Por Francisco Peyret
Tuve una llamada telefónica con mi amigo Rogelio, quien vive en Alemania desde hace ya unos buenos años. Lo primero que se me ocurrió preguntarle fue sobre cómo iban con el tema de los efectos de la guerra de Ucrania y Rusia en ese país. Con un breve ejemplo me la dejó clara: unos amigos rentan un departamento para una familia de cuatro, la renta que pagan es de 500 euros mensuales, que para los ingresos de los alemanes no es un problema, el drama de hoy es que esa misma familia paga 1,200 euros por consumo de gas y gastos adicionales. Normalmente el costo de servicios no superaba el 50 por ciento del costo de la renta, al día de hoy ya supera el 200 por ciento del costo de la renta. ¡Vaya problema que tiene Europa entera!
Rogelio trabaja en la industria automotriz y me explicó que desde el año pasado el precio del petróleo ya estaba muy alto, unos 80 dólares el barril. En esa misma medida los costos de gas aumentaron, parece que la demanda de gas ruso estaba creciendo considerablemente una vez que Europa estaba saliendo de la etapa más crítica de la pandemia. Alemania es un país que ya había abandonado la producción de energía con carbón y detuvo el funcionamiento de sus plantas nucleares; por otra parte, desarrolló una buena cantidad de parques eólicos y fotovoltaicos. ¿Qué está pasando entonces? Tal parece que los conflictos bélicos y diplomáticos recientes están sacando a la luz realidades que duelen sobre todo cuando le pega en el bolsillo a los ciudadanos del mundo.
Revisando estudios y análisis de fuentes diversas llegué a un par de conclusiones. La primera: la transición a la producción de energías renovables ha sido muy lenta, está lejos de corresponder a los compromisos que los países han firmado en la Convención de París para enfrentar el Cambio Climático. La segunda es que los países están a mucha distancia de contar con políticas efectivas para promover la transición de los combustibles fósiles a las energías renovables. Por ejemplo, en Alemania, el 70 por ciento del gas que compra a Rusia es destinado a la industria química o farmacéutica, pero esto se traduce que al final las familias promedio gastan sumas elevadísimas para el pago de servicios para enfrentar el invierno.
La Unión Europea está en más de un dilema, si tomamos como base que importa el 90 por ciento del gas que consume siendo alrededor del 50 por ciento procedente de Rusia, pero dadas las duras sanciones que han puesto en marcha Estados Unidos y la misma Unión Europea, el tema ahora es dónde comprar los energéticos. En estos momentos no es previsible que estos países absorban los excedentes de gas y petróleo ruso, por lo que se han puesto en la mesa otras soluciones a corto plazo como reactivar las plantas de carbón y energía nuclear, o levantar las sanciones a países como Venezuela e Irán para convertirlos en proveedores emergentes. Pero creo que todas estas medidas tienen repercusiones políticas y sociales imposibles, ya veo las discusiones en el Congreso Norteamericano con el tema Venezuela-Irán, o a los activistas en Europa Occidental con el tema de la activación de plantas nucleares o de carbón.
Pero según organismos internacionales como el Banco Mundial no todo son malas noticias. «A corto plazo, con los actuales elevados precios sí es factible aumentar sustancialmente la producción de petróleo en Estados Unidos y Canadá utilizando técnicas de fracking. Además, algunos países de la OPEC —por ejemplo, Arabia Saudita—, tienen capacidad ociosa que podrían poner con relativa rapidez en el mercado» (Instituto Cano). Como podemos observar, las soluciones posibles a corto plazo que proponen las economías más desarrolladas del planeta para enfrentar la crisis energética, ya sea por política, por razones ambientales o geopolíticas, no representan opciones muy nobles.
Todo indica que, a corto plazo, cada país va a resolver sus problemas dadas sus posibilidades, parece que el uso de gas licuado puede ser opción para algunos países, pero en su suministro China es un jugador fundamental. Finalmente, lo que verdaderamente sale a flote es que es indispensable para el mundo que verdaderamente haga todo lo posible para impulsar la transición de los combustibles fósiles a las energías renovables, es urgente atender la agenda que requiere el planeta para enfrentar el cambio climático.
