Por Natalie Taylor
David Alfaro Siqueiros es considerado uno de los tres principales muralistas mexicanos, junto con Diego Rivera y José Clemente Orozco. Nacido en la Ciudad de México el 29 de diciembre de 1896, su espíritu rebelde afloró a temprana edad. Él le da crédito a su hermana mayor por allanar el camino al desafiar la ortodoxia religiosa de su padre.
A los 15 años, Siqueiros participó en una huelga estudiantil contra el director de la escuela. Este fue su bautismo en los enfrentamientos con las autoridades y el comienzo de una vida frenética caracterizada por encarcelamientos, exilios y luchas con diferentes facciones políticas, tanto en México como en el extranjero. Los muros se convirtieron en su pasión y su maldición; sobre ellos pintó sus asombrosos murales, pero con frecuencia fue rodeado de ellos dentro de las celdas de la prisión.
Continuó sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de la Ciudad de México. Pero cuando cumplió 18 años, él y varios otros estudiantes se unieron a Venustiano Carranza para luchar contra el gobierno de Victoriano Huerta. Una vez que Carranza asumió la presidencia, Siqueiros continuó luchando contra las fuerzas rebeldes de Pancho Villa y Emiliano Zapata, quienes se oponían a Carranza. Esas batallas lo llevaron por todo México, y descubrió su tierra natal y su cultura durante estos viajes. Vio la injusticia social, la pobreza y la ignorancia de las masas; se involucró con los sindicatos para ayudar a los trabajadores.
En 1919, Siqueiros viajó a París donde estuvo expuesto al cubismo, y fue muy influenciado por los grandes bloques de colores intensos utilizados por Cézanne. En París entabló amistad con Diego Rivera, con quien viajó a Italia para estudiar la técnica del fresco para la realización de murales.
La ideología política y el arte estaban totalmente entrelazados para Siqueiros; sus murales se convirtieron en sus manifiestos visuales. Buscó un estilo que uniera el arte nativo mexicano y el universal, un arte público que sirviera para educar a las masas. Sus murales se volvieron cada vez más políticos, con mensajes comunistas abiertos. Esto eventualmente lo llevó a su exilio a principios de la década de 1930. En 1932 se fue a Los Ángeles para continuar su carrera en el muralismo, luego a Nueva York donde dirigió un taller de arte político. El joven Jackson Pollock asistió al taller, y algunos le dan crédito a Siqueiros por enseñarle a Pollock las técnicas de goteo y vertido que el pintor usó más tarde. Siqueiros solo duró un año en su taller, porque una vez más se involucró en la política, y partió a España para luchar contra el régimen fascista de Franco.
De vuelta en la Ciudad de México, estuvo involucrado en un intento de asesinato. Él y varios otros conspiradores se acercaron a la casa de León Trotsky y dispararon más de 200 balas, pero fallaron al líder ruso. Aparentemente, Siqueiros era mucho mejor artista que tirador. Trotsky, sin embargo, sólo vivió unos meses después del atentado; lo mataron con un picahielos en las calles de la Ciudad de México. Siqueiros tuvo que salir del país y se fue a Chile, donde el poeta Pablo Neruda le había hecho arreglos para pintar un mural.
En 1948, Siqueiros vino a enseñar pintura mural en la Escuela de Bellas Artes de San Miguel de Allende. En el comedor del antiguo convento, él y unos 40 estudiantes trabajaron en un mural que abarcaba la habitación en honor a Ignacio Allende, hijo nativo y líder de la Guerra de Independencia de México. Enojadas disputas con el director de la academia de arte llevaron a Siqueiros y sus discípulos a retirarse, dejando la obra inconclusa. Dicen que cuando el artista salió de la habitación, cerró las puertas detrás de él. Cuando se abrieron diez años después, la lona protectora estaba donde la habían dejado, junto con todas las pinturas y pinceles secos. Siqueiros nunca volvió a completar esta obra; murió el 6 de enero de 1974. Donó su casa en Polanco, convertida en Museo de Composición de Pintura Mural.
Existen numerosos ejemplos de los murales monumentales de Siqueiros, en México, Estados Unidos y otros lugares. Pinturas en colores brillantes, perspectivas increíbles y tan dinámicas que las figuras parecen saltar de las paredes. Reflejan sus ideales y cuentan las historias de las luchas humanas para superar el gobierno autoritario y capitalista y para ser representados por igual. Joseph Freeman, un poeta contemporáneo, describe mejor a Siqueiros. Dice que fue un líder “de los pobres que plantan, de los pobres que cavan debajo de la tierra en el campo y en la mina”. Siqueiros luchó toda su vida por ellos, “en un viejo suéter roto, los bolsillos siempre vacíos”. Un héroe del hombre común, un artista que dejó su mural inconcluso en nuestra ciudad para apreciar y admirar.
Natalie Taylor: Licenciada en Literatura Inglesa y Periodismo, Universidad de Loyola, Chicago, 1995. Máster en Escritura Creativa, Vermont College, Montpelier, VT, 1999. Escritora, editora y periodista publicada. Profesora de español en Estados Unidos, profesora de inglés en Buenos Aires, Argentina. Traductora. www.natalietaylor.org Contacto: tangonata@gmail.com