Por Francisco Peyret
Diego Rivera nació el 8 de diciembre de 1886, en la ciudad de Guanajuato. Los que conocieron y/o estudiaron la trayectoria de Diego Rivera lo describen como un hombre poderoso, de carácter fuerte y de convicciones firmes, esto lo llevaría a ser uno de los artistas latinoamericanos más sobresalientes e influyentes de su generación, pero esa misma personalidad, que lo hacía polémico por naturaleza, lo llevó a momentos que definitivamente marcaron su trayectoria de manera contundente.
Un primer momento fue en la vida del joven Diego Rivera en París (1909-1921), cuando incursionó con el estilo cubista, era un tiempo cuando todavía se discutía entre varios artistas la definición de qué se trataba exactamente esta corriente. En una línea se encontraban artistas como Pablo Picasso y Georges Braque y del otro lado otros artistas como Rivera que con un estilo diferente hicieron enojar a París, sobre todo cuando el pintor mexicano apareció con sus «retratos cubistas», a muchos críticos les parecían demasiados realistas y que en ninguno momento el artista estaba intentando reorganizar o reformar esa realidad.
El debate entre Diego y sus detractores alcanzó un momento de ruptura definitiva cuando, en la sobremesa de una cena elegante, embriagados el crítico influyente de arte parisino Pierre Riverdy y Diergo Rivera se insultaron hasta llegar a los golpes, a partir de ese día las obras del artista mexicano fueron retiradas de las galerías parisinas, fue el comienzo de una suerte de exilio de la corriente cubista para el pintor guanajuatense; sin embargo, durante muchos años Diego aseguraba que Picasso le había robado elementos de su obra. Gracias a este conflicto conocido como el «affaire Rivera» fue que el artista regresó al arte figurativo. En sus últimos años de Diego en París, se encontró con David Alfaro Siqueiros, que venía de la Revolución Mexicana, y fue ahí donde los artistas gestaron las imágenes del pasado y presente mexicano que fueron plasmados en murales de edificios públicos durante la década de los años 30.
No fue sino hasta el 2014 cuando los parisinos se reencontraron con el Diego Rivera cubista de la segunda década de los años XXs, el Museo de la Orangerie de París presentó una exposición que reunió un centenar de obras del pintor y de Frida Kahlo. Se dice que durante tres meses los artistas mexicanos la rompieron recibiendo miles de visitantes que hacían colas para conocer sus obras.
Otro segundo momento controvertido en la vida de Rivera se dio en la década de los años 30, cuando el artista empezó a recibir invitaciones para pintar en Estados Unidos, tanto en San Francisco como en el Detroit Institute of Arts. Realizó pinturas para Henry Ford, Los murales industriales, y para los Rockefeller el mural El hombre en la encrucijada. En ese tiempo fue considerado el artista continental de la década de 1930, según Sandra Zetina Ocaña, académica del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE).
Fue en 1931 cuando Diego Rivera se presentó en el MoMa de Nueva York, se dice que rompió récord de asistencia dado el gran interés por conocer la obra del artista mexicano, la noticia llegó a oídos de Abby Rockefeller, esposa del empresario y mecenas, y dado que Picasso y Matisse habían rechazado la oferta de pintar un mural en el edificio principal de la Plaza Rockefeller, entonces surgió la oportunidad para que Rivera pintara dicho mural.
Al principio el mural (El Hombre en la encrucijada) no levantó ninguna suspicacia en los Rockefeller, pidieron al muralista que se apegara a los bocetos originales, aún cuando el diseño del mural fue aprobado por los mismos Rockefeller la prensa hizo eco de la polémica de los personajes que aparecían en el mural, Marx, Trotsky y Lenin, este último se hizo muy visible en el momento final de culminar la obra como respuesta del artista a los comentarios de la prensa, y ese acto fue determinante para que despidieran a Diego Rivera.
Nunca vamos a saber qué hubiera sido de la carrera de Diego Rivera si se quedaba en París con la generación de pintores más importantes del siglo XX, y tampoco cómo sería su historia de haberse quedado en Nueva York, que en esos años se estaba convirtiendo en una de las ciudades más influyentes del planeta. Personajes como Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros eran hombres fieles a sus convicciones e ideologías, eso les trajo muchos problemas y enfrentamientos, pero al final solo tenemos que agradecer su enorme legado que aún hoy en día seguimos disfrutando. ¡Feliz cumpleaños, querido Diego!
«Creo firmemente que la mujer no está hecha de la misma pasta que el hombre. La mujer es la humanidad. Los hombres somos una subespecie de animales, casi estúpidos, sin sentido ni sentidos, inadecuados completamente para el amor, creados por la mujer para ponerse al servicio de la especie inteligente y sensitiva que ellas representan». Diego Rivera