Por Luis Felipe Rodríguez
El 12 de diciembre de 1970 se inauguraron las instalaciones que hoy conocemos.
Fray José Mojica relató al periodista y escritor Antonio Ruiz Valenzuela que cuando vivía su madre doña Virginia, ambos acostumbraban a ir a ver las maravillosas puestas de sol al viejo casco de Mexiquito. Cierta tarde, al contemplar las ruinas del casco, doña Virginia sugirió a su hijo que se esforzara en erigir allí un templo en honor de la Virgen de Guadalupe.
“Hijo, San Miguel es una ciudad en donde hay mucho catolicismo y hay una gran cantidad de templos”, le había dicho doña Virginia, “pero no sé de ninguno que esté dedicado a Nuestra Madre Santísima de Guadalupe. Es una lástima que esta hacienda esté en este abandono. Se podría aprovechar para erigir un templo para la Guadalupana”.
“Te prometo, madre, que algún día haré que se edifique un templo para Nuestra Madre de Guadalupe”, le habría respondido el artista.
No existe información documentada del momento preciso en que surge la idea de construir un templo guadalupano en Mexiquito. Según recuerda la madre Teresa Calderón, de la orden Dominicas de María, el padre José Mercadillo, párroco de San Miguel de Allende, tenía la idea de hacerlo. El padre Mercadillo era muy amigo de fray José desde los tiempos en que Mojica había llegado a vivir a San Miguel. Probablemente entre los dos hayan hablado del proyecto y se hubieran decidido a hacerlo.
En su libro sobre Fray José, el padre Federico Richter hace la mención más antigua de Mexiquito. En abril de 1957, el padre Richter y el padre Odilón, entonces provincial de la Provincia de los doce apóstoles del Perú, hicieron una escala en México en su viaje rumbo a Asís, Italia, en donde asistirían al Capítulo General de la Orden. Richter menciona que:
“Aprovechamos para conocer el lugar en donde el padre Mojica pensaba construir un Santuario Hogar Guadalupano, para honrar a la Santísima Virgen María y poder educar y cuidar a niños huérfanos en esta zona. Fuimos a Mexiquito, un arrabal en la ciudad de San Miguel de Allende… los propietarios eran los hermanos Romero Erazo… los donatarios nos explicaron que realmente deseaban donar su propiedad para los fines señalados. De inmediato se comunicó al padre Mojica para que comenzara la obra. Para cristalizar este trabajo que significaría ingentes gastos de dinero que no se tenía, el padre Mojica organizó un comité de apoyo a la obra”.
Aunque el padre Richter menciona la idea conjunta de fundar un orfanato en Mexiquito, junto con el templo guadalupano, la madre Teresa Calderón asegura que la idea original consistía originalmente en sólo edificar el templo. “La idea de la casa hogar surgió después”, asegura la madre. “cuando se vio la necesidad de un espacio más para los niños varones, pues estaban junto con las niñas en la Casa Hogar Don Bosco, en la calle de Sollano, en el centro de San Miguel, y que era atendido por las hermanas Dominicas de María.
El padre Alfaro había formado un beaterio para que las mujeres que lo integraban hicieran las labores de atención a los ejercitantes. En 1859, casi cien años después de su fundación, la casa de ejercicios se vio afectada por las leyes anticlericales emitidas por el presidente Benito Juárez y el beaterio formado por el padre Alfaro desapareció. Nuevamente, con la persecución religiosa de 1926, hubo necesidad de suspender los ejercicios y todo el culto religioso en Atotonilco y la Casa se convirtió en cuartel y bodega. Fue el padre Mercadillo quien, en 1943, como cura de San Miguel reabrió la casa y reanudó los ejercicios. Como las tandas de ejercitantes se incrementaban cada año, alcanzando algunas veces hasta ocho mil personas, Mercadillo vio la necesidad de fundar nuevamente un beaterio para que atendiera algunas actividades durante las tandas de ejercicios, como preparar los alimentos para los sacerdotes y seminaristas, atender a los ejercitantes enfermos, dar catecismo a los niños que deseaban hacer la primera comunión durante las tandas, cuidar de la iglesia y de la sacristía entre otros quehaceres domésticos.
Mercadillo consiguió que seis de las muchachas ejercitantes se ofrecieran voluntariamente para formar el beaterio, quedando a cargo de la maestra María Padilla. Sin embargo, el padre Mercadillo comprendió que la señorita Padilla, aunque era una mujer instruida y piadosa, no era la persona indicada para preparar a las jóvenes, además pensó que un beaterio no era suficiente para hacerse cargo de una institución tan importante como la Casa de Ejercicios; se necesitaba crear una nueva orden y para prepararla se necesitaba una religiosa auténtica que ya hubiera vivido la vida consagrada.
La madre Teresa, que ingresó a la orden en 1955, recuerda que las hermanas dominicas iniciaron su apostolado cuando la madre María Almaguer recogió a dos hermanitos, Norberto y Luz María, hijos de madre soltera, que estaban en la calle, casi desnudos y llenos de piojos. Poco después, relata la madre Teresa, la madre María recogió a una niña, Antonia, que venía de la Ciudad de México, en donde vivía en una vecindad con su madre, quien la golpeaba. Ante el exceso de niños en este tipo de situaciones, el padre Mercadillo fundó el 18 de febrero de 1959 la Casa Hogar Don Bosco, ubicada en los número 14 y 16 de la calle de Sollano. Ante la necesidad de separar a los niños de las niñas surgió la idea de fundar en Mexiquito tanto el santuario guadalupano como la casa hogar. Actualmente el apostolado de las Hermanas Dominicas de María incluye, además de casas hogares, trabajo en centros de misión, predicación, catequesis, santuarios, casas de ejercicios, parroquias, seminarios y casas de formación de religiosos. Las hermanas se preparan además para cooperar en labores de asistencia social, enfermería, contabilidad, enseñanza catequista, liturgia, música y canto.
Continuará…