La historia de la humanidad nos ha enseñado que cuando la necesidad aprieta, el ser humano se aplica y encuentra soluciones, ejemplo de ello es la serie de vacunas que se patentaron para combatir al COVID-19, así que esperamos que las políticas para promover la transición energética sea más contundente y el desarrollo tecnológico nos permita a todos acceder al uso de estas tecnologías en nuestra vida diaria.
A lo largo del siglo pasado vimos cómo se transformaron las relaciones de poder mundiales cuando hubo la transición del carbón al petróleo, ya vimos todo lo que sucedió en 100 años en Medio Oriente, muchos de esos países transitaron por regímenes políticos diversos (colonias, monarquías, dictaduras, repúblicas) y actualmente se encuentran devastados como consecuencia de la guerras a las que se han enfrentado. Por tanto, es probable que el rápido crecimiento en el aprovechamiento de las energías renovables altere el poder y la influencia de algunos estados y regiones en relación con otros, y que veamos cómo se reconstruye el mapa geopolítico en este siglo.
A lo que quiero llegar es que si la producción de petróleo concentró la producción de minerales e insumos en torno a este sector industrial, ahora bien la producción de energías renovables implica que esta industria va a generar la atracción masiva de otros minerales e insumos que son indispensables para la producción de estos bienes. La transición de una energía a otra obligará a las naciones, ahora en el corto plazo, a un rápido crecimiento en la implementación de las energías renovables, esto tiene que ser acompañado de una fuerte aceleración de la demanda de recursos minerales que requieren las Energías Renovables. Será una dependencia en variedad, ya que recorre la tabla periódica como nunca antes había ocurrido; y en cantidad, según la Agencia Internacional de Energía (AIE) el consumo actual de minerales se multiplicará por cuatro en 2030 y por seis en 2050.
Según datos de la ONU, el mayor suministrador de petróleo (ahora EE. UU.) no alcanza el 20 por ciento de la cuota mundial y que, sin embargo, Chile es capaz de suministrar el 30 por ciento del cobre mundial, Indonesia el 30 por ciento del níquel, República Democrática del Congo el 70 por ciento del cobalto, China el 60 por ciento de las tierras raras (RREE) y Australia aproximadamente la mitad de la producción mundial de litio. Esta crisis energética, que definitivamente no generó la guerra de Ucrania y Rusia, simplemente la expuso, será superada con un salto tecnológico que parece que nos enfrentará a un nuevo dilema geopolítico.
En cuanto a México, sabemos que el gobierno estadounidense recientemente solicitó una consulta demandando que la política energética mexicana de la actual administración viola las disciplinas a las que el Estado mexicano se comprometió en el T-MEC, particularmente en capítulos como acceso a mercado, inversión y empresas propiedad del Estado. Si revisamos con detalle los alegatos de Estados Unidos y Canadá, en el fondo ya no están pensados en el acceso a la inversión de energía eléctrica y combustible, así como lo hacen CFE y PEMEX, más bien están visualizando las probables inversiones en el mercado de energías renovables. ¡Al tiempo! Ya lo veremos…
Para el Maestro Alejandro Angulo, reconocido ambientalista en México, la transición a fuentes de energías limpias y renovables aún es un tema pendiente en México, dice que ya es hora de que los municipios y los estados tomen medidas serias, que establezcan metas para migrar a nuevas fuentes de energía. Pese a que con la Reforma Energética se establecieron metas a nivel nacional para incorporar las energías renovables en las industrias, los estados y los municipios aún deben involucrarse en la generación de nuevos procesos industriales no contaminantes. Para darnos una idea, para 2024 en México la meta es llegar a un 35 por ciento de energía renovable.
En San Miguel de Allende, como otros destinos, hemos experimentado la implementación de energías renovables de manera individual, hay algunos hoteles y ranchos que ya se están aplicando con el uso de estas tecnologías —Nirvana es un caso ejemplar—, pero nada impide que las autoridades gubernamentales apliquen de manera férrea medidas para que los nuevos desarrollos inmobiliarios, plazas comerciales y tiendas corporativas estén obligadas a implementar energías renovables y, lo mismo, para el manejo adecuado de la basura y el agua. Durante los próximos años veremos grandes cambios si queremos superar las crisis que enfrentamos como humanidad. A nivel local y personal tenemos que hacer lo propio. ¡Ya nos llegó la hora!