Lo que hemos hecho con la Madre Tierra

Por Alejandro Angulo

El pasado 22 de abril se celebró el Día Mundial de la Tierra, no obstante, me parece que no debemos seguir engañándonos, pues lo que hemos hecho como humanos, civilización y sociedad es todo lo contrario a conservarla, pues las evidencias de todo tipo y los resultados de las reuniones de organismos internacionales dan cuenta del estado contaminado, degradado o desbastado en la que se encuentra.

En este día muchísimas personas se organizan para reforestar o emprender acciones múltiples para celebrar el día y seguramente para aportar algo a la conservación de la Pacha Mama, y por supuesto esto es mejor que seguir destruyéndola. Sin embargo, más que observar los efectos o consecuencias de estos impactos negativos, hoy debemos enfocarnos en las causas, que son las que tenemos que atender, intervenir y cambiar.

¿Cómo parar esta trayectoria destructiva, si la actual economía continúa propugnando por crecer a toda costa? Si cada día se nos induce a consumir más, si cada año se argumenta que los avances de la modernidad, la tecnología y los acuerdos alcanzados en las cumbres prometen remediar todo, pero en realidad no se cumplen las promesas y si en cambio avanzamos en una trayectoria de declive que nos conduce al colapso.

Esta modernidad se caracteriza por gobiernos quebrados y debilitados políticamente, por empresas que solo les interesa la avaricia, y ciudadanos que toman decisiones habituales irresponsables y egoístas.

¿Es posible alguna solución o solo estamos al final de una era sin solución alguna?

En un mundo globalizado, donde las relaciones se tornaron interdependientes, es más complejo el cambio, aún desde lo local, pues de cualquier manera enfrentaras obstáculos inducidos por las relaciones globalizadas, lo cual implica que frente a ello se requiere una enorme fuerza o magnitud para cambiar de rumbo, y dicha opción sin duda tiene lugar en algún sitio y escala que tomará demasiado tiempo.

Debemos mirar hacia una economía colaborativa, que significa un cambio radical, y que iniciará en dos vertientes, por un lado, en los pequeños ejercicios que se hagan en las microempresas, sean rurales o urbanas y por el otro en las grandes empresas incluso las transnacionales que críticamente se den cuenta de la pertinencia de abandonar el viejo modelo de empresa basado solo en la ganancia. El incremento constante nos brindará una imagen de salpullido de todos los micronegocios que se vayan sumando poco a poco, lo cual contribuirá a reducir sustancialmente el consumo y, por ende, la extracción de recursos naturales, para después continuar con una economía circular que reduzca los residuos y los generados puedan ser reutilizados, reciclados o remanufacturados, además de alargar la vida útil de los productos.

El agua deberá ser tratada al 100 por ciento y reutilizada, pues las fuentes tanto superficiales como subterráneas estarán agotadas o con poca disponibilidad.

La naturaleza deberá ser cuidada como algo prioritario, con base en la corresponsabilidad social y recursos económicos suficientes, pues de ella vamos a depender enormemente para aprovechar los servicios ecosistémicos (producción de oxígeno, captura de carbono, remoción de contaminantes, infiltración de aguas, contención de riesgos hidrometeorológicos y abastecimiento de materias primas alimenticias y medicinales) y mitigar las enfermedades psicológicas de estrés, pues el contacto con ella es vital para evitar trastornos emocionales por el déficit de contacto con la naturaleza.

Pero hay otra cuestión importante, las relaciones de poder, en tanto que la era actual y su modelo de economía dieron origen al Estado-Nación, pero que ahora se debilita constantemente por la lógica económica, y entonces debemos replantearnos ¿cuál será la nueva forma, figura o modelo de gobierno y su relación con los ciudadanos? Es decir, cuáles serán las nuevas relaciones de poder. ¿Serán estas relaciones basadas en micropoderes o poderes regionales?, o ¿habrá también Estados Globales? y ¿cuál será la forma de participación del ciudadano?, ¿mediante elecciones y una democracia participativa? O esto también debe cambiar, ya que los representantes electos ya no responden a las necesidades y problemas urgentes del ciudadano. Entonces habrá deliberaciones comunitarias o entidades netamente ciudadanas en la nueva figura de gobierno.

Pero para formular algunas ideas al respecto, es condición cambiar la perspectiva del yo por el nosotros, es decir, mirar en la otredad, más que en la mismidad, por ello, parte de la solución atañe al campo de la ética nueva que habrá que empuñarse. Pero al mismo tiempo, hay que alejarse del modelo que tiende a desapartar o segregar al ciudadano en grupos homogéneos, en aras de la seguridad, pues no importa tanto qué tantas barreras, muros vigilantes o cámaras puedan colocarse, ya que el miedo a los extraños es parte de la disolución social actual. En su lugar, debe adoptarse un enfoque incluyente, colaborativo y de amplia corresponsabilidad en la cual los extraños se identifiquen con los otros y asuman roles de progresividad y respeto.

Así las cosas, ¿qué podemos hoy celebrar en el Día de la Tierra?