San Miguel de Allende, ¿el mejor destino turístico? ¿Según quién y para quién?

Por Josemaría Moreno 

Nuestra ciudad ha vuelto a ser nominada como mejor destino turístico por la revista Condé Nast Travel. La votación está abierta hasta junio y cualquiera puede votar siguiendo la siguiente liga: https://www.cntraveler.com/story/vote-readers-choice-awards

¿Pero qué son estos premios y qué criterios miden?

La revista Condé Nast es parte de un consorcio editorial transnacional que abarca algunas publicaciones de alto renombre e impacto, como GQ, Vogue, Wired, entre otras. Cada año abren esta encuesta para evaluar y votar por los mejores destinos turísticos alrededor del planeta, además de otras votaciones como los mejores hoteles, trenes, spas, restaurantes, etc. En esta ocasión, a nivel regional, competimos con nuestra vecina, la capital de Guanajuato. 

Los criterios a evaluar son los siguientes: lugares de interés y paisajes, arte y cultura, cocina regional y opciones culinarias, amabilidad, transporte (qué tan fácil es moverse en la ciudad mediante transporte público, taxi, tren, bici), compras, actividades al aire libre, accesibilidad y hoteles. 

¿Pero son estos criterios un estándar realista que enmarque adecuadamente la realidad de San Miguel de Allende? Para empezar, hay que mencionar que Condé Nast tiene, evidentemente, un perfil turístico bien identificado: viajantes con un poder adquisitivo alto y exclusivo. Así, es imprescindible señalar los puntos positivos y negativos que implican atraer este tipo de turismo a San Miguel. 

Aunque bien, es imposible hacer un desglose claro y distinto, a manera de una clásica tabla utilitarista, de los puntos positivos y negativos aquí en discusión. Lo que tenemos, más bien, es un crisol de potenciales y despropósitos que se implican entre sí. Nuestra ciudad, de un par de décadas para acá, ha seguido una tendencia de gentrificación como quizás ninguna otra ciudad en nuestro país. Las decenas de galerías de arte, restaurantes de cocina especializada, hoteles de gran turismo y un mercado de bienes raíces desmesurado, implican rentas desorbitantes, segregación y desplazamiento de la vivienda de la fuerza laboral a las periferias desprovistas de los servicios, facilidades y seguridad básicos. Sin embargo, una ciudad como San Miguel de Allende, desprovista de algún tipo de economía que no esté sustentada directamente por la industria del servicio, depende integralmente de esta tendencia de gentrificación.

El tema es espinoso, pero si el gobierno y la iniciativa privada no planean a futuro hacer de San Miguel un lugar más inclusivo –no solo para el gran turista, sino para su fuerza de trabajo, que de hacerlo atraería un tipo de turismo más inclusivo a su vez–, nuestra ciudad perderá su encanto y se volverá una trampa de turistas más. Nuestra ciudad posee una historia singular en su relación entre nativos y foráneos que la convirtió en uno de los lugares más atractivos y peculiares del Bajío, pero ni el gobierno ni el sector privado deberían de olvidar a la gente que hace que esta ciudad siga trabajando y creciendo: es una relación simbiótica que, sin embargo, últimamente, se ha decantado por dar preferencia a unos sobres otros. 

Como un mínimo paso adelante, los invito a votar en la encuesta de Condé Nast, de manera objetiva y crítica.