Por Luis Felipe Rodríguez
En 1701 fue bautizado D. Manuel Tomás de la Canal.
La vida de Don Manuel Tomás de la Canal Bueno de Baeza, Caballero de la Orden de Calatrava, se desarrolló por lo menos durante treinta y dos años en la Ciudad de México, en la que fue regidor y alcalde ordinario, y en la que destacó también por sus múltiples actividades comerciales.
En el año de 1731 contrajo matrimonio con María de Hervás y Flores, originaria del Real de Minas de Santa Fe de Guanajuato, hija de Don Juan de Hervás —mercader y minero de Guanajuato— y de doña Eugenia Flores. La dote de Doña María de Hervás se compuso de la hacienda de Cuerámbaro, que se encontraba en la jurisdicción de la villa de León en Guanajuato, conformada por quince sitios de ganado mayor, cuatro sitios de ganado menor y veinte caballerías de tierra, además de algunas casas “altas, principales y de fábrica nueva” que el matrimonio Hervás y Flores poseía en la villa de Santa Fe de Guanajuato.
Hacia el año de 1735, Don Manuel de la Canal y Doña María de Hervás y Flores se establecieron en la villa de San Miguel el Grande, sitio estratégico que les permitió administrar la hacienda de Cuerámbaro y algunas otras propiedades que el matrimonio adquirió en el transcurso de los años, engrosando de esta manera el caudal familiar, lo que conminó a la pareja a fundar un mayorazgo en el año de 1743, con la finalidad de perpetuar y conservar el caudal que habían logrado reunir en beneficio de su descendencia.
La casta de Don Manuel de la Canal y doña María de Hervás se constituyó por el nacimiento de nueve hijos, siendo la primogénita María Josepha Lina. Recayendo la sucesión del mayorazgo de la Canal en el mayor de los varones: José Mariano Loreto de la Canal. El piadoso caballero tenía como ferviente devoción a la Virgen de Loreto por lo que construyó en el noviciado de Tepotzotlán y posteriormente en la villa de San Miguel la Santa Casa Lauretana, además de múltiples obras piadosas y de carácter social, no sólo en la villa de San Miguel sino en diversas localidades de la Nueva España.
Costeó, por ejemplo, la construcción de uno de los retablos de la catedral metropolitana, al parecer el de San José, debido a la devoción hacia el padre de Jesús. En 1731 patrocinó dos retablos más para la iglesia de Santa Ecce Homo en el Oratorio de San Miguel, los que fueron construidos por el escultor queretano Pedro de Rojas, con diez lienzos y una estatua tallada de siete cuartas de alto y un costo de 4,500 pesos. Asimismo, apoyó con siete mil pesos al Real Convento de las religiosas de Santa Clara de Jesús, de la ciudad de Querétaro.
Además de las diversas obras materiales de carácter religioso, diversos testimonios señalaron el auxilio que De la Canal había suministrado a los necesitados, socorriendo a los pobres en sus urgencias y necesidades. El progreso económico de la villa de San Miguel el Grande obtuvo así mismo innumerables beneficios, a través de la loable labor de Don Manuel de la Canal, pues favorecía con sus avíos a los tejedores de sarapes y rebozos, habilitándoles la lana de una trasquila para la época subsiguiente, fiando grandes cantidades de algodón y demás materias primas sin el menor interés.
Fuente: El arte barroco en la antigua villa de San Miguel el Grande, de Sofía Irene Velarde Cruz.