Día del padre, ocasión para reflexionar sobre la paternidad 

Por Josemaría Moreno y Rodrigo Díaz

Este año celebramos el día del padre el 18 de junio. El origen de esta efeméride se remonta a Estados Unidos a principios del siglo XX, cuando un sobreviviente de la guerra civil, William Jackson Smart, después de que su esposa muriera dando a luz a su sexto hijo, se quedara a cargo de su familia. Su hija, Sonora Smart Dodd, en homenaje a su padre, consiguió que se conmemorara la labor de los padres en su pequeña ciudad cercana a Washington. La efeméride gustó y para los años 60 se oficializó. Sin embargo, el caso de William es una excepción. 

Aún hoy, la crianza de la familia recae principalmente en las madres o mujeres de la familia, siendo el caso que 4 de 10 hogares en el país viven sin un padre, según el INEGI, además de que 53% de los mexicanos reportan haber crecido con un padre ausente o no muy presente debido a cuestiones laborales. Es necesario repensar la paternidad para alcanzar la igualdad de género; la labor doméstica y de crianza depende en gran parte de las mujeres, y su labor no es, generalmente, remunerada: causa importante en el rezago en la equidad de salarios entre géneros y ocasión de carencias o dificultades en el mercado laboral para las mujeres. 

Celebremos a nuestros padres responsablemente con estas tres propuestas para reflexionar sobre la paternidad.

Reinventar el amor, Mona Chollet, 2022

La autora francesa, una de las voces más reconocidas del feminismo, nos regala una joya imprescindible para reevaluar los modelos de amor en la actualidad. Huelga mencionar que cualquier modelo de paternidad tiene que pasar por una reevaluación y crítica intensa de las formas cotidianas que adoptan las relaciones de pareja en un contexto patriarcal. La autora desmonta a cabalidad el mito romántico en el que se basan la mayoría de las expectativas heteronormativas: el amor es violento, desmedido, aventurero y, en el caso de los hombres, es también la forma ideal de manifestar su yo verdadero, atribulado y sobresaliente –no así para las mujeres que resultan ser más bien la ocasión o el accesorio para acentuar el genio masculino, que, no en pocas ocasiones, se decora con cuerpos femeninos literalmente asesinados. Pero nada más lejos del ideal inventivo y creativo por el que aboga Chollet. Incluso si el patriarcado ha modelado nuestras más secretas fantasías y nuestra forma de relacionarnos, no por eso carecemos de herramientas para trastocar estos modelos y hacerlos trabajar a nuestro favor y en pos de una agencia y subjetividad desiderativa plena y realizada en la que el otro –especialmente la mujer– no tenga que limitarse a ser un mero objeto. La fórmula mágica es tan sencilla como eso, pero no por ello los obstáculos dejan de ser monumentales.

El gran pez, Tim Burton, 2003

Este film basado en el libro homónimo de Daniel Wallace, es una película cargada de simbolismos y metáforas, donde constantemente entramos en las historias fantásticas de Edward Bloom, un hombre carismático y decidido que vive grandes aventuras. Sin embargo, luego nos encontramos con su versión real, ya avejentada transitando una enfermedad al borde de la muerte. La trama se centra en el conflicto entre Edward y su hijo Will, quien no cree en las historias fantásticas que colorean la vida de su padre. La película oscila entre la realidad y la ficción. Su director, Tim Burton, en contraposición a esos paisajes góticos y oscuros a los que nos tiene acostumbrados, nos presenta en esta ocasión colores brillantes y vivos, que enaltecen las ficciones en la vida de Edward. El tono de la historia también va cambiando: las partes fantásticas describen, prácticamente, una historia para niños; regresando a la realidad, todo ser torna serio y triste. Al final, sin spoiler, la ficción de Edward no estaba tan alejada de la realidad: el conflicto aquí, entre líneas, es la confusa comunicación entre generaciones y el recurso de la fantasía para no asumir la realidad tal como es, algo muy común entre padres e hijos.

Amor Amarillo, Gustavo Cerati, 1993

Este es el primer lanzamiento como solista del gran músico argentino, ícono del rock hispanoparlante y líder de la legendaria banda Soda Stereo, quienes recién habían sacado su sexto álbum “Dynamo”. Tras una exhaustiva gira de promoción, los integrantes se habían dado tiempo para sus vidas personales. Gustavo Cerati contrae nupcias con la modelo chilena Cecilia Amenábar y se establecen en Santiago de Chile, al tiempo en que corrían rumores sobre la separación de la banda, tras el tibio recibimiento de Dynamo por parte del público, tal vez por su acercamiento indudable al shoegaze y al house, géneros aún ajenos en la Latinoamérica de principios de los 90.

Como sea, el ambiente de incertidumbre y la espera de su primer hijo fueron pretexto e inspiración para que Cerati explorara sendas sonoras que no había podido antes, dando como resultado un disco “íntimo”, como el mismo compositor confesara, con un sonido emocional que reflejaba la dicha que le generaba la nueva vida con su pareja y la espera de su primogénito. Amor Amarillo es un disco donde se navega suave por 11 tracks llenos de sutiles sonidos electrónicos y dulces guitarras acústicas: un disco inolvidable.