Por Francisco Peyret
Para hacer frente a los problemas de movilidad urbana de las ciudades de más de 200,000 habitantes, los gobiernos municipales y estatales han desarrollado Planes Integrales para resolver los problemas de crecimiento y movilidad en las ciudades más importantes de México.
La implementación de estos planes son complejos ya que son muchos los actores sociales y productivos que se ven impactados cuando se trata de aplicar medidas para mejorar la movilidad de una ciudad: vecinos de las zonas involucradas, empresas, comercios, servicios públicos, escuelas, transportistas y proveedores diversos.
En San Miguel de Allende a todos estos actores le tenemos que agregar turistas y prestadores de servicios turísticos, lo que se complica en temporadas altas y cada fin de semana.
Durante los últimos meses, ya entrados en la recuperación económica y al mismo crecimiento de la ciudad, los habitantes del municipio hemos experimentado cada día más estrés a la hora de transitar por el centro de la ciudad y las colonias más pobladas de la cabecera municipal. Desde hace unos años ya es inminente la implementación de un plan de movilidad que nos permita a todos los ciudadanos seguir disfrutando de la ciudad patrimonial, que incluye todas las actividades culturales y tradicionales, además de las sociales y laborales que son para muchos obligatorias.
Un Plan Integral de Movilidad Urbana Sustentable (PIMUS) es un plan estratégico diseñado para satisfacer las necesidades de movilidad de personas y mercancías en las ciudades, reduciendo al máximo los costos sociales y ambientales del sistema de transporte. Los principios de planeación están basados en la integración, la participación y la evaluación y busca un proceso de decisión basado en evidencia, guiado por una visión de largo plazo de movilidad sustentable.
No en todos los estados existe una ley de movilidad: hasta ahora sólo 11 estados han aprobado leyes así desde que en 2013 (Jalisco) y 2014 (CDMX) se publicaron las primeras. Estas leyes han ido reemplazando el esquema regulatorio tradicional de una Ley de Transporte, que existe en el resto de 21 estados. De esos 21 estados, en 14 lo acompaña una Ley de Tránsito, en 4 se trata de una Ley de Transporte y Vialidad, y en 3 se complementa con reglamentos estatales o municipales (Céntrico, 2020 – no publicado).
Las leyes de movilidad han integrado derechos, principios y lineamientos que las leyes de transporte y tránsito no tenían. Lo reconocen ya 9 Estados en Leyes de Movilidad: Colima, CDMX, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Edomex, Oaxaca, Quintana Roo y Sinaloa.
La implementación de este tipo de planes es compleja porque de alguna forma, directa o indirectamente, afecta a toda la población; las autoridades municipales tendrán que desarrollar todos los estudios que requiere la integración de un plan integral para que con la participación ciudadana tomemos las mejores decisiones. A partir de esto surgen grandes cuestionamientos, como:
¿Debemos cerrar más calles del centro?
¿Qué tipo de transporte público requiere la ciudadanía para desmotivar el uso del transporte privado? ¿Es factible el uso de transporte eléctrico en la ciudad?
¿Cómo sería la logística para administrar los servicios públicos y de proveeduría para particulares, empresas y comercios ubicados principalmente en el Centro Histórico?
No cabe duda que para los habitantes de una ciudad patrimonial como San Miguel estamos ante un reto fundamental para resolver en el corto plazo los problemas que actualmente enfrentamos, sobre todo si queremos conservar la calidad de vida de todos.
Pero hay dos temas que son fundamentales si pretendemos implementar un plan integral de movilidad: Requerimos de los estudios y la información técnica que nos ayude a tomar las soluciones más inteligentes, hay expertos muy especializados que nos pueden ayudar a superar todos nuestros temores y creencias. Por otra parte, es indispensable la participación ciudadana en el proceso de implementación de un plan de esta naturaleza, de otra forma cualquier intento por mejorar la movilidad de una ciudad por experiencia resulta un fracaso.
Los principales beneficios aportados por un PIMUS son: Disminución de atascos, congestión, ruido, contaminación atmosférica, accidentes. Pero también lo son la disminución del consumo de energías no renovables, promoviendo el uso de otras energías más limpias. Y en una ciudad patrimonio mundial hay que tomar en cuenta el beneficio de conservar el patrimonio cultural tangible e intangible.