuncia, pero lo hace con cuerpos desnudos –en Marruecos no es posible mostrar el cuerpo desnudo– hermosos, estéticos, pornográficos. Al final sería imposible no ver su perspectiva de hombre sobre la mujer, pero cualquier crítica del artista y de su país no es focalizada, al final, toda sociedad es hipócrita.
20/21 definitivamente es su serie más polémica (exhibida en 2020), titulada así por una ley en Marruecos (20-21), que garantiza que niñas desde los 13 años legalmente se casen con hombres adultos. Mostapha no tardó en hacer su denuncia a través del arte: al principio del siglo anterior había “postales que a todo mundo le daba alegría ver” con menores semidesnudas, que promovían la imagen de la belleza marroquí, pero que hoy “serían un escándalo”— explicó— postales que usó también como material de denuncia en su trabajo.
Es fuerte la reflexión que provoca Mostapha con este cuerpo de obra, inevitablemente nos hace pensar en ciertas dinámicas que abraza la cultura musulmana: primero, la niña tiene que curtirse en las labores domésticas –porque ante la ley ya es mayor– y luego tiene que cumplir en la cama –es violada–, pero Mostapha pregunta, “¿es el hombre o es la ley la que abusa de nuestras niñas?” Continúa sin tapujos: “Los jueces son los violadores”. Hay leyes ilegítimas y Mostapha lo señala. En el interesante conversatorio, el trabajo del marroquí se vio complementado con la labor de Marisa Caichiolo, creadora de la Fundación Building Bridges, con sede en Santa Mónica (California): una fundación para la promoción del arte contemporáneo que fomenta la interacción de artistas de distintas latitudes, quien informó, para los interesados en platicar y organizar algo con ellos, que lo único que hace falta es mandar un dossier, un portafolio, y tanto Mostapha –con su fundación Maroc Premium y su Bienal Internacional de Casablanca– como Marisa, los escucharán: aunque sepan que Marisa busca residencias puntuales y creaciones in situ, en tanto que Mostapha brinda el recinto a artistas reconocidos que necesiten las condiciones, el tiempo y el espacio para crear.