Parte 2
Por Bernardo Moreno
BM: En la primera parte de esta entrevista exploramos las implicaciones de señalar a los carteles mexicanos como grupos terroristas. En ese contexto, ¿qué tan tensa se encuentra la relación bilateral México-Estados Unidos?
DS: Hay temas ásperos en la agenda internacional, el migratorio es uno de ellos; también existe tensión por la intención de recuperar soberanía energética; por repensar la manera en la que se extraen recursos naturales (particularmente revisar la ley minera); y por limitar la importación de productos que vulneran la soberanía alimentaria, como el maíz transgénico destinado a consumo humano proveniente de EE.UU. Pero hay otro punto clave: se cuestiona cómo recuperar la soberanía en materia de seguridad nacional.
BM: ¿Y cómo se podría recuperar esa soberanía? ¿Ayudaría detener el envío de armas ilegales desde EE.UU.?
DS: Sí, ayudaría mucho, el envío de armas ilegales desde EE.UU. es ominoso. Y al final son usadas por esos grupos a los que llaman “terroristas”. Al respecto existe una demanda orquestada por el canciller Marcelo Ebrard contra esos fabricantes de armas acusándolos de complicidad y negligencia. Es difícil que prospere, pero al menos pone el dedo en el renglón. Además de las armas, si el mayor mercado de drogas del mundo no controla a sus consumidores, es poco el margen de maniobra que tiene el gobierno mexicano para cooperar en la crisis de drogas. Sin embargo, la regulación estricta que se está implementado a los agentes de la DEA que se encuentran en territorio mexicano me parece un buen punto de partida.
BM: ¿Qué cartel es el que domina el fentanilo en México y podría ser considerado terrorista por el gobierno de EE.UU.?
DS: Según investigaciones del Servicio de Investigación del Congreso de EE.UU. filtradas en los llamados Guacamaya Leaks, China fue la mayor fuente de fentanilo ilícito, pero a partir del 2019 los grupos criminales mexicanos se convirtieron en los principales abastecedores de esa sustancia. Y de acuerdo a filtraciones de documentos específicamente de la DEA, a partir del 2017, tras la extradición del “Chapo” Guzmán a EE.UU., sus hijos solidificaron la obtención de precursores químicos provenientes no sólo de China sino también de India y crearon en México una red de narcolaboratorios. Como puedes ver, existe todo un entramado geopolítico detrás del fentanilo.
BM: ¿Cómo calificarías el papel del gobierno de AMLO en este conflicto?
DS: Desde el inicio de su mandato, AMLO tomó al país en estado de asfixia, en una crisis generalizada resultado, entre otras razones, de décadas de pésima implementación de las políticas económicas neoliberales. En esas décadas se perdió mucha soberanía, incluida la soberanía en seguridad pública. El actual gobierno quiere aumentar su campo de acción y, en la medida de lo posible, fortalecer un Estado central para desde allí comenzar a llenar los gigantescos vacíos de poder. En varios temas la administración de AMLO es la más cargada hacia la izquierda en las últimas ocho décadas, lo cual ha provocado que corporativos mediáticos afines a otros poderes y otras agendas ataquen y descalifiquen, de modo casi obsesivo, cada acción del gobierno, y en materia de drogas en particular la cantaleta es muy repetitiva: que si porque saludó a la mamá del “Chapo”, que si porque liberó a Ovidio, que si porque en las mañaneras habla de “abrazos no balazos”, descontextualizando cada uno de esos puntos e ignorando el tan añejo proceso histórico de descomposición y los intereses económicos que han consolidado esta problemática.
BM: Entonces, ¿se está dejando en un segundo plano el papel que en toda esta catástrofe ha jugado el gobierno de EE.UU. desde hace décadas?
DS: Las filtraciones y la creación de nuevos enemigos mediáticos, como los hijos del “Chapo”, los “Chapitos”, parecen darle un respiro a la DEA y a la “guerra contra las drogas”, ambas tan criticadas por sus pésimos resultados. Estos nuevos enemigos públicos, ahora caracterizados como terroristas, forman parte de la narrativa que sirve para culpar a México sobre el problema de salud pública por el que están pasando y para sacar con ello raja político-electoral. Pero más que en los “Chapitos” podrían enfocarse en asuntos de mayor profundidad estructural, por ejemplo, en el exsecretario de Seguridad Pública en México, García Luna, que fue declarado culpable en EE.UU. por cargos de tráfico internacional de cocaína durante el sexenio de Felipe Calderón, y a quien altos funcionarios de EE.UU. habían apapachado y aplaudido, nombrándolo incluso un “super cop”.
BM: ¿Esta crisis puede traer algo positivo?
DS: En primer lugar, los decomisos de fentanilo comienzan a aumentar. Pero en realidad esto no significa mucho, porque la demanda se mantiene y lo que estos decomisos provocarán es un aumento del precio. Positivo me parece el hecho de que, ante la crisis, EE.UU. comience a mirar hacia adentro: ¿qué relación y qué responsabilidad interna tienen en esta dinámica de tráfico a la que se quiere tildar de terrorista? Y, por otro lado, en México es urgente construir instituciones fuertes para evitar que el problema de consumo de fentanilo y sobredosis se expanda al sur de la frontera. Hace una década ya tuvimos una experiencia similar con el cristal, el cual actualmente es un problema gravísimo en territorio mexicano.
BM: ¿De quién depende prevenir una epidemia de consumo de fentanilo en México?
DS: No depende de EE.UU., tampoco de China. Depende de la sociedad y de las instituciones mexicanas. Para leer más sobre la opinión del Dr. Schievenini, sigue su cuenta de Twitter: @DomSvn