Por Francisco Peyret
El conflicto en proceso por la administración de SAPASMA (organismo operador de agua de San Miguel de Allende) ha traído consigo una serie de reportajes y foros ciudadanos. Además del inconmensurable crecimiento de San Miguel, todo mundo entiende que con la construcción del corredor San Miguel de Allende – Dolores Hidalgo la presión inmobiliaria irá en aumento.
Ya en algunas colonias y comunidades padecen la falta de agua o la calidad de esta. Muchos pozos del noreste del estado sufren por los metales pesados encontrados en la región.
En 2012 se inauguró la Presa El Rialito, ubicada en el municipio de San Luis de la Paz, dicho proyecto fue diseñado para resolver el abastecimiento de agua de la ciudad de San Luis Potosí y de Celaya (de paso este proyecto tiene considerado a San Miguel de Allende).
En su primera etapa la Comisión Nacional de Agua ya entregó el primer acueducto que lleva el vital liquido a San Luis Potosí y está pendiente la segunda etapa que contempla llevar un acueducto a la ciudad de Celaya. Acontecimientos recientes están cambiando dramáticamente el enfoque de la federación y el estado para resolver el problema del agua para Guanajuato.
Frente a la imposibilidad de llevar a cabo el proyecto del Zapotillo (para traer agua de Jalisco a Guanajuato) las autoridades federales y estatales anunciaron que el acueducto que va a llevar agua a Celaya, Salamanca, Irapuato, Silao y León proviene de la Presa Solís, ubicada en el municipio de Acámbaro.
La primera pregunta que nos tenemos que hacer es ¿Qué nos queda entonces a los ciudadanos de San Miguel? La respuesta inmediata es ¡Jugar con lo que tenemos!
La segunda pregunta es ¿Y qué tenemos? Existen en puerta dos proyectos muy importantes como lo son la actualización de la planta de tratamiento de agua que tiene alrededor de 20 años y está previsto construir otra planta de tratamiento de agua de las mismas dimensiones.
Recientemente el gobierno municipal anunció un convenio con la empresa francesa Altereo, con la finalidad de contar con un sistema que le va a permitir a SAPASMA de manera puntual detectar las fugas de agua del sistema de distribución, se estima que aproximadamente se pierde por lo menos el 45% del agua que se distribuye por tuberías subterráneas.
Este tipo de sistemas a otras ciudades les ayuda a ahorrar volúmenes enormes de agua, pero también ahorros en el gasto de obra pública porque ya no tienen que abrir boquetes enormes en las calles para encontrar una fuga.
Por otra parte, tenemos una buena cantidad de organizaciones sociales como Caminos de Agua, Salvemos al Río Laja, entre otras, trabajando desde hace algunos años con comunidades en la capacitación e instalación de sistemas de captación de agua pluvial: dada la cantidad de localidades rurales (más de 500) es imposible que SAPASMA pueda cubrir una red para proveer de agua a toda la población, por esta razón es indispensable que este tipo de medidas se conviertan en políticas públicas consistentes para atender a un derecho constitucional que todos los habitantes de este país tenemos.
Ahora también tenemos al últimamente muy mencionado “Acuaférico” (vale la pena leer el artículo publicado por Atención San Miguel; El “Acuaférico”; un proyecto municipal lleno de incertidumbre firmado por Romeo Robles de Caminos de Agua). Se ha cuestionado sobre el monto de la inversión, que si es para los nuevos fraccionamientos, que no está claro el costo de operación y constantemente sobre la calidad del agua que el sistema está entregando.
Hecha la inversión y dado que el municipio no está en el programa de inversiones públicas en materia de agua del gobierno federal y estatal, parece que lo que nos queda es promover que esta inversión funcione, es decir que SAPASMA nos asegure que este distribuidor de agua beneficie a las colonias populares de la zona alta de la ciudad. Y en esto parece que no tiene que haber ningún problema si nos pueden asegurar la calidad del agua.
Para todos es evidente que el crecimiento desmedido de casas habitación nos puede llevar a un futuro muy incierto, no se trata de detener a San Miguel en el tiempo, se trata de crecer con reglas y normas muy claras y estrictas para encarrilarnos en un desarrollo sustentable.
Soluciones basadas en la Naturaleza (SbN)
Después de la COP de París han surgido unos 25 programas internacionales para atender financieramente todo tipo de problemas en torno al agua y al cambio climático en América Latina. Pero hay dos líneas temáticas que todos estos programas siguen de manera puntual;
- Las medidas de adaptación al cambio climático toman como punto de partida que los ecosistemas y recursos naturales están impactados de forma definitiva, es decir los acuíferos, bosques, los cuerpos de agua, etc., ya no regresarán a su estado original.
- El cambio climático es un fenómeno que está avanzando año con año y es indispensable que los municipios, las ciudades y los ciudadanos se adapten a una realidad distinta, donde la comunidad en general acepte que los recursos naturales son limitados.
Es importante traer a colación estos temas porque si estamos hablando del agua y por tanto del medio ambiente, tenemos que generar soluciones a nivel local tomando en cuenta los lineamientos y acciones que ya se están implementando en otras ciudades a nivel global.
La planeación del desarrollo municipal se debe de hacer en dos dimensiones muy claras, siempre tomando en cuenta y como punto de partida que estamos y somos una parte inherente de una cuenca (para San Miguel son las sub cuencas Támbula-Picachos y Alto Río-Laja).
La primera dimensión es la rural donde se deben de definir con precisión las zonas de conservación, las zonas de recuperación y regeneración y, esto depende de cada caso si es necesario, la reconversión productiva (para una agricultura más sustentable).
La segunda dimensión es la urbana donde el factor fundamental es la legislación, cada municipio debe de hacer cumplir las reglas del juego, si vamos a tener presión inmobiliaria que el cumplimiento de la ley sea la base y el cuidado de los recursos naturales, la esencia.
Las soluciones basadas en la naturaleza que se están aplicando en primera dimensión son la reforestación, regeneración de suelos, sistemas de bordería, aplicación de técnicas para filtrar agua a los mantos acuíferos, entre otras, son medidas de adaptación pensadas para el mediano y largo plazo.
En la segunda dimensión es la creación de espacios verdes, la recuperación de arroyos, la captación de agua en espacios públicos e instalación de ecotecnias, son inversiones importantes pero con resultados a corto plazo.
La última pregunta, ¿San Miguel de Allende tiene la capacidad de implementar un proyecto diferente de desarrollo? La respuesta es Sí, porque es claro que San Miguel cuenta con la gente e inteligencia comunitaria para hacerlo, la clave es contar con la participación de los ciudadanos: no es opcional, es obligación